noviembre 21, 2024 11:12 am
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David Lozano: «Matizar la culpabilidad de un menor en un hecho luctuoso es abrir la Caja de Pandora»

Su novela, ‘Intruso’, ha obtenido el Premio SM Gran Angular 2024

El jurado del Premio SM Gran Angular 2024 ha decidido otorgar el galardón –dotado con 35.000 euros- a la novela juvenil ‘Intruso’, del autor David Lozano Garbala, según han señalado, por «la originalidad del enfoque, la calidad literaria y la agilidad narrativa».

Esta historia, nos introduce en la vida de Dani, un joven al que le fascina stalkear perfiles en redes sociales de personas fallecidas. Está especialmente interesado en la muerte cuando es abrupta, inesperada e injusta, como la del adolescente Joel, cuyo asesino y compañero de clase hasta el momento del suceso, Iván, acaba de ser trasladado al centro de menores en el que él mismo está interno.

Este relato, creador de un universo de ficción del que ninguno salimos indemne, ha sido creado por Lozano, Licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza, máster en Comunicación y con estudios en Filología Hispánica, que en la actualidad compagina la escritura con su labor como guionista para algunas productoras españolas.

En el año 2006 obtuvo  el premio Edebé por su novela Desconocidos, cuya edición catalana también obtuvo en 2019 los premios Menjallibres y Protagonista Jove, así como el Frei Martín Sarmiento en lengua gallega. Finalista del XXVI Premio Edebé de Literatura Infantil con su novela El ladrón de minutos, es autor de la trilogía de fantasía gótica La Puerta Oscura. Especializado en el género de suspense, cuenta entre sus títulos más conocidos con las novelas Hyde, Cielo Rojo y Valkiria.

‘Intruso’ es una novela de crimen con víctimas y verdugos menores, y además destinada a un público juvenil. La apuesta era arriesgada…

Sí. Este es un territorio poco conocido del que no se suele hablar. El tema de los delitos cometidos por menores. Ese escenario de centros de menores, de legislación… Es verdad que ha necesitado una labor importante de documentación, pero son temas sobre los que hay que hablar. Además, permite tocar otros asuntos que van de la mano como el acoso y las relaciones que se producen entre menores. Es una novela que va a provocar mucha reflexión.

Es muy interesante el enfoque y el tratamiento de los personajes. Un narrador en segunda persona que, además, le habla a un muerto. ¿Por qué decidiste emplear un punto de vista narrativo tan complejo?

La novela aborda el tema desde un punto de vista muy íntimo, habla de los sentimientos del responsable de la tragedia. El remordimiento, la culpa y el miedo nos cuentan cómo puede cambiar una vida de forma radical. Es un chaval de una familia normal que, de pronto, comete un acto con consecuencias terribles y del que después se arrepiente. Su vida se rompe, acaba en un centro de menores, su realidad cambia…

Lo que supone para él de conflicto interno y lo que supone de conflicto para quién lo recibe, que es otro joven que ya está interno en el mismo centro, es algo delicado y complejo. Yo necesitaba una perspectiva muy íntima, muy próxima al lector. Me planteé la primera persona, pero buscaba una perspectiva menos habitual. Así surgió el tema de narrar en segunda persona. Que el protagonista narrador, que es quien recibe al asesino, se dirija al muerto para contarle cómo va a ser ese encuentro.

«Las fake news, las redes sociales e Internet han hecho tambalearse a la presunción de inocencia»

Es una novela de personajes que necesitan una segunda oportunidad…

En el fondo subyace una reflexión sobre eso. Todos podemos cometer errores, y en ningún momento se habla de que lo que se ha hecho esté mal; eso no se cuestiona. Evidentemente, en este caso Iván, que es el presunto culpable, es consciente de que lo que ha hecho está muy mal, y que ha provocado un daño y un dolor irreversibles. No se discute.

La cuestión es que cuando alguien comete un acto así sin que haya intención de llegar tan lejos, ¿qué ocurre con la vida de esa persona? ¿Cabe la expiación? ¿Cabe la posibilidad de recuperar la vida o uno ya está sentenciado para siempre? Es un tema que está muy en el fondo, por eso hablo de segundas oportunidades. Pero además, me gustaría resaltar el interrogante. En realidad es una duda, ¿hasta qué punto debe pagar por lo que ha hecho y qué derecho tiene a disfrutar de una oportunidad de ser rescatado?  Hay un cierto mensaje en el que cabe esa posibilidad.

