Joaquín Sabina sigue recuperándose en el Hospital Ruber Internacional de Madrid de las lesiones producidas por la aparatosa caída sufrida durante un concierto el pasado día 12 en el Wizkink Center de Madrid junto con Joan Manuel Serrat. Tras cinco días en la UCI, el cantautor ya se recupera en planta después de la intervención quirúrgica a la que se le debió someter por el traumatismo craneal derivado del incidente.
El cerebro se encuentra protegido por el cráneo, una estructura ósea que en los adultos, a diferencia de lo que ocurre en los recién nacidos, no es deformable. Cuando se produce un traumatismo craneal, los movimientos de aceleración, desaceleración y torsión de las partes blandas del cerebro contra las partes rígidas pueden generan la rotura de vasos sanguíneos y fibras nerviosas.
Las hemorragias intracraneales postraumáticas pueden ser de varios tipos: epidurales (cuando se localizan por fuera de las meninges), subdurales (por dentro de la duramadre, que es la capa externa de las meninges), subaracnoideas (en la capa intermedia de las meninges) y las contusiones (en el interior del tejido cerebral).
Los pacientes que toman tratamientos antitrombóticos están más expuestos a presentar una complicación hemorrágica en caso de sufrir un traumatismo craneal. Ello es debido a que estas medicaciones, que se prescriben tras sufrir un infarto cerebral, un ictus isquémico, etc., hacen que la sangre esté ‘más líquida’.
Los hematomas subdurales son la complicación hemorrágica postraumática que se atiende más comúnmente. En muchas ocasiones, el traumatismo que lo desencadena es de bajo impacto y alejado en días o semanas de la presentación de los síntomas. Mediante una prueba de imagen craneal, que puede ser un TC o una resonancia, se diagnostican este tipo de hemorragias.
Su tratamiento se basa en el empleo de antídotos para neutralizar el estado sanguíneo de anticoagulación, la suspensión temporal de la medicación antitrombótica y la evacuación del coágulo cuando produce una compresión importante del cerebro.
Dr. Francisco Gilo, neurólogo del Hospital Nuestra Señora del Rosario.