Madrid es, como todos sabemos, una ciudad llena de contrastes, historia y diversidad. También si nos fijamos en su trazado urbano, con pasadizos angostos compartiendo mapa con amplias avenidas, fruto de un desarrollo desigual y, a veces, hecho a matacaballo. Sin embargo, pensamos, esto es parte intrínseca de su encanto, y por eso nos vamos a detener en dos de sus calles que destacan por sus extremos en longitud: la calle más corta y la más larga de la ciudad. Estas dos vías no solo muestran las peculiaridades del urbanismo madrileño, sino que también revelan aspectos interesantes de la historia y la vida diaria en Madrid.
La más corta: calle de Rompelanzas
En pleno corazón de Madrid, entre Gran Vía y la Puerta del Sol, se encuentra la calle de Rompelanzas, considerada la más corta de la ciudad. Con apenas 20 metros de longitud, esta pequeña vía es un testimonio silencioso de la antigüedad y los cambios que ha experimentado el centro histórico de Madrid.
Situada en el casco antiguo de Madrid, conecta la Plaza de Sol con la Plaza de Callao, a solo cinco minutos a pie de la Plaza de España. Esta calle, construida hace siglos para dar paso al convento del Carmen, actúa sin embargo como un importante núcleo de comunicación, enlazando la calle del Carmen con la calle de Preciados y Maestro Victoria con Mesonero Romanos.
A pesar de su corta longitud, la calle de Rompelanzas está rodeada de lugares emblemáticos de Madrid, como la Plaza del Carmen y el Monasterio de las Descalzas. Desde esta pequeña calle, se pueden observar puntos importantes como la Plaza de Callao, la Plaza de Sol, la Gran Vía y la calle de Arenal, aunque es necesario encontrar el ángulo adecuado debido a su estrechez.
El nombre «Rompelanzas» proviene de una época en la que las carretas, con sus listones de madera, recorrían la capital española. La estrechez de la calle provocaba que al girar, las varas de las carretas se rompieran, originando el nombre de la calle. De hecho, la placa de azulejo que indica su nombre ilustra este fenómeno. Varias personalidades de Madrid experimentaron accidentes en esta calle debido a su corto tamaño, consolidando su peculiar denominación.
Alcalá, diez kilómetros de espejo de evolución de la ciudad
En el otro extremo del espectro se encuentra la Calle de Alcalá, la más larga de Madrid, con una longitud de aproximadamente 10,5 kilómetros. Esta arteria urbana comienza en la Puerta del Sol y se extiende hacia el noreste, atravesando diversos barrios hasta llegar a la localidad de Coslada.
La Calle de Alcalá es mucho más que una simple vía de tránsito. A lo largo de su recorrido, esta calle ofrece un viaje a través de la historia, la cultura y la evolución urbana de Madrid. Desde sus inicios, ha sido una de las principales arterias de la ciudad, jugando un papel crucial en el desarrollo y expansión de Madrid.
A lo largo de la Calle de Alcalá se encuentran numerosos puntos de interés, comenzando con el impresionante edificio de la Real Casa de la Aduana, sede del Ministerio de Hacienda, en su tramo inicial. A medida que uno avanza, se topa con la icónica Fuente de Cibeles y el majestuoso edificio del Banco de España, ambos símbolos indiscutibles de Madrid.
Más adelante, la calle atraviesa el Parque del Retiro, el oasis verde de la capital, y continúa hacia áreas más residenciales y comerciales, reflejando la diversidad de usos y actividades que caracterizan a esta extensa vía. La Plaza de Toros de Las Ventas, uno de los epicentros de la tauromaquia en España, también se encuentra en esta calle, añadiendo una capa más a la rica tapicería cultural de la Calle de Alcalá.
Conforme se aleja del centro, la calle adopta un carácter más moderno, con edificios contemporáneos y una infraestructura adaptada al creciente tráfico de la ciudad. Su final en la localidad de Coslada muestra cómo Madrid ha crecido y se ha expandido más allá de sus límites tradicionales.