El Viaje del Agua de Amaniel es una instalación hidráulica subterránea construida a principios del siglo XVII por orden de Felipe III y su fin era proveer de agua al desaparecido Alcázar. Después de los trabajos de rehabilitación realizados por el Ayuntamiento de Madrid, los madrileños y visitantes ya pueden visitar sus galerías; unas instalaciones subterráneas que esconden un tesoro y permiten conocer un poco mejor la historia de Madrid.
Del Viaje de Agua de Amaniel se pueden visitar sus galerías y el Arca vieja (o Caño Gordo), que se encuentran en el parque de Juan XXIII, permitiendo a madrileños y visitantes apreciar este importante elemento del patrimonio histórico y cultural de la capital. Las visitas guiadas gratuitas, organizadas por el Ayuntamiento, a través del departamento de Educación Ambiental del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, se pueden solicitar en el correo [email protected] o en el teléfono 914802141. Para más información, se recomienda visitar este enlace.
Orígenes en el siglo XVII
El Viaje del Agua de Amaniel, cuyo nombre se debe a su origen en la Dehesa de Amaniel, actual Dehesa de la Villa, fue ordenado construir por Felipe III en 1613 para abastecer de agua el Alcázar de Madrid y, posteriormente, al Palacio Real. A diferencia de otros viajes de agua de titularidad municipal, éste pertenecía a la Casa Real, permitiendo a la Corona la concesión de agua a conventos y nobles. La Villa de Madrid era abastecida de agua potable mediante unas galerías subterráneas o viajes de agua, hasta que en 1858 se inaugura el Canal de Isabel II que trae las aguas del río Lozoya.
Las obras comenzaron en 1613 bajo la dirección de Tomás de Angulo y Fray Alberto de la Madre de Dios, y hacia 1621 ya estaba en funcionamiento. Sin embargo, el viaje enfrentó problemas constantes de colapsos y derrumbes, además de la sobreexplotación por concesiones, lo que impedía satisfacer completamente las necesidades del Alcázar.
Incendio en el Alcázar y construcción del Palacio Real
Tras el incendio de éste y la posterior construcción del nuevo Palacio Real, se elaboró un proyecto de recuperación del viaje de Amaniel a cargo del arquitecto Juan Batuista Saqueti entre 1750 y 1751, que apenas se materializó en reformas puntuales. El proyecto fue retomado por Francisco Sabatini en el siglo XVIII, pero nunca se completó totalmente.
En el año 1846, Narciso Pascual y Colomer, entonces arquitecto mayor de palacio, elaboró el plano más completo que se conserva, pero con la construcción del Canal de Isabel II, que aseguraba el abastecimiento de agua a la ciudad, el viaje fue paulatinamente abandonado. Se mantuvo como Patrimonio Real hasta 1954, año en que fue cedido a la red municipal de aguas.
Para conocer en más profundidad el Viaje de Agua de Amaniel puedes consultar este enlace.