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¿Hay cierta inspiración en cómo actúa la Ley del Menor?

En esta novela en concreto no entro a hacer valoraciones sobre la legislación. Es verdad que termina en un juicio, con una sentencia, lo que valoro aquí es si el castigo es proporcional al hecho delictivo o no. La novela se queda en los conflictos internos de los chavales y en todo lo que supone en su entorno el suceso.

«Todos tenemos prejuicios sobre la fisionomía y el perfil de un asesino»

¿Te has inspirado en crímenes reales a la hora de elaborar el texto?

El germen de la historia, es cierto que viene de un hecho que leí hace años en prensa. Una novatada con el resultado de la muerte de la víctima. Me impresionó mucho, porque los responsables no eran del perfil que uno imagina. Todos tenemos ciertos prejuicios y parece que algo malo tiene que tener una fisionomía concreta o unas circunstancias personales concretas, pero en realidad no es así.

En realidad, en según qué acontecimientos quién está detrás son personas que tienen perfiles de los que uno nunca habría sospechado. A veces, por maldad pura y dura, pero muchas veces también por inmadurez, torpeza… Son chavales que han hecho algo mal, es indiscutible, pero muchas veces no hay una intención de llegar tan lejos. Yo me sumerjo en esta región de los grises, ya no es todo blanco o negro. Cuando he escrito novelas de crímenes y hay un asesino en serie, ya está todo claro, pero en esta novela no. “El malo no es tan malo”, en este caso. La novatada que te comento me llevó a abordar una cuestión así. Por sus ingredientes, porque los responsables eran chavales normales y corrientes y me apetecía tratar ese asunto.

Tampoco juzgas al protagonista, al criminal, en este caso…

No, no juzgo. Lo que hago es poner sobre la mesa el conflicto para que el lector tenga el mismo dilema que tiene el narrador, el protagonista. El interno que recibe al asesino ya lo ha sentenciado, porque además ha investigado en redes cómo era la víctima y establece con el difunto una relación del tipo “me habría encantado ser amigo tuyo”. Así, le duele especialmente el hecho. Pero, ¿con qué se encuentra cuando llega? Pues caramba, con que es un chico como él. Este es el tremendo descubrimiento, uno se espera un monstruo, y al final sólo es un imbécil que ha cometido una torpeza tremenda.

«Me interesaba mucho que la historia reflejara algo muy próximo a la vida real»

¿Cómo ha sido el trabajo de documentación?

La novela está muy documentada. He realizado visitas a un centro de menores, he conocido las instalaciones… Me ha asesorado un trabajador social, una psicóloga del centro; he hablado con una jueza de menores sobre la legislación y lo que ocurría en cada caso… Aquí hay un trabajo de documentación importante porque me interesaba mucho que lo que reflejara estuviera muy próximo a la vida real. Evidentemente hay cambios, en aras de la ficción, pero está todo muy documentado.

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@DavidlozanoG

Hablando de prejuicios, la historia también sitúa en el escenario la presunción de inocencia. Me viene a la mente, por ejemplo, el caso Wanninkhof. ¿Qué importancia tienen valores como este en la literatura juvenil?

La cuestión de la presunción de inocencia es muy interesante y muy delicada porque si hay una época en la que se tambalea, es esta, por culpa de Internet, de las redes sociales y de las Fake News. Todo el mundo se ha acostumbrado a recibir informaciones sin cotejar, sin comprobar las fuentes; todo el mundo emite juicios sin tener información… Efectivamente, me cuentas el caso de Rocío Wanninkhof, de linchamientos auténticos, en los que todo el mundo se suma a la acusación, al ataque… Y realmente se juega con la vida de personas que acaban destruidas. Si, posteriormente, todo se demuestra que no era así, la víctima de ese linchamiento virtual ya no recupera su vida, es un daño horrible.

Entre los jóvenes, todavía más. La ligereza con la que juzgan, atacan y con la que emiten opiniones es brutal. Esto también está en la novela, tenemos que aprender a gestionar todas las informaciones que nos llegan, cómo nos llegan, de dónde llegan y tendríamos que reivindicar la prudencia y la presunción de inocencia.

