El debate sobre la descapitalización de Madrid ha regresado como El Almendro en Navidad. Tras su anuncio en octubre, el Gobierno ha vuelto a poner encima de la mesa la cuestión sobre la descentralización de la sede de algunos organismos en otros puntos de España. Otro globo sonda más que está cogiendo fuerza a pesar de que, para variar, las cifras desmienten la idoneidad de esta decisión. La descentralización no ayudaría a combatir ni la despoblación ni la crisis económica.
El peso económico de los servicios públicos en Madrid, siendo capital del Estado, tiene un 15%. Una cifra mucho menor que las regiones de Extremadura, Castilla y León, Andalucía, Castilla La Mancha, Canarias o Asturias, donde estos indicadores se sitúan por encima del 20%. Además, en la Comunidad de Madrid tan solo 28 trabajadores de cada 1000 se sitúan en el sector público, dato que la convierte en la tercera región donde la administración tiene un menor peso relativo. No voy a aprovechar estas líneas para entrar en el tema de si descapitalizar Madrid o no es algo conveniente, sino a compartir mi reflexión acerca de la forma de hacer política y colocar los temas de actualidad por parte del Gobierno en la sociedad española, generando división y por tanto, debate.
La acción política viene determinada en muchas ocasiones por la agenda de los ciudadanos mediante la retroalimentación que genera el propio mecanismo democrático. Los problemas de la gente son escuchados por los dirigentes, que toman decisiones que a su vez, generan nuevos problemas o temas de actualidad en la sociedad, creando un circulo alimentado por los medios de comunicación. La agenda del Gobierno, la de los medios, y la de los ciudadanos, generan la actualidad política mediante una coordinación natural.
Desde la llegada al poder de Pedro Sánchez, estamos observando una ruptura de este mecanismo, observando golpes de efecto que nada tienen que ver con los verdaderos problemas de los españoles, pero que sin embargo logran colocar en la agenda de los ciudadanos un supuesto problema que genera debate y opinión.
El gobierno de socialistas y comunistas no quiere que seas tú el que decida cuales son los principales problemas. Su objetivo no es que te preocupes por lo importante o por lo que te interesa realmente sino que redirijas tu atención hacia aquellos temas que a ellos le interesan, porque controlando la información lo controlas todo. Y en una persona como Pedro Sánchez, que quiere mantenerse a toda costa en el poder, el hecho de controlar a la gente le apasiona enormemente. Seguimos manteniéndonos en los vaivenes de lo innecesario, a la puerta de las Navidades.