La ciudad de Madrid celebra este año la fiesta de su patrón, San Isidro Labrador, de un modo muy diferente. Los madrileños no podremos asistir a su tradicional romería, ni disfrutaremos de su famosa verbena, no veremos a las chulapas y chulapos bailando un chotis cerca de los numerosos puestos de rosquillas, tampoco podremos reunirnos con los amigos y la familia para pasar una tarde festiva en la Pradera, nos perderemos el pasacalles de gigantes y cabezudos, y no podremos escuchar el pregón que da inicio a las fiestas.
La crisis sanitaria provocada por el Covid-19 ha cambiado de manera abrupta nuestros planes más inmediatos, nuestra manera de relacionarnos, y todas aquellas celebraciones y eventos que con cariño habíamos organizado. Ahora lo más importante es la seguridad de los ciudadanos y debemos prevenir futuros contagios, evitando cualquier posible aglomeración, manteniendo la distancia social.
En un Madrid que está de luto y que no olvida a sus miles de fallecidos, renunciamos a algunas de nuestras más populares y arraigadas costumbres porque tenemos que ser responsables y consecuentes con el esfuerzo que hemos realizado, con la labor de los profesionales de los cuerpos y fuerzas de seguridad, de los sanitarios, de tantas y tantas personas que han seguido trabajando para garantizar los servicios más esenciales en estos meses tan duros y tristes para todos, y sobre todo, el esfuerzo de las familias madrileñas que han estado a la altura de las circunstancias y han permanecido en sus casas, para combatir juntos esta horrible pandemia.
Por eso, este año hemos querido premiar con la Medalla de Honor a todos esos héroes anónimos, a los mayores y a los más pequeños, a las mujeres y hombres del pueblo de Madrid, por su actitud ejemplar, por su sacrificio y entereza en estos momentos de dificultad.
Nuestro patrón fue un hombre sencillo y trabajador que no se rendía ante la adversidad, como no lo han hecho ni Madrid ni los madrileños, demostrando coraje en los momentos más duros. Sabemos que juntos somos capaces de todo, que conseguiremos superar este gran desafío y construir un futuro mejor, una sociedad aún más unida y solidaria, más generosa y en la que nadie se quede atrás.
Tendremos que esperar al próximo año para volver a disfrutar de nuestra gran fiesta como hemos venido haciendo hasta ahora, volveremos a escuchar las risas y la música reunidos en la Pradera junto a la Ermita del Santo. Y estoy segura de que lo viviremos con mucha más intensidad, compartiendo nuestra alegría con nuestros seres queridos y recordando a los héroes que hicieron posible volver a celebrar, como siempre, nuestras queridas fiestas de San Isidro.