«La empatía hacia el culpable es un claro tabú. Hacia la víctima, la tenemos todos»

En este sentido, el relato da mucha importancia a las redes sociales, especialmente en la presentación de los personajes.

Al final, vivimos la realidad que vivimos. Si ya en la vida de los adultos las redes sociales y las aplicaciones tienen una relevancia importante, no digamos en adolescentes y en jóvenes, sin duda. La realidad es la que es y ellos juegan también en esos canales. Juegan un papel importante en la novela porque, efectivamente, permiten al protagonista-narrador asomarse a la vida del chico que ya está muerto.

De alguna manera, en las redes queda nuestra herencia, tanto que se habla del silencio en Internet cuando fallece alguien, del derecho al silencio, pero claro, quedan ahí. Puede conocerlo aunque nunca coincidieran en vida. Ahí nacen sensaciones y emociones entre ellos.

Lo has avanzado en parte pero, ¿qué tabúes te has encontrado a la hora de narrar una historia sobre delitos cometidos por menores?

El primer tabú es destapar la Caja de Pandora de matizar la culpabilidad de alguien, porque además, el presunto asesino, en ningún momento niega su implicación. Esto no es una película de juicios en la que al final no sabes si ha sido o no ha sido. Así que, el primer tabú es el de abrir la puerta hacia lo que ha hecho. La empatía hacia el culpable es un claro tabú. Me imagino que habrá abogados que cuando tienen que defender a según qué perfiles, se encuentran con una reacción social severa. No es fácil defender, aunque todos tengamos derecho a una legítima defensa, no es fácil.

El tabú es la empatía, evidentemente hacia la víctima la tenemos todos, pero la empatía hacia el culpable… No estoy hablando de suavizar lo que ha hecho, ni de negar que tenga que ser castigado, que por supuesto, pero sí intentar entender las circunstancias, cómo ha llegado este chico hasta donde ha llegado. Eso es un tabú, vivimos en sociedades muy duras. Después están los perfiles, ¿quién está en un centro de menores?

Al final, lo que uno descubre es que, en muchos casos, son jóvenes que no han tenido oportunidades en la vida. Es muy injusto, hay momento en la novela donde el narrador expresa: “es que la gente como tú nunca acaba aquí, porque eres de buena familia, tienes recursos y puedes pagarte un abogado. La gente como tú nunca acaba aquí. Aquí estamos los desgraciados de siempre, los que vivimos solos, en familias desestructuradas…”. Esta es la pregunta, ¿qué ocurre con los menores que no cuentan con la red de protección de una familia? Hay menores que están muy solos y no han tenido la oportunidad de estudiar, de tener cariño o de crecer en hogares adecuados. Este es otro tabú importante.

«Ante asesinatos cometidos por menores, con premeditación y en determinadas circunstancias, lo que me pide el cuerpo es una legislación muy dura»

Pensando en esto, me has recordado al caso de Marta del Castillo, con un culpable que era menor en el momento de los hechos… ¿Qué opinión te merece la actual Ley del Menor?

Estás haciendo preguntas muy interesantes… Claro, el tema del Cuco y demás, es subir de nivel. La cuestión es que lo que trato en mi novela es algo que se ha ido de las manos, una novatada, es decir, son unos chavales jugando… Pero en el fondo sí hay ingredientes en común, en el sentido no sólo de que sean menores y habría que ver las circunstancias, pero en el caso del Cuco y demás, hay una violación, una intencionalidad de ocultar el cuerpo…

Es muy triste que me hagas esta pregunta porque en la novela también aparece. El narrador dice: “no veo en la mirada de Iván”, (el presunto culpable) “la mirada que tienen otros que yo sí he conocido, que es el verdadero mal”. Es decir, gente que conoce las consecuencias y aún así llega hasta el final. El personaje distingue la maldad «pura» y la de los torpes y los que han cometido errores. Para mí el Cuco no comete un error porque sabía lo que hacía. Su conocimiento del mal, de las consecuencias hasta el último momento, de ocultar el cadáver lo sitúa en otro nivel, en el de un asesino. Punto. En ese sentido, reconozco que yo como ciudadano, ante este tipo de barbaridades, lo que me pide el cuerpo es una legislación muy muy dura. Lo reconozco.

