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Colegio de Fomento El Prado: «Salvadores de almas» en Costa de Marfil

Este verano de 2024 construyen dos iglesias en Kpangbassou y Bezró, comparten alimentos con mil niños cada día y dan clases de español a la población del país

El estío es una época de luz diurna casi infinita que nos reconcilia en largos días ociosos con la familia, los amigos o, sencillamente, con una buscada soledad. «Tardes de verano», unas palabras que el propio Henry James catalogaba como las más bellas del lenguaje, no han sido creadas para el simple disfrute hedonista, al menos según lo entienden los monitores y alumnos del Colegio de Fomento El Prado, que se han tomado muy en serio aquellas palabras que aún resuenan como ecos del pasado: “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano”.

Los principios educativos de Fomento tienen la finalidad de ayudar a los padres a proporcionar a sus hijos e hijas una educación de calidad, inspirada en el principio de la dignidad de la persona, que caracteriza al espíritu cristiano. Su formación está basada en tres pilares, la formación académica, la humana y la cristiana. Y, en este contexto, desde el año 2018, el colegio realiza voluntariados internacionales en Costa de Marfil.

Según ha explicado a MADRID ES NOTICIA, desde la ciudad marfileña de Yamoussoukro, Pablo Sansón, profesor encargado de este Voluntariado Internacional, “tras la pandemia retomamos el proyecto aquí en Costa de Marfil. Este ha sido un paso más en la búsqueda de este colegio para lograr que sus alumnos, en principio de 2º de Bachillerato y ahora también de 1º, cierren su etapa escolar, con los mismos valores que El Prado siempre ha defendido, vivir para los demás”.

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Proyectos durante el verano de 2024 en Costa de Marfil

Sansón ha explicado a este medio que el actual proyecto en Costa de Marfil “contempla en primer lugar la construcción de dos iglesias en Kpangbassou y Bezró, dos pueblos cercanos a la capital, Yamoussoukro. En 2023, a través del mismo proyecto de voluntariado se construyeron dos iglesias y un comedor escolar en la misma zona. “Cuando comenzamos a hablar con estos pueblos, nos pidieron la construcción de una iglesia, pues no tenían un lugar donde rezar. Esto nos pareció muy coherente con la identidad cristiana del colegio”, explica Sansón.

También hemos podido conocer de primera mano la forma en la que surgieron los programas de voluntariado relacionados con la alimentación y el hambre en Costa de Marfil. “El primer día que acudimos a trabajar hicimos un parón para tomarnos un bocadillo”, nos explica el responsable del Voluntariado Internacional. “Fue en ese momento, en el que tocamos más de cerca la realidad del hambre de estas poblaciones. Enseguida surgió el deseo de compartir nuestra comida. Fue entonces cuando comenzó el reto de dar de comer a todos los niños del pueblo, un objetivo que con los años ha ido creciendo hasta poder comer diariamente acompañados de mil niños en Yamoussoukro».

De la misma forma, y en cuanto a los proyectos desarrollados por el colegio, este año han comenzado a impartir clases de español en el colegio Kpangbassou, en colaboración con las autoridades académicas de Costa de Marfil.

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La elección de Costa de Marfil como país para desarrollar el voluntariado se ha basado en el apoyo que ha tenido el colegio en Cooperación Internacional. Pablo Sansón nos cuenta también que el primer año acudieron a este país porque les daba seguridad para sus alumnos. Posteriormente, después del viaje a India, “aprendimos que es mejor centrarse en un solo país, pues de esa forma conocemos mejor sus necesidades y podemos mejorar cada año”.

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La desnutrición, el gran problema del África subsahariana

El África subsahariana, también denominada ‘África Negra’, incluye un total de 49 países situados al sur del desierto del Sáhara. En 2015, acogía a la mitad de la población más pobre del mundo, además de a los 10 países más pobres del mundo. En su parte occidental se encuentran las emergencias humanitarias de Nigeria, Mali y Costa de Marfil.

