En los estanques de la Estación Regeneradora de Aguas Residuales (ERAR) en Viveros de la Villa, se encuentra en proceso de adaptación un conjunto de cuatro especies de peces antes de ser liberadas en el río Manzanares en fechas próximas. Las especies en cuestión son la boga, la colmilleja, el cacho y la bermejuela, todas consideradas vulnerables o protegidas y que habitaban el río en el pasado.
El Ayuntamiento de Madrid ha implementado un proyecto de conservación ex situ con el objetivo de criar en cautiverio estas especies de agua dulce. Esto busca crear reservas genéticas y obtener ejemplares aptos para ser reintroducidos en su entorno natural. Además de la protección de las especies, se enfatiza la necesidad de preservar y restaurar su hábitat, lo que implica acciones a largo plazo como recuperar los hábitats fluviales, mejorar la calidad del agua, mantener los caudales ecológicos y controlar especies invasoras.
Esta iniciativa se lleva a cabo en un contexto de creciente pérdida de biodiversidad, donde la conservación del patrimonio natural es crucial para la salud del planeta y la humana. Las amenazas incluyen la construcción de infraestructuras hidráulicas, la contaminación y la introducción de especies exóticas invasoras, que representa un desafío considerable. Para enfrentar esto, se han determinado lugares y métodos adecuados para la liberación, considerando las características de cada especie y realizando campañas de control de especies invasoras en los puntos de suelta.
Control exhaustivo
El procedimiento de suelta implica medir, determinar el sexo y marcar los peces antes de trasladarlos a la zona de liberación. Además, se recogen muestras para análisis genéticos en colaboración con el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Los peces se transportan en bidones con aireadores portátiles y se aclimatan antes de su liberación. Anualmente, el Ayuntamiento realiza seguimientos de la fauna piscícola en el río.
Las características de las especies incluyen detalles sobre su hábitat y alimentación. La boga, la colmilleja, el cacho y la bermejuela tienen adaptaciones específicas a sus entornos y desafíos. La bermejuela, por ejemplo, depende en gran medida de la calidad del agua en su hábitat, lo que la hace vulnerable a la urbanización y contaminación.