Hemos llegado a un punto en el que España está perdiendo sus principios y valores. Esta percepción de decadencia moral y ética se manifiesta en diversos aspectos de la vida pública y privada, lo cual es motivo de gran preocupación para muchos ciudadanos.
Cuando era pequeña, mis padres me enseñaron qué era el respeto. El respeto no solo a los demás, sino también a uno mismo. Este principio fundamental incluía un compromiso absoluto con la verdad, sabiendo que la mentira arruina tanto la confianza personal como la confianza social. Insistían en la importancia de la honradez, enseñándonos que la integridad personal era un pilar sobre el cual se construye una vida digna. Ganarse todo a base de trabajo y esfuerzo era una máxima en nuestro hogar, cualquier cosa obtenida sin esfuerzo no tenía el mismo valor ni la misma satisfacción.
Los políticos eran esas personas a las que se admiraban con devoción y confianza. Eran aquellos que tenían un sentido de Estado, que se preocupaban por su país y en los cuales sabías que podías confiar para mantenernos libres y seguros. Este sentido del deber y de la responsabilidad hacia la nación y sus ciudadanos era lo que concedía a los políticos una autoridad moral y un respeto genuino.
Sin embargo, hoy en día parece que sale mejor vivir del cuento y de la palabrería. Esta situación es especialmente evidente en la esfera política, donde se observa que muchos líderes prefieren las promesas vacías y el discurso populista a las acciones concretas y responsables. De ahí, han surgido en España movimientos etéreos que prometen una regeneración moral y ética, y que no disponen de un plan claro y solo ofrecen promesas vacías.
El auge de estos movimientos populistas ha sido impulsado por las políticas nefastas de Pedro Sánchez. Vemos a un presidente del Gobierno que miente continuamente y que necesita cortinas de humo constantes para tapar la verdad sobre la corrupción que hay en torno a él, a su mujer, a su hermano y a su partido. Venden hasta su integridad con tal de estar en el poder, poniendo vetos a los periodistas y a la libertad de expresión, convirtiendo España en una república bananera.
La falta de transparencia y honestidad en el liderazgo ha deteriorado la confianza pública y muchos ciudadanos se sienten traicionados por aquellos que deberían ser sus representantes más fieles, con demostraciones públicas de apoyo o rechazo que pueden ser altamente polarizadoras.
¿Cómo no van a vender España y los que aquí vivimos si pacta con aquellos que quieren destruirla, confeccionando una la Ley de Amnistía a su medida? Esa ley, en lugar de promover la reconciliación y la justicia, parece premiar a aquellos que violan la integridad del país para regresar con vítores, alardeando de luchar por aquello que empezaron y que España no les permitió acabar.
Recompensan con un puesto en las instituciones a los asesinos de nuestros compañeros, hermanos, padres, cuyo único “delito” fue luchar por la libertad y la integridad de las personas. Este tipo de acciones no solo ofenden a las víctimas y a sus familias, sino que también destruyen los principios fundamentales de justicia y responsabilidad.
Ante este contexto, en la Comunidad de Madrid tenemos una alternativa viable, el Gobierno del Partido Popular, con Isabel Díaz Ayuso al frente, firme en la defensa de los valores tradicionales, en la lucha contra la corrupción y en su compromiso con la transparencia.
Desde el Gobierno regional, se demuestra día a día el liderazgo y la forma de enfrentarse a los desafíos actuales, proponiendo políticas que buscan revitalizar la economía, avanzar en tecnología y mejorar la seguridad, fortaleciendo las instituciones, el respeto a las leyes, la inclusión y el apoyo a las familias, lo que refleja un retorno a los valores fundamentales que muchos sienten que se habían perdido.
Madrid representa la esperanza, un soplo de aire fresco que está impulsando a nuestra Comunidad a los mejores rankings, desde la creación de startups, el turismo o en el ámbito de la salud. La Comunidad de Madrid está logrando posiciones destacadas tanto a nivel nacional como europeo con unas políticas renovadoras, innovadoras y responsables. La integridad y el compromiso con los madrileños son dos de los ejes de este Gobierno autonómico frente a aquellos que buscan dividir y debilitar el país.
Finalmente, cito al propio Pedro Sánchez, quien hace siete años le dijo a Mariano Rajoy, entonces presidente del Gobierno, unas palabras que no podrían tener más sentido en estos momentos: “Por el bien del país, de la democracia, y también de su propio partido, señor Sánchez, usted debería dimitir”.