En un pleno de una junta de distrito de cuyo nombre no quiero acordarme, sucedió la historia que les paso a relatar. Una representante defendía su posición de voto respecto a un previsto homenaje a Cervantes y a su maravilloso Quijote, afirmando: “a pesar de que esta obra no tiene un lenguaje inclusivo, no se puede negar la importancia que tiene”.
Que el Quijote no tiene lenguaje inclusivo… Si pudiera usar aquí un emoticono sería uno con la ceja levantada y cara de sorpresa.
El Quijote, discúlpenme todos los defensores y todas las defensoras del lenguaje inclusivo, se escribió hace más de 400 años, concretamente hace 411 años. Y el llamado lenguaje inclusivo se ha empezado a utilizar por parte de un sector de la población en pleno siglo XXI, y su uso, desde luego, no es mayoritario.
Una crítica como la que se escuchó en aquella junta por parte de una representante- por cierto muy joven- está fuera de toda lógica, es desproporcionada y si me permiten roza lo absurdo.
Lo realmente preocupante de todo esto es lo absolutamente desconocida que es esta obra para nuestros jóvenes. La importancia del Quijote va mucho más allá de ser la obra cumbre del castellano. Su verdadera importancia radica en su modernidad e incluso en la defensa que hace del feminismo.
Sí, Cervantes en el año 1605 ya puso sobre la mesa una serie de cuestiones con respecto a los derechos de la mujer, mucho antes de que fuera normal hacerlo, incluso entre las escasas escritoras de entonces. En boca de la pastora Marcela defiende que cada mujer sea libre de casarse con quien quiera, si esta fuera su voluntad. Marcela, a principios del siglo XVII, afirma que “tengo libre condición, y no gusto de sujetarme”. Ella es una mujer libre, su vida es suya, no pone ni al hombre ni al matrimonio como centro de su vida; pero ojo: tampoco se opone a él. Cervantes ya supo en aquel entonces lo que el feminismo debía ser: la libertad de la mujer de decidir y de hacer sin ser juzgada por llevar zapatillas o tacones, y no la sustitución de un patrón de comportamiento por su contrario. Ustedes ya me entienden.
Mucho me temo que después de 411 años quedan aún muchos molinos de viento por vencer.
Sofía Miranda es concejal de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Madrid.