Alejandro Reina es uno de estos alumnos voluntarios, que viven este verano su primera incursión en el país. “Desde el principio llama la atención, especialmente en los pueblos, donde la falta de alimentos básicos es uno de los principales problemas”. Ante esta situación, ha surgido un proyecto denominado ‘¿Me invitas a comer?’, en el que cualquier persona puede colaborar con 1 euro, una cantidad económica equivalente a una comida completa en Costa de Marfil. “Todos los alumnos colaboramos en difundir y mover este proyecto”, nos explica Reina.

Estas acciones nacen de la vocación de servicio, dice Alejandro. “Desde pequeño, mi familia, el colegio y otros medios de formación me han enseñado que la felicidad se basa en el amor a los demás y por lo tanto a la entrega a ellos. Esto de primeras suena muy bonito, pero en la práctica requiere mucha fortaleza. Con los Voluntariados de Costa de Marfil vi la oportunidad de ejercitar esa fortaleza, de darme a personas que ni siquiera conozco. Esto se traduce en la construcción de las iglesias, enseñar español a los niños y poder comer con ellos durante nuestra estancia”.

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‘Ivorian Smile’: una forma de mejorar el mundo

Todas estas acciones toman forma a través de Ivorian Smile, que, según nos ha explicado Javier Juárez, monitor y antiguo alumno, “es un proyecto del Colegio El Prado impulsado principalmente por universitarios antiguos alumnos, que cierra la educación recibida durante 12 años. Aparte de las construcciones de estos edificios, atiende las necesidades alimentarias, sanitarias y lúdico-didácticas de los pueblos más desfavorecidos de Costa de Marfil.

Hablar con Juárez nos hace sentir que aún es posible mejorar un poco el mundo con acciones individuales sencillas. “África cambió mi vida. Salir de la burbuja en la que vivo para pasar un verano radicalmente distinto es algo que no cambiaría por nada. He encontrado la verdadera felicidad, que consiste en vivir para los demás y olvidarse de uno mismo. Lo más grande que puedes dar es a ti mismo, tu vida, tu tiempo. Todos los que venimos nos llevamos mucho más de lo que podamos dar, porque la gente aquí es maravillosa y cada momento con ellos es una lección de vida”. “La enseñanza es llevar todo lo aprendido a Madrid y compartirlo con mi familia, amigos y cualquier persona con la que me cruce en mi vida”, concluye.

Un cambio de vida a nivel espiritual, social y psicológico

Para realizar este reportaje también hemos podido contar con la inestimable opinión de Alberic Tie Bi, marfileño y profesor de español en Grabó (San Pedro, Costa de Marfil). Su papel en este voluntariado es ayudar como intérprete y ser puente entre El Prado y el pueblo marfileño.

Según su testimonio, estos proyectos solidarios tienen “un valor muy positivo estamos muy agradecidos por ello. Gracias a esto, los marfileños pueden soñar, ven que hay personas que se preocupan por ellos y piensan en su situación. Recorrer 4.000 km. y llegar a pueblos perdidos como Bezró o Kpangbassou es muy llamativo”. Así, señala que “el pueblo marfileño está muy agradecido a los españoles en general y en especial al Colegio El Prado.

Tie Bi considera al Colegio El Prado “una familia, el salvador de las almas”, nos explica. “Es más que un colegio, una vida entera. Cruzarte con El Prado te cambia la vida, a nivel espiritual, a nivel social, y también a nivel psicológico. Estoy muy agradecido al colegio y siempre podrán contar conmigo para futuros voluntariados y proyectos”.

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El voluntariado crece cada año

Durante este verano de 2024, tanto los voluntarios que viajan en junio con alumnos de 2º de Bachillerato y en julio con 1º, han logrado reunir a 55 alumnos por viaje y 20 monitores que son, al mismo tiempo, antiguos alumnos. Al primer voluntariado internacional acudieron 28 alumnos, y cada año se han ido incrementando los asistentes.

Como detalle, incluso varios alumnos de 3º de Primaria decidieron donar sus regalos de Primera Comunión para aportar recursos al voluntariado. Muchos de ellos esperan ya con ganas, que les toque el turno de viajar a Costa de Marfil.

Fotografías / Colegio de Fomento El Prado

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