El Palacio de la Prensa de Madrid ha sido testigo del estreno de Historias Incompletas, proyecto de estudiantes del Instituto del Cine que después de cinco años consiguieron llevar a la pantalla. Un encuentro con los directores, actrices y actores y familiares para presenciar una obra cotidiana en la que las culpas y las cargas orbitan en tramas simultáneas en una ciudad donde todos buscan su identidad.

Crónica

El Palacio de la Prensa de Madrid, el tráfico, las risas, abrazos, palabras que encontraron un foco. Después de cinco años de producción, se completa la historia de un proyecto de estudiantes que querían reflejar historias humanas desde una cámara y la empatía.

Este proyecto dirigido por cinco directores fue acogido en la sala 1 del cine. Productores, técnicos y miembros de rodaje se reunieron después de un viaje que se ha completado. La emoción se palpaba, las alfombras triunfales con la satisfacción de un proyecto que las actrices no habían podido ver y con la ilusión de compartir con el público. Esperan que este proyecto independiente pueda distribuirse en plataformas y otras promociones.

Pregunta: ¿Cómo ha cristalizado este proyecto con tantas visiones y personas implicadas en la dirección?

Respuesta: En palabras de Guillermo González, uno de los directores de la película: «El proyecto ha sido un parto porque cada uno teníamos una visión artística diferente. La necesidad de contar una historia y de reducir 80 páginas de guion, el condensar, ha ido creando un estilo en unidad y no parece que esté dirigida por diferentes directores».

Álvaro Hervás: «Teniendo en cuenta cada visión, hemos escogido las escenas y las hemos planteado para que cada director y su preferencia dramática pudieran adaptar las historias. El mayor logro es la unidad de la película, tonal y de estilo».

Pregunta: ¿Cuál es el objetivo de la película?

Respuesta: «Lo que teníamos en común la mayoría de los directores es que somos de fuera de Madrid. Queríamos contar la historia de personajes que vienen de fuera y quieren encontrar su sitio en la ciudad. Los caminos se cruzan, se separan y las heridas en el pasado no se cierran e influyen a una persona».

Pregunta: ¿Cómo ha sido realizar el proyecto con un proceso tan largo?

Respuesta: «Nos hemos tomado el proyecto con mucha calma. Al ser un proyecto de escuela, lo han montado alumnos, hemos buscado a gente para el sonido y la realidad es que nosotros mismos no nos hemos puesto una exigencia para acabar la película. Lo importante es que estamos contentos con el resultado y hemos plasmado lo que queríamos contar.

Crítica

Una película cotidiana, sincrónica y llena de historias y matices que alberga una ciudad que, como los copos de nieve, no son iguales. Un hilo conductor simultáneo en el que los personajes son consecuencias de acciones suyas o de otros y que expresan situaciones familiares, amorosas y de amistad.

Con un ritmo fluido y la utilización de planos en cámara en mano, consigue una cercanía y una verdad encomiable. Todas las historias necesitan atención. Desde una pareja que intentan salir adelante, rupturas familiares e identidades adolescentes en proceso. Logra llegar a la verdad desde la empatía y lo sorprendente es la unidad con la que discurren las tramas dirigidas por diferentes directores que parecen uno.

Cierto es que, siendo un proyecto estudiantil, no disponía de un holgado presupuesto y algunos detalles técnicos se pueden pulir. Es lo que hace a esta película más auténtica, no hay pretensiones, busca la necesidad de contar historias que quieren resolverse. La culpa es un sentimiento destructivo y las consecuencias es un opción siempre a escoger. Los personajes buscan esas elecciones con las que construirse y construir sus consecuencias.