El verano, aunque en los últimos años cada vez dura más, empieza a despedirse para dar paso a un otoño en el que nos siguen apeteciendo los planes al aire libre, aunque cambiando el «terraceo» y los lugares con agua por otros más tranquilos en los que podamos disfrutar de unos momentos de paz alejados del estrés y el bullicio de la vida urbana.
Y, sin duda, la comarca de Las Vegas y Alcarria Madrileña es uno de los destinos más recomendables para ello. No solo porque está a muy pocos kilómetros de la capital (a menos de una hora en coche desde Madrid), sino porque se trata de un auténtico refugio donde el tiempo parece transcurrir a un ritmo más pausado, permitiendo saborear cada instante.
Pequeños grandes pueblos
Este paraíso escondido está formado por una serie de pueblos que, aunque pequeños en tamaño, son inmensos en cuanto a su belleza y riqueza cultural. Al recorrer estos parajes, uno se topa con paisajes cambiantes, donde los olivos se alternan con vastos campos dorados de cereal, y donde, de repente, surgen pequeños oasis verdes que parecen sacados de un sueño.
Este recorrido, conocido como la Ruta de la Alcarria Madrileña, es un viaje a través de contrastes paisajísticos y culturales, donde el patrimonio histórico convive armoniosamente con la sencillez del entorno rural. En esta ruta, el viajero encontrará preciosas iglesias que parecen custodiar con celo las tradiciones de antaño, junto a callejones estrechos y casas encaladas que invitan a perderse en su laberinto.
La Ruta de la Alcarria Madrileña abarca un total de 46 kilómetros, en los que se visitan pueblos tan encantadores como Valdilecha, Villa del Olmo, Ambite, Olmeda de las Fuentes, Pozuelo del Rey y Campo Real. Cada uno de estos lugares tiene su propio carácter y ofrece una experiencia única, pero todos comparten ese aire de serenidad que se respira en toda la comarca. Es una ruta que puede recorrerse a pie, en bicicleta o a caballo, permitiendo al viajero disfrutar de las festividades y tradiciones locales en cualquier época del año.
La vendimia en la Alcarria Madrileña
El otoño es una época especialmente mágica para visitar esta región, ya que coincide con la temporada de vendimia. Desde la carretera, los campos ofrecen una paleta de colores que resulta verdaderamente espectacular, con los viñedos bañados por la luz tenue del sol de otoño. La combinación de estos paisajes con la calma que se respira en los pueblos crea una postal que difícilmente se podrá olvidar.
Durante el recorrido, uno de los mayores placeres es perderse por los estrechos callejones de estos pueblos. Las fachadas blancas de las casas contrastan con el azul del cielo y, de repente, al doblar una esquina, se alza ante nosotros una imponente iglesia románica, como la Iglesia Nuestra Señora de la Antigua en Villar del Olmo. O quizá nos topemos con la majestuosa Iglesia Parroquial de Santa María del Castillo en Campo Real, que se yergue como un testigo mudo de la historia. En estos lugares, la vida parece detenerse en las plazas principales, como la Plaza Mayor de Ambite, donde el ajetreo diario de los vecinos es una muestra de la vida tranquila y auténtica que se lleva en esta comarca.
El aire de otoño, impregnado del aroma a almendras y castañas asadas, añade un toque especial a la experiencia, haciendo que cada paseo por estos pueblos sea aún más agradable. Los paisajes, en su máximo esplendor, invitan a recorrer kilómetros y kilómetros, ya sea a pie o en bicicleta, bordeando los pueblos y admirando sus hermosas fachadas encaladas desde una perspectiva diferente. Desde un tramo de vía verde, las vistas ofrecen una armonía cromática que se convierte en el marco perfecto para disfrutar del encanto rural en esta estación.
La gastronomía, otro «plato principal» de esta ruta
Después de una larga caminata, como no podía ser de otra manera, el hambre hace su aparición, y es entonces cuando la gastronomía local se convierte en la protagonista. La despensa de Las Vegas y Alcarria Madrileña es abundante y variada, proveyendo a los restaurantes y asadores de la zona con productos de calidad excepcional.
Verduras y hortalizas frescas de la huerta, quesos artesanales, aceite de oliva de primera calidad, carnes exquisitas y, por supuesto, vinos con Denominación de Origen Madrid, son solo algunos de los manjares que se pueden degustar en esta comarca. Sentarse a la mesa en uno de estos establecimientos es una oportunidad para saborear la tradición y dejarse sorprender por los sabores auténticos y el carácter rural de una cocina que ha sido transmitida de generación en generación.