La M-30, una de las principales vías de acceso a la capital y clave para la regulación del tráfico en la región, ha registrado un total de 22,9 millones de vehículos durante el mes de agosto, lo que representa un descenso del 7,1% en comparación con el mismo período del año anterior o, lo que es lo mismo, 1,7 millones de vehículos menos.
El pico de tráfico del mes se alcanzó el jueves 31 de agosto, con un impresionante total de 1.025.482 vehículos en circulación. Por otro lado, el día de menor tráfico fue el domingo 13 de agosto, con 478.000 vehículos registrados.
En lo que va de año, desde enero hasta agosto, se han contabilizado aproximadamente 248 millones de vehículos que han circulado por la M-30, lo que representa un decrecimiento del 3% en comparación con el mismo período del año anterior, equivalente a 7,8 millones de usuarios menos.
En septiembre, el sábado 2, alrededor de 750.000 vehículos circularon por la M-30, mientras que el día siguiente, a pesar de las tormentas que mantuvieron en alerta a la capital, más de 592.000 vehículos utilizaron esta vía. Es importante destacar que, a pesar de las fuertes lluvias que afectaron a la ciudad durante ese fin de semana, Madrid Calle 30 mantuvo sus infraestructuras y equipamientos operativos en todo momento.
Un icono más de Madrid
La M-30 ya es mucho más que una carretera, habiendo sido testigo de la evolución reciente de la ciudad y un reflejo de su crecimiento y desarrollo. Su historia se remonta a la década de 1970, cuando la necesidad de una vía de circunvalación para aliviar el tráfico en el centro de la ciudad se volvió evidente. Hasta entonces, Madrid tenía un sistema de carreteras que no estaba diseñado para manejar el aumento constante de automóviles. Como resultado, la congestión del tráfico era común y frustrante.
Así, la construcción de la M-30 comenzó en 1970, y en 1974 se abrieron los primeros tramos. En ese momento, la carretera se consideraba una maravilla de la ingeniería moderna, con sus pasos subterráneos y elevados que permitían a los automovilistas esquivar los atascos de tráfico en el centro de la ciudad.
Con el tiempo, la M-30 no solo se expandió, sino que también experimentó importantes transformaciones. Uno de los hitos más notables fue la cobertura de tramos de la carretera, que se llevó a cabo en la década de 2000. Esta ambiciosa obra convirtió las zonas antes ocupadas por la carretera en espacios públicos, parques y paseos peatonales, creando una nueva dimensión de movilidad sostenible y calidad de vida para los madrileños.
Hoy en día, la M-30 es una carretera moderna y funcional que sigue siendo vital para el flujo de tráfico en Madrid, incorporando nuevas mejoras para aumentar su compromiso con el medio ambiente. Además de su función como vía de circunvalación, ha incorporado carriles exclusivos para autobuses, carriles bici y áreas verdes, lo que la convierte en un modelo de movilidad multimodal y sostenible.