Todos los madrileños con cierta edad recordamos, seguro, el Día de San Valentín de 2005. No porque nuestra cena ese día fuera especial o porque recibiéramos un regalo que aún conservamos, sino porque ese día todavía estábamos digiriendo esa rotura en nuestro corazón que se había producido unas horas antes con el incendio que devoró, dejando únicamente el esqueleto, la Torre Windsor, uno de los edificios icónicos de la zona de AZCA.
Construida entre 1975 y 1979, la Torre Windsor, con sus 106 metros de altura y 32 plantas, fue durante años una de las estructuras más emblemáticas del skyline madrileño. Diseñado por un equipo de arquitectos del estudio Del Río-Ferrero, Alas y Casariego, se destacaba por su moderna fachada de vidrio reflectante y su estructura mixta de hormigón y hierro.
Este edificio albergaba importantes empresas, entre ellas la consultora Deloitte, que ocupaba 20 de sus plantas con más de 1.200 empleados, y parte del despacho de abogados Garrigues. El edificio se encontraba en proceso de remodelación cuando ocurrió la tragedia.
La última noche de la Torre Windsor
Eran las 23:19 horas de la noche del 12 de febrero de 2005, cuando se recibió un aviso de incendio en la planta 21. El fuego se propagó rápidamente a través de la fachada metálica y, a pesar de la rápida llegada de los bomberos, la situación se volvió incontrolable.

A la 01:00 de la madrugada, ante la imposibilidad de extinguir las llamas y el riesgo de colapso, se ordenó la evacuación de los equipos de emergencia. En total, fueron necesarios 80 horas de trabajo, seis millones de litros de agua y la movilización de 205 bomberos y 40 vehículos para sofocar el fuego. La estructura llegó a soportar temperaturas de hasta 1.000 grados, carbonizando por completo 30.000 metros cuadrados de oficinas.
El incendio de la Torre Windsor tuvo un impacto considerable en la ciudad. Las calles aledañas permanecieron cerradas por meses, afectando la movilidad en el distrito financiero. Los grandes almacenes de El Corte Inglés, situados junto al rascacielos, sufrieron pérdidas millonarias al permanecer cerrados, justo en fechas clave como San Valentín. Deloitte, la empresa más perjudicada, tuvo que trasladar a su personal a la vecina Torre Picasso.
El desmontaje del edificio, realizado planta por planta con grúas pesadas, finalizó en agosto de 2005, antes de lo previsto. A finales de ese mes, la circulación en la zona pudo restablecerse por completo.

¿Accidente o destrucción de material comprometido?
Desde el primer momento, el incendio de la Torre Windsor estuvo rodeado de especulaciones y teorías conspirativas. Un videoaficionado captó imágenes de lo que parecían ser dos figuras humanas moviéndose dentro del edificio en plena madrugada, cuando ya no debía haber nadie en su interior. Aunque la policía descartó manipulación en las imágenes, no se pudo determinar la identidad de estas personas ni su relación con el siniestro.
Otro de los aspectos controvertidos fue la aparición de un butrón en la pared de una de las oficinas situada en la zona del garaje que comunicaba con el interior de la torre. El informe pericial aclaró que se trataba de un hueco pequeño realizado en un panel de pladur por el que difícilmente podía pasar una persona delgada.
Las investigaciones concluyeron por tanto que el incendio fue fortuito, causado por una colilla mal apagada en una papelera de una oficina de Deloitte. Se determinó asimismo que la rápida propagación de las llamas se debió a la falta de sistemas de extinción automáticos y a la gran cantidad de materiales inflamables en el interior del edificio. De hecho, el 31 de enero de 2006, el juez instructor cerraba el caso al no encontrar pruebas de intencionalidad ni responsabilidad penal.
Y aunque, como decimos, esta fue la versión oficial, el 12 de febrero de 2019, se encontraron pruebas que podrían culpar como único causante del incendio al comisario José Manuel Villarejo del Cuerpo Nacional de Policía. Según el diario Moncloa.com, el objetivo era destruir los soportes documentales de una auditoría realizada por Deloitte al Grupo FG Valores que habían sido solicitados por la Fiscalía Anticorrupción la víspera del siniestro, los cuales podrían perjudicar al entonces presidente del BBVA, Francisco González. Extremo que, por supuesto, trató de descabellado.
Sea como fuere, hoy en día la cicatriz parece cerrada y ese vacío fue ocupado, dos años más tarde, por la torre Titania, un nuevo rascacielos que El Corte Inglés comenzó a edificar tras comprar a la familia Reyzábal la parcela donde se ubicaba la Torre. Sin embargo, es imposible que nuestra mente, al pasar por allí, no nos genere una imagen en el cerebro del «coloso en llamas» madrileño.
Imagen portada: Telemadrid