El distrito centro de la capital contiene dos curiosas calles con nombres de alimentos: la Calle de la Pasa y el Pasadizo del Panecillo. Ambas vías, pertenecientes al barrio del Palacio, son colindantes y comparten características en el origen de su denominación.
Algunos nombres, ya sea de ciudades, calles, avenidas o plazas, no tienen una razón relevante para los mismos. Unos nos parecen normales y otros nos sorprenden o, incluso, nos parecen hilarantes. Sin embargo, otros nombres esconden historias del pasado que podemos conocer si indagamos un poco.
PANECILLOS Y PASAS
Así pues, ¿cuál es la historia detrás del Pasadizo del Panecillo y la Calle de la Pasa? El nombre del Pasadizo del Panecillo procede del siglo XVIII. En esta callejuela había una ventanilla por la que se repartía panecillos a los pobres que acudían a dicho lugar para paliar el hambre.
El caso de la Calle de la Pasa, cuya denominación actual ya aparecía en el plano de Espinosa de 1769, es muy parecido. En una pequeña puerta, el infante cardenal arzobispo de Toledo, Luis Antonio Jaime, habría entregado pasas a los indigentes de manera diaria.
Ambas actividades fueron finalmente eliminadas por los altercados que se formaban a la hora del reparto de estos alimentos. No obstante, estas circunstancias habrían quedado grabadas en los actuales nombres de las vías, según cuenta la tradición.
PASADIZO DEL PANECILLO: OCULTA A LOS TRANSEÚNTES
Desde 1829, el Pasadizo del Panecillo tiene dos puertas de hierro en cada uno de sus extremos que impide visitarlo. La razón de ello es que el pasadizo era un escondite ideal para los delincuentes. Aprovechando la oscuridad, estos rufianes asaltaban a las personas que decidían aventurarse por las inmediaciones.
Da la sensación que las callejuelas más estrechas esconden las sorpresas más bonitas. En su recorrido hay tres edificios de interés histórico y artístico: el Palacio Arzobispal, la Basílica Pontificia de San Miguel y la Casa-Palacio de los Condes de Miranda.
Un último aspecto a destacar del Pasadizo de la Pasa es que en su tramo central se ensacha para dar a una especie de patio. En la misma se encuentran una fuente de piedra y dos cipreses, que terminan de dar el punto final al encanto de este pasadizo.
CALLE DE LA PASA: PASA Y CÁSATE
Por otro lado, la existencia de la Calle de la Pasa está marcada por tres puertas: la de la Puerta Cerrada, la del Conde de Barajas y la del Conde de Miranda. Pero sobre todo, por una de las frases populares más conocidas de Madrid. Este refrán dice así: ‘el que no pasa por la Calle de la Pasa, no se casa’.
Resulta que la sede del Palacio Arzobispal era uno de los edificios que daba a esta callejuela. Durante mucho tiempo, cuando no existían matrimonios civiles, las parejas que deseaban casarse, antes del paso por el altar, tenían que formalizar su relación ante el vicario eclesiástico que estaba en ese edificio.
Las historias más cotidianas en su momento pueden tener gran trascendencia en el futuro. Unas pasas y unos panecillos se convirtieron en protagonistas de dos calles de Madrid de los Austrias. Y aunque en la actualidad están alejadas del conocimiento general de los ciudadanos, su encanto sigue permaneciendo.