Desde hace dos décadas, la Real Casa de Correos, sede del Gobierno regional y casa de todos los madrileños como le gusta decir a la presidenta Ayuso, acoge el tradicional Nacimiento ejecutado con especial maestría y dedicación por la Asociación de Belenistas de Madrid. Y, como todos los años, los madrileños esperan pacientemente para poder entrar en el patio del edificio y contemplar las distintas escenas que narran el mayor acontecimiento vivido en la Tierra: el nacimiento de Jesús, que para los creyentes se trata de Dios hecho hombre.
En la inauguración del Nacimiento de la Puerta del Sol, la presidenta Isabel Díaz Ayuso proponía un “pacto por la Navidad” y nos recordaba que “el mensaje cristiano, se tenga o no fe, es el que impregna nuestra forma de vida: la caridad, la piedad, el perdón, la tolerancia, el cuidado a los enfermos, la ayuda a los vulnerables, el respeto a la vida humana, la dignidad de la mujer, la satisfacción de compartir y de hacer el bien”.
Y seamos o no creyentes, debemos reconocer que las raíces de Europa y de España son cristianas, como cristianos son los valores que nos definen como sociedad occidental y que, en mi opinión, debemos defender porque son los que aportan un mayor sentido y dignidad al hombre.
Como recordaba la presidenta de la Comunidad de Madrid, “la propia Historia de España, desde la Hispania romana, y desde la misma Monarquía de los Visigodos, no se explica sin su raíz cristiana”. Y proseguía aseverando que “no es justo arrancar a los hombres de su Historia, ni de su tradición, ni de su dimensión trascendente, que buscará o no cada uno en libertad y en paz”.
Como en la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid, nuestra región se llenará en los próximos días de Belenes y representaciones que nos recordarán nuestras tradiciones y nuestras raíces cristianas, las que nos son propias y las que algunos quieren ignorar, cuando no denostar. Delante de todas esas representaciones, con mayor o menor sentido y sentimiento religioso, recordaremos y celebraremos que una noche fría de invierno hace más de dos mil años Dios se hizo hombre por amor a los hombres.
Delante de todas esas representaciones navideñas, o reunidos en nuestras casas con nuestros seres más queridos, recordaremos a los que ya no están con nosotros y, también, a aquellos que sufren, están enfermos o pasan por dificultades. Y tendremos muy presente a todos aquellos que sufren las duras consecuencias de la guerra, como nuestros vecinos de Ucrania, y rememoraremos que, durante el anuncio de la “buena noticia” del ángel a los pastores, una legión del ejército celestial deseaba precisamente: “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
¡Feliz Navidad!