(Excusas por el perturbador título… pero tiene su explicación al final)
Estoy seguro de que sus intenciones (las de Irene) son buenas, y que estará sufriendo por sus tropiezos, que lo son de todo el feminismo… pero las cosas, por más que se hagan desde el convencimiento, cuando se hacen desde el radicalismo no van por el buen camino y por tanto no llevan a buen puerto.
Irene Montero, a estas alturas, ha hecho ya tanto daño al feminismo (y más allá), que en realidad aún puede hacer algo grande por éste: dimitir como ministra y cesar en su activismo.
Porque efectivamente cuando se hace algo desde el extremismo, lejos de conducir a un entendimiento, se genera una reacción opuesta. Y precisamente al feminismo, que es algo que hay que construir con educación, desde la base, el querer guiarlo desde el sectarismo le sienta muy mal.
Le he escuchado muchas infantilidades, pero no cabe para ella la indulgencia que se tiene para con los peques, y ya ofende que por ejemplo escude su última liada en que hay jueces machistas.
De toda la vida hay abogados en busca de huecos legales por los que colar sus goles, y de toda la vida los jueces deben aplicar las leyes aunque a menudo toque hacerlo a disgusto.
Esto del “solo sí es sí” ha tenido tiempo para gestarse y se supone que habrá sido hecho por gente que sabe detrás de lo que anda; así que si no está bien hecho chapuza ya es, pero tocará reconocerlo y, si se puede, corregirlo… en vez de echar culpas fuera.
Irene ha conseguido, con su insistencia hasta el nivel de la ridiculez en el tema del lenguaje inclusivo (elles y esas cosas), que la gente lo tome a burla.
La ley de género a elección… mejor la dejo para otra vez, o para ninguna.
Y el feminismo en general, lo ha llevado al punto de la ofensa.
Feminismo es lo que ella y sus satélites dicen que es feminismo, y todo lo que no alcance esas escarpadas cotas ya es machismo.
El conflicto está servido… y no se trataba de eso, se trataba de llegar a hacer entender, a hacer comprender, a hacer razonar… que las mujeres, efectivamente, merecen el mismo respeto que los hombres.
Ni siquiera se trata de igualdad, porque no somos iguales, leñe… como se ve por ejemplo en las pruebas para acceder a ser policía, o en todos los deportes (hasta en el ajedrez) que separan a hombres y mujeres… y No pasa nada; cada cual tiene sus virtudes, y eso es lo que hay que normalizar.
Veremos hacia dónde llevan Irene y compañía el tema de la prostitución, que parece que va a ser la próxima batalla.
Es un tema en el que hace falta ética, pero no se debe olvidar el ingrediente del pragmatismo.
La prostitución ilegal ya está perseguida, y bien estará si se persigue aún más, pero ¿Prohibir la prostitución? ¿Por qué?
Es una de las cosas en que el feminismo exacerbado le dice a una mujer que ejerce libremente la prostitución, que está haciendo mal… pero ¿Está haciendo mal?
Sé que la comparación que sigue tiene grandes distancias con el acto sexual, pero espero que sirva para reflejar por dónde voy: el minero que para ganar dinero se metía en una maltrecha galería de carbón, arriesgando la vida y garantizándose día tras día una mala respiración en su vejez (si llegaba) ¿Hacía bien o mal?
Hay unos cuantos trabajos que se realizan en condiciones penosas, pero que son incluso necesarios. Hay trabajos que están mal desde el punto de vista de la salud y algún otro, pero si se ejercen desde la libertad ¿Tiene alguien que ir a decirle a esos trabajadores que hacen mal? Lo que se debe hacer con los trabajos es mejorar las condiciones para ejercerlos.
La prostitución, para quien la quiera practicar, debería estar regulada. Me atrevo a decir que cumple una importante función, y ya definitivamente entro en terrenos pantanosos y se me tildará de machista y otras cosas, pero hay cosas que aunque no quede bien decirlas, en estos tiempos de cristal, hay que decirlas porque la realidad está tras ellas.
Y es que los hombres son hombres (digo “son” por poner la distancia que requiere el asunto, ya que no hablo de mí). Y no lo digo como disculpa… pero una ley, y en esto ni siquiera la educación, no va a cambiar el que a un hombre le apetezca de vez en cuando sexo y sienta esa necesidad (será la testosterona).
El sexo se considera una necesidad secundaria solo porque se puede sobrevivir más tiempo sin sexo que sin beber; pero también se aguanta mucho más sin comer que sin respirar y no por ello es menos necesaria una cosa que la otra.
¿Se puede vivir realmente sin sexo? No lo sé, y no tengo ejemplos de ello, porque incluso entre personas que supuestamente se han acogido al voto de castidad, unas cuantas de ellas se ha acabado descubriendo que eran repugnantes pederastas. Respecto a los demás presuntos célibes, apuesto a que habrán practicado sexo en algún momento, aunque supongo que en la gran mayoría de los casos será sexo no punible y en cualquier caso no tenemos porqué enterarnos. Pero la cosa es que llega un momento que la necesidad aprieta… y hemos civilizado mucho el sexo, pero los instintos siguen ahí, y cuando se pasa hambre se hace lo que haga falta por comer… ¡Lo que haga falta! Creo que me explico.
El pasar hambre se contiene socialmente con ayudas, comedores sociales, etc… pero el instinto largamente insatisfecho del sexo, como le ocurrirá a unes cuantes ¿Cómo se contiene? ¿No es pagar por sexo, si se hace desde la libertad por ambas partes, un trabajo incluso digno?
Y sí, estoy de acuerdo en que lo ideal sería que no hiciera falta eso, como ideal sería que no hiciera falta la policía y otras cosas, pero… esto es la Tierra, no dejemos de tener los pies en ella.
¿Qué pasará si se prohíbe la prostitución?