Todos los madrileños, así como millones de turistas que nos visitan cada año, hemos pasado alguna vez bajo el rombo más famoso de la ciudad. Hablamos, cómo no, del que identifica de manera inequívoca a nuestro Metro de Madrid, obra del arquitecto Antonio Palacios.
Un símbolo de la ciudad que ahora puede lucir en tu lugar favorito, porque ya es posible comprar en las tiendas del suburbano una réplica de este icono en tamaño real.
Según ha informado la compañía, ya es posible adquirir, por 49,95 euros, una reproducción de 110×66,5 centímetros, fabricada en dibond (un material ligero) y que viene preparada para poder colgarse en la pared.
Las tiendas de Metro de las estaciones de Sol y de Plaza de Castilla, o la tienda online del suburbano venden estas reproducciones del rombo en su formato clásico (de colores rojo, azul y blanco) o una versión con los colores LGTBI, como la instalada en el acceso a la estación de Chueca.
Además del rombo, Metro está incorporando nuevos artículos a su catálogo de productos, que llegarán a lo largo de los próximos días: mascarillas con la representación de las líneas de Metro o láminas del ilustrador Paco Roca, con la misma imagen expuesta en el mural situado en la estación de Plaza de Castilla, una serie limitada y numerada de la obra dedicada a los abuelos.
Por otro lado, Metro también ha añadido una nueva línea de productos LGTBI; así, además de las camisetas que se lanzaron con motivo del Orgullo 2020 y de los rombos multicolores, se van a lanzar próximamente nuevos productos como llaveros e imanes con los colores característicos.
El rombo que sirve de logo de Metro fue obra de Antonio Palacios, uno de los arquitectos más importantes del siglo XX que se encargó del diseño del suburbano madrileño y de la decoración de las estaciones.
Antonio Palacios tenía claro que Madrid tenía que ser una ciudad más europea, y había que encontrar un estilo propio en sus creaciones y en su imaginario urbano: había que ser versátil y adaptarse al uso de la ciudad. Por eso Palacios se inspiró en el logo del Metro de Londres y en sus características, que son sencillas pero firmes: claridad, sencillez y dinamismo.
Una representación que en Metro de Madrid también ha evolucionado con el tiempo y las diferentes tendencias de la sociedad, pero su gran cambio llegó en los años 80.
La marca de Metro recibió entonces un lavado de cara: se mantuvo su forma y colores (rebajando algo el azul), y la tipografía se cambió a un Helvetica y utilizaban por primera vez las minúsculas.
Además, hasta entonces se habían utilizado versiones del logo con relieves y brillos, y se pasó a utilizar solo colores planos, aunque ha mantenido siempre su esencia, lo que ha hecho de este diseño un auténtico icono de Madrid.