Aunque la presencia de vestigios islámicos es muy común en España (estuvieron siglos instalados aquí), lo cierto es que la Comunidad de Madrid no posee demasiados testimonios de esta cultura, como si ocurre en otros puntos de nuestro país.
Por ello, lo poco que queda de la cultura andalusí en la región cobra un valor aún más especial, como el el yacimiento de Calatalifa, uno de los cuatro asentamientos andalusíes más importantes de la región, entonces perteneciente a la Marca Media, junto con Alcalá la Vieja, Talamanca del Jarama y Madrid.
Localizado al sudoeste del término municipal de Villaviciosa de Odón, Calatalifa significa «Castillo del Califa» (Qal´at Jalifa) y, como indica su nombre, sería una qala, vinculada a un eje fluvial y de comunicaciones importantes como fue en la Edad Media el valle del Guadarrama, el camino natural y más directo desde los puertos de Tablada y la Fuenfría hacia Toledo.
Catalogado como Bien de Interés Cultural en la categoría de Zona de Interés Arqueológico, es uno de los pocos ejemplos de estas características que no están ocultos o han sido transformados por la evolución posterior del poblamiento.
El enclave de Calatalifa ofrece por tanto un valioso testimonio cultural de las antiguas ciudades andalusíes en la meseta. De hecho, durante las excavaciones arqueológicas, se han descubierto diversos elementos que revelan su importancia histórica.
Pocos restos… pero mucha influencia
La influencia andalusí en la región se refleja en la nomenclatura de sus lugares y en los restos de fortificaciones que protegían la frontera. Calatalifa, ocupada desde el siglo IX, fue parte de una red de fortalezas estratégicas junto a Olmos y Canales, que servían como puntos de descanso en la ruta hacia el puerto de Tablada.
Situado en el valle del río Guadarrama, Calatalifa era un centro poblacional con diversas actividades, desde lo militar hasta la agricultura y la cría de ganado. Los mencionados hallazgos arqueológicos incluyen artefactos de riego y restos cerámicos asociados a la producción textil y alfarera, además de material numismático de cronología andalusí y utensilios metálicos como cuchillos, herraduras o hebillas.
Las primeras menciones escritas de Calatalifa datan del año 939 en los relatos del cronista Ibn Hayyan sobre una campaña dirigida por el califa Abd al-Rahman III. Tras la conquista cristiana, pasó a formar parte del territorio de Segovia, fomentando la repoblación por parte de los castellanos.
Un paseo por Calatalifa
Calatalifa se encuentra enclavado alrededor del cerro principal del Miradero, situado en la margen oriental del río Guadarrama y elevándose hasta los 600 metros sobre el nivel del mar. Este cerro, antiguamente una alcazaba-fortaleza con su correspondiente conjunto amurallado, muestra signos de erosión y colapso en parte de su estructura. La presencia de dispersión de cerámica en áreas circundantes sugiere la existencia de arrabales y un maqbara (cementerio), completando así la configuración urbana de la zona.
Aunque la mayoría de los vestigios visibles son escasos en la actualidad, destaca la preservación de dos aljibes, uno ubicado en la zona elevada del recinto y otro en el talud que domina el cauce del río Guadarrama y la sección de muralla correspondiente.
La cerámica encontrada, la cual la mayor parte se resguarda hoy en el Museo Arqueológico Nacional, muestra una cronología islámica y una amplia variedad de formas, desde ataifores hasta tarros y candiles. Algunas piezas están decoradas con motivos diversos como flores de loto, figuras zoomorfas o epigráficas. Aunque menos comunes, se han hallado fragmentos de cerámica decorada con la técnica de cuerda seca, indicando una ocupación islámica continua desde al menos el siglo IX hasta el XI en este sitio.