La Comunidad de Madrid, con motivo de la celebración del Año Galdós, invita a recorrer el Madrid de los personajes del novelista a través de las fotografías de Juan Moya. Este arquitecto, aficionado a la fotografía, captó con su cámara lugares y personajes propios del más arraigado casticismo de finales del siglo XIX.
El fondo fotográfico Juan Moya Idígoras contiene las imágenes más antiguas de las que se conservan en el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. En 2008, el nieto del autor, Juan Moya Arderius, donó al Archivo Regional las 115 fotografías que constituyen actualmente el fondo, realizadas en 1890.
Todas estas imágenes pueden verse a través del Portal de Archivos de la Comunidad de Madrid.
Las palabras de Galdós en imágenes
Juan Moya retrató como pocos el Madrid de Galdós en una perfecta simbiosis con el escritor, como si de una pareja de reporteros se tratara, uno a través de la imagen y otro de la palabra. Ambos nos muestran lo más profundo del alma castiza y la esencia de un pueblo que vive y siente con pasión.
La expresividad y hondura psicológica que Galdós imprimía en su obra se refleja en las fotografías del arquitecto. Personajes de toda condición y clase social se entremezclan por rincones típicos de la capital, como la Plaza de Oriente, la Puerta del Sol, la calle Alcalá o la Plaza de Santa Cruz, entre otros.
Así como Galdós gustaba de pasear por Madrid para espiar conversaciones ajenas que inspiraban algunos pasajes de sus novelas, la cámara de Juan Moya acechaba a los viandantes despistados y a los grupos que charlaban animados. El resultado, el reflejo de un costumbrismo pintoresco donde conviven charlatanes, puestos ambulantes, desfiles de caballería, militares, pilluelos desarrapados, elegantes caballeros, señoras de postín y humildes sirvientas.
Este viaje en el tiempo al Madrid de hace 130 años lleva a calles y plazas, apenas reconocibles, que evidencian el espectacular desarrollo urbanístico que la capital experimentó a lo largo del siglo XX.
Otro aspecto que sorprende es la moda de la época, muy diferente según la clase social. Así, el miriñaque, el polisón y el corsé de las mujeres de la clase media y la burguesía conviven con los mantones cruzados al pecho, los pañuelos en la cabeza, anudados bajo la barbilla, y los delantales de las vendedoras de los puestos ubicados en la vía pública. Entre los hombres es difícil encontrar uno que no vaya cubierto, bien con visera, gorra militar o de diferentes oficios. El bombín y el sombrero de copa eran tendencia entre las clases más pudientes, que también utilizaban la capa madrileña, las levitas y los trajes con pantalón recto, chaleco y chaqueta ceñida al cuerpo.
Por otro lado, el fondo fotográfico Juan Moya incluye también imágenes que muestran vistas impresionantes de La Pedriza, la Presa de El Gasco, la Calzada Romana de Fuenfría, el Puente de Arganda o Laguna de Peñalara, entre otros lugares de la región madrileña, donde descubrimos excursionistas, que campan a sus anchas, con traje y corbata.