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@DavidlozanoG

¿En qué lugar quedan en la novela los personajes secundarios como la familia de la víctima, y qué tipo de esperanza insinúa la historia?

Como es una novela tan íntima, además en un entorno tan cerrado como es un centro de menores, los protagonistas absolutos son ellos. Es verdad que a su alrededor pivota ese entorno, aunque en la novela papel directo tienen muy poquito. Se les menciona, se habla del juicio e incluso, llega a escribir una carta a la familia, que no responden, y viene a decir como que es demasiado pronto, necesitan tiempo, porque el dolor de la pérdida de un hijo es algo terrible, que unos padres no deberían vivir nunca.

Se habla de que hay muchas víctimas, no sólo es el muerto, efectivamente, y quedan dos familias destruidas, la de la víctima y la del agresor. Volvemos de nuevo al tabú, pero es verdad, es otra familia destruida. La novela habla del dolor de las familias, de cómo se han resquebrajado sus vidas y de cómo reaccionar. Habla de cómo los padres llevan lo que llevan, desde negar lo que ha ocurrido, utilizando eufemismos como “el incidente”, porque no llegan a aceptar lo que ha ocurrido. La madre lo niega al principio, pero cuando no le queda más remedio, porque las evidencias son tales, así como el padre, quedan destruidos. Tienen poco papel pero son los grandes sufridores de un hecho así.

«Para alcanzar el realismo que consigo en mis novelas es muy interesante conocer el funcionamiento del sistema»

¿De qué forma te ha ayudado el hecho de ser Licenciado en Derecho a la hora de escribir sobre crímenes?

Es verdad que en mis novelas sobre crímenes, el apartado jurídico, por así decirlo, tiene poco peso, pero sí me ha ayudado porque, en el fondo, el conocer procedimientos te ayuda a construir la novela con ingredientes que sean muy reales. Esto me lo tomo muy en serio, para mis novelas visito los escenarios reales, hablo con expertos, tengo amigos forenses que me explican por ejemplo cómo se lleva a cabo una escena de un levantamiento de cadáver, cuando llega la Policía Científica, cuando llega el Juez y procede con el levantamiento…

Todo lo que cuento en mis novelas está documentado con expertos, porque me interesa mucho que, siendo como son, ficción, (evidentemente son historias que me he inventado yo), tienen un suspense de corte muy realista, e intento que esté todo muy próximo a la vida real. En mis novelas no entro en procesos judiciales, pero sí que es verdad que cuando hay presencia de abogados, jueces, etc., sí que me viene muy bien porque conozco el funcionamiento del sistema.

¿Escritor de mapa o de brújula?

(Risas) En este caso más de mapa porque en el género de suspense, cuando también hay un contenido de investigación, todo tiene que cuadrar. Hay horarios, sospechosos, coartadas… entonces hay un componente de planificación que otro tipo de historias no requieren. Es verdad que también improviso, lógicamente, conforme escribo, pero siempre sobre la base de lo que ya he planificado. Me situaría un poco en medio, no soy absolutamente metódico y no tengo todo planificado, pero tampoco soy de brújula y a ver dónde me lleva esto. Un término medio.

¿Cómo te llego la noticia de que habías obtenido el Premio SM Gran Angular?

Pues fue una llamada de teléfono y yo estaba pensando en muchas cosas, pero ni remotamente que fuera eso. Me quedé petrificado y con una alegría tremenda. Recordé mi primera experiencia con este premio, que además, en esa primera vez todavía estaba empezando y era más principiante. No me lo podía creer, este me ha hecho una ilusión tremenda, porque además he pasado por circunstancias personales muy difíciles, por temas de salud, así que, incluso el momento, ha sido precioso. Era justo lo que necesitaba. Para mí cada nueva novela es un sueño cumplido así que estoy muy feliz.

¿Trabajas actualmente en un nuevo relato?

Sí. Estoy trabajando en un proyecto también de novela juvenil y vuelvo a mi género más habitual porque es verdad que ‘Intruso’ se aparta un poco. No es la típica novela mía, y por eso me hizo tanta ilusión obtener este premio. Ahora estoy con una también de suspense juvenil, así que esto me dará fuerzas.

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