Como muchos de mis compañeros y amigos saben, en ocasiones me gusta aprovechar la oportunidad que me brindan las líneas para reflexionar acerca de los límites de la esfera política. La reflexión, lejos de parecer una labor filosófica e inútil, me parece una herramienta fundamental para acotar el escenario político y trabajar de forma más eficaz en él.
En un mundo donde las ideologías parecen desplazarse por un lado, hacia la mera gestión y por otro, hacia el esfuerzo exclusivo por la comunicación y la imagen, a veces nos olvidamos de que lo que realmente sustenta el sistema político y la gestión del día a día son las ideologías que nos llevan a actuar hacia un lado u otro. Y es que en mi opinión, pensamos en ideología como una dicotomía entre izquierda o derecha, pero también existen otras ideologías y posicionamientos. Por ejemplo, en política se puede ser más o menos práctico, más pasional o más estoico, más gestor o más reaccionario.
Uno de los últimos acontecimientos que me han hecho reflexionar han sido las últimas acciones del alcalde de Coslada, al decretar la delegación de sus funciones en la primera tenencia de alcaldía durante tres horas para asistir a una manifestación diseñada para increpar a la Presidenta Ayuso a las puertas del Hospital del Henares.
Ya de por sí resulta cuanto menos sorprendente que un alcalde suspenda, con su correspondiente publicación en el BOCM, toda actividad de su figura por asistir a una manifestación. Lo que realmente nos ha dejado perplejos, es que se cumple una semana desde que niños de entre 3 y 5 años, de tres clases de infantil del colegio Antoni Tapies se quedasen sin calefacción a raíz de la rotura de la caldera. ¿Solución? Unos calentadores domésticos que a duras penas pueden contener el calor en unas clases con las ventanas abiertas por protocolo COVID en plena oleada de frio invernal.
¿Qué clase de criterio puede seguir un político para tomar la decisión de suspender sus funciones a cambio de ir a una manifestación con las responsabilidades inherentes de una ciudad de 81.000 habitantes? Invito al alcalde a reflexionar sobre los límites de la política, muchas veces sustentados sobre el papel de los decretos, sin que realmente tengan un sentido coherente a la hora de gestionar una ciudad.
¿Es demagoga mi reflexión? ¿Acaso la gestión de un alcalde puede suspenderse tres horas sin mayor recorrido? Eso os lo dejo a vosotros, pero sin duda, esta clase de pensamientos, son los que día a día me recuerdan la clase de político que yo si elijo ser.
Imagen portada: Comunidad de Madrid