El Restaurante Botín, situado en la calle de Cuchilleros número 17, es un lugar emblemático no solo por sus buenos platos, sino por toda la historia que lleva sobre sus espaldas. En 1987, fue reconocido por el Libro Guinness de los Récords como el restaurante más antiguo del mundo. Ese mismo año, el famoso libro también recogía que el por entonces adolescente Goya, en torno al año 1765, trabajó en él de friegaplatos. ¿No te está ya entrando curiosidad por saber toda su historia?
La llegada de Jean Botín
Entre 1606 y 1620, cuando la Corte de los Austrias se aposentó en Madrid y la Plaza Mayor (conocida en la época como Plaza del Arrabal) ya había finalizado su reforma, la zona centro de Madrid se convirtió en un nuevo enclave comercial. Zapateros, cuchilleros, curtidores, latoneros, trabajaban cada día para ofrecer sus mejores productos. De allí que todas las calles de la zona adoptasen nombre de oficios. Ribera de Curtidores, Plaza de Herradores y, por su puesto, la Calle de Cuchilleros. ¿Te empieza a sonar, verdad?
Es en una de estas calles donde un cocinero francés llamado Jean Botín, que llegó a Madrid de la mano de su esposa de origen asturiano, decidió abrir su negocio. En 1725, un sobrino de su esposa, llamado Candido Remis, abrió una pequeña posada en la calle Cuchilleros e hizo una reforma en la planta baja del edificio cerrando los soportales que había. Allí, se aposentaría el negocio Botín.
En el S.XIX se volvió a reformar dicha planta baja y en esta ocasión se construyó un friso de madera policromada con pan de oro, así como escaparates y un mostrador. Desde aquel bajo se vendían pestiños, suizos, bartolillos y glorias de crema. Para entonces, Botín era “una casa de comidas”. El término restaurante solo lo utilizaban algunos establecimientos que buscaban parecerse a los locales parisinos de la época.
Hasta bien entrado el S.XVIII, en los mesones no era posible vender ni carne, ni vino ni otros alimentos, ya que se consideraba que les hacían la competencia a los otros gremios. Solo se podía servir aquello que los huéspedes llevaban para ser cocinado.
De Botín a González
Con la llegada del S.XX, Botín llegó a manos de sus actuales propietarios: la familia González. La entrada y el primer piso estaban dedicados al restaurante, la bodega era el almacén y el segundo y tercer piso estaban destinados a vivienda familiar. Cuando Emilio González y Amparo Martín se pusieron al mando del negocio, Botín tan solo era una pequeña empresa familiar con siete empleados, incluyendo al matrimonio y a sus tres hijos.
La Guerra Civil rompió las ilusiones de la familia González. Amparo y sus hijos se marcharon a Segorbe (Castellón) y Emilio se quedó atendiendo la casa que se convirtió en un comedor para los milicianos. Tras la terrible posguerra, los hijos varones del matrimonio, Antonio y José, se pusieron al frente del negocio para convertirlo en el restaurante que es hoy.
Un restaurante de libro
La zona donde se encuentra el restaurante fue un hervidero de gente de mejor y peor calaña, un escenario perfecto para la literatura.
Casa Botín ha tenido el honor de formar parte de esos mundos imaginarios y ser el centro de las tramas de algunas obras literarias como “Fortunata y Jacinta”, de Benito Pérez Galdós: “Anoche cené en la pastelería del Sobrino de Botín, en la calle de Cuchilleros…”
O en “Greguerías”, de Ramón Gómez de la Serna, con frases del tipo “Botín es el gran restaurante donde se asan las cosas nuevas en las cazuelas antiguas”.
María Dueñas, en su best seller “El Tiempo entre costuras”, también hizo referencia al famoso local. “Hace uso días nos reunimos a comer en Botín, le encanta el cochinillo…”, se puede leer en sus páginas.
Hoy en día
El restaurante se compone de cuatros plantas que siguen conservando el ambiente de la antigua posada. Situado en pleno centro de Madrid, su ambiente, un buen servicio y una cocina cuidada hacen de este establecimiento uno de los mejores restaurantes de Madrid.
Su especialidad es la cocina castellana y el plato estrella los asados de cordero y cochinillo. Cada semana, llegan al restaurante grandes cargamentos de cochinillos segovianos y corderos de la zona de Sepúlveda, Aranda y Riaza.
Hoy en día, el negocio está regentado por la tercera generación de la familia González. Antonio, José y Carlos siguen al pie del cañón para ofrecer los mejores platos y el mejor servicio, manteniendo siempre la esencia de 300 años de historia.
Cuentan con una tienda online llamada ‘1725 Gourmet‘. En ella, los clientes tienen a su disposición sus famosos cochinillos y corderos pre-asados con un aroma de leña de encina para que se puedan disfrutar en casa con solo 30 minutos de horno. Además, ofrecen una gran selección de platos y acompañamientos gourmet, ideales para disfrutar sin moverte de casa.