Metro y Cercanías de Madrid han facilitado los datos que supone la factura de las pintadas del año 2018 en los diferentes vagones, estaciones etc. de ambas entidades y el gasto asciende a casi 4,3 millones de euros.
Más de 600 grafitis en el caso del suburbano (y más de mil intentos frustrados) y 13.000 metros cuadrados de trenes pintados en Cercanías son el legado “cultural” que nos han dejado los comandos del spray, con actuaciones cada vez más violentas y mejor organizadas. Todos tenemos en la mente el asalto de más de 50 grafiteros en la estación de Las Rozas, en el cual llegaron incluso a rociar a los guardias de seguridad y agentes que se personaron para tratar de impedir el ataque.
Algunos lo consideran arte. De hecho, hay quien ha hecho de ello su modo de vida, como Banksy. Pero para otros muchos, la mayoría, es puro vandalismo. Y lo que claramente está fuera de toda discusión es que la obra de los grafiteros la pagamos cara, muy cara. Y da igual que nos haya parecido bonita o no.
Pero además del coste económico que supone retirar la pintura, hay que sumar el que generan las demoras ocasionadas por las performance con los trenes en marcha, así como la retirada del servicio de las unidades pintadas, ya que tienen que ser limpiadas de inmediato.
CATALUNYA A LA CABEZA
Estas cifras, más que elevadas, no son las mayores de España, ya que Catalunya registra casi la mitad de los ‘grafiteos’ de nuestro país, con un 43,5% de pintadas, mientras que la Comunidad de Madrid es segunda, con un 16,5%. Sumándolo todo, Renfe gasta cada año quince millones de euros en la limpieza de sus trenes por los ataques que se producen en todo el país.
En la reciente feria de ARCO hemos aprendido que el arte es muy subjetivo, y que el precio de un lienzo o una escultura al final llega del acuerdo entre el artista y el comprador, concluyendo, normalmente, con un trato beneficioso para ambas partes. En el caso del grafiti, asumiendo que es arte, ¿quién es el beneficiado de llenar un vagón de pintura de spray? Difícil responder a esta cuestión. Pero sí es más fácil resolver la pregunta de quién se ve perjudicado por estos pintores urbanos. Todo el mundo. Y, por si fuera poco, no puedes llevarte la obra a casa.