A espaldas de la Gran Vía y cobijado del ruido de tráfico y transeúntes que cada día surca esta arteria de la capital, se sitúa el mercado de Los Mostenses, un oasis de comercio tradicional que corona la plaza homónima en ese centro de Madrid cada vez más tomado por los neones de las franquicias.
Construido en el año 1946, es uno de los más veteranos de cuantos podemos encontrarnos hoy en la ribera del Manzanares. Casi ocho décadas a sus espaldas y muchos cambios, como las de las personas que ahora atienden detrás de cada mostrador. En la actualidad, sin duda, su seña de identidad característica es la formidable mezcla de culturas, gastronomía y alimentos de los cinco continentes. Casi cada rincón del planeta está representado en este mercado, donde podemos encontrar desde los mejores cortes de carne de Ávila a la fruta exótica procedente de las selvas tropicales. Pero siempre con una sonrisa.
Eso sí; lo que se ha mantenido inalterable en el mercado de Los Mostenses (que toma su nombre de la plaza en que se ubica en alusión al convento de San Norberto de monjes premostratenses o monteses que existió allí hasta su derribo en 1810) a lo largo de estos años es su sabor a barrio. A gritos desde mucho antes que despunte el sol y ruidos de cuchillos afilándose. A cajas con hielo derritiéndose después de cumplir su cometido de traernos el pescado fresco.
Entre el centenar de puestos no ha variado demasiado su estructura anterior. Sí lo han hecho, por supuesto sus clientes, aunque quienes llevan viviendo en la zona en una línea temporal casi paralela a la del mercado no han dejado de recorrer sus pasillos.
Algunos de ellos, quién sabe, quizá fueron testigos del incendio que se produjo en su interior el 2 de octubre de 1997, y que llegó a afectar a diez comercios de su interior. Al no ser un espacio protegido, se ha visto sometido a la evaluación de diversos proyectos de remodelación y de rehabilitación. El último se centrará en sus calles adyacentes, con un plan ya aprobado por el Ayuntamiento de Madrid que se ejecutará en los próximos meses y que contempla más espacio público para el peatón, facilitando la conexión con la Gran Vía e iniciando un recorrido a pie por la zona.
El mercado de los Mostenses es un organismo vivo donde se alterna lo imprescindible con lo imprevisible. Un colmado de productos coreanos, una zurcidora china o un dispensario de caviar iraní. En sus tres plantas, o ubicados a pie de calle, los puestos abarcan un espectro amplísimo del negocio alimentario, incluidos dos bares y ofrece servicios variados como peluquería, reprografía o floristería.
Es, definitiva, un paradigma del comercio de barrio y de la nueva realidad multicultural de Madrid.