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Aquel mayo negro del aceite de colza

La Enfermedad del aceite tóxico de colza, también conocida como Síndrome Tóxico o Síndrome del Aceite Tóxico, fue una de las mayores crisis sanitarias que se vivieron en nuestro país, cuya primera muerte se registró en 1981 en Torrejón de Ardoz

Era también un mes de mayo, pero de hace 42 años. El verano también se había adelantado un poco y en Torrejón de Ardoz la gente salía en manga corta a la calle. Pero ese mes de 1981 no será recordado en la ciudad por las altas temperaturas, sino por que fue cuando en dicha localidad se registró la primera muerte de uno de los episodios más negros de la historia de España.

La Enfermedad del aceite tóxico de colza, también conocida como Síndrome Tóxico o Síndrome del Aceite Tóxico, fue una de las mayores crisis sanitarias que se vivieron en nuestro país en los años 80. Afectó a más de 20.000 personas y dejó un saldo de más de 1.000 muertes.

El origen de esta enfermedad se remonta, como decimos, a 1981, cuando una empresa española importó aceite de colza desnaturalizado, que estaba destinado para uso industrial, pero que se vendió fraudulentamente como aceite de uso alimentario. El aceite en cuestión estaba contaminado con anilina, un producto químico altamente tóxico, que se utilizaba en la fabricación de tintes y explosivos.

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Este aceite fue comercializado en la zona sur de Madrid y en algunas localidades cercanas, y fue utilizado por miles de familias como aceite de cocina durante varios meses. Los efectos de esta contaminación no se hicieron evidentes hasta algunos meses después de su consumo, cuando empezaron a aparecer los primeros casos de una extraña enfermedad que afectaba a los pulmones y al sistema nervioso.

Los síntomas de la enfermedad incluían fiebre, dolores musculares, dolores de cabeza, náuseas, vómitos y diarrea. Los pacientes también presentaban dificultad respiratoria, tos seca, fatiga y debilidad. Algunos pacientes desarrollaron una enfermedad autoinmunitaria que afectaba al sistema nervioso y que causaba parálisis, convulsiones, ceguera y otros síntomas graves.

Del miedo a la indignación

La histeria se apoderó de una población mucho menos informada que la actual, y en un escenario en el que los médicos inicialmente no pudieron identificar la causa de esta enfermedad, se barajaron inicialmente varias hipótesis, como una infección vírica o una intoxicación alimentaria. Sin embargo, pronto se estableció una relación entre los casos de enfermedad y el consumo de aceite de colza.

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A medida que se fue descubriendo la verdadera causa de la enfermedad, se desató una crisis sanitaria sin precedentes en España y una ola de protestas. Se prohibió la venta y el consumo de aceite de colza, se retiraron del mercado todos los productos que lo contenían, se clausuraron las empresas implicadas en el fraude y se iniciaron investigaciones judiciales y administrativas.

El gobierno español creó una comisión de investigación para esclarecer los hechos y evaluar las consecuencias de la contaminación. Se realizaron estudios epidemiológicos y clínicos para evaluar la magnitud de la epidemia y para identificar los grupos de población más afectados. Asimismo se estudiaron también las causas de los fallos en el sistema sanitario y de los retrasos en la identificación de la enfermedad.

En paralelo, se inició una campaña de información y de concienciación para prevenir la propagación de la enfermedad y para informar a la población sobre los síntomas y los riesgos asociados al consumo de aceite de colza. Se crearon grupos de apoyo a los afectados y se establecieron programas de ayuda y de compensación para las familias afectadas.

Cómo no, la Enfermedad del Aceite Tóxico de Colza marcó un antes y un después en la historia de la salud pública española. Fue una crisis sin precedentes que puso en cuestión la seguridad alimentaria y la protección de los ciudadanos, siendo el germen del mayor control que existe en la actualidad.

Muchas personas continúan sufriendo secuelas irreversibles debido al consumo de sustancias tóxicas, y un gran porcentaje de ellas han quedado afectadas de manera crónica. A través de la plataforma de afectados ‘Seguimos viviendo’, se está llevando a cabo una lucha constante para que este trágico suceso no sea olvidado.

Imagen portada: Archivo histórico RTVE

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