Este miércoles se ha presentado el flamenco como Bien de Interés Cultural (BIC) en la Comunidad de Madrid, después de haber sido declarado por el Consejo de Gobierno el pasado 31 enero. El acto se ha celebrado en la Real Casa de Correos, sede del Ejecutivo autonómico, donde la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, ha asegurado que “forma parte de nosotros, nuestro carácter y nuestra forma de entender la vida”. “Ese duende y esa magia viven aquí, en nuestra región, y ahora para siempre”.
A su juicio, “Es hora del reconocimiento público y del amor al flamenco, abanderado de esta Comunidad a la que está profundamente unido”, ha enfatizado la presidenta, que ha destacado que de esta manera “cerramos una deuda histórica para protegerlo y promocionarlo”.
Por este motivo, ha proseguido Díaz Ayuso, “nuestra obligación como Gobierno es cuidarlo, universalizarlo y mantener su esencia y calidad y ayudar a que siga innovando”, siendo conscientes además de su “grandísimo capital artístico, el patrimonio histórico que atesora, su enorme fuerza de atracción turística y su capacidad para evocar y emocionar”.
“Su historia está cosida a la de esta tierra, región capital de ilusiones y sueños cumplidos, con un público llegado de todas partes que recibió el flamenco con la libertad, la alegría y el desparpajo y la naturalidad propia del pueblo de Madrid”, ha añadido la presidenta.
Medalla Internacional de las Artes
La Comunidad concedió en 2022 la Medalla Internacional de las Artes a la Asociación de Tablaos Flamencos y el año pasado destinó más de 1,8 millones de euros de apoyo a esta disciplina a través de subvenciones y festivales. De ellos, más de 1,3 se destinaron a programación en la red de teatros: Canal y los centros culturales Paco Rabal y Pilar Miró en la capital, Real Coliseo Carlos III de
San Lorenzo de El Escorial o festivales como MiraDas FlamenKas. Son numerosos los festivales y concursos de este cante y baile que se organizan en la región y se han convertido en seña de identidad de su oferta cultural. Destaca Suma Flamenca, que en otoño celebrará su XIX edición, y Suma Flamenca Joven para artistas emergentes, que este año cumple su cuarta temporada. Y también este año se estrenan el nuevo Ballet Español, cuyo director artístico, Jesús Carmona, ha intervenido también en el acto, así como el Festival de la Guitarra, que se celebra del 30 de abril al 4 de mayo.
Primeras referencias al Flamenco en Madrid
La primera vez que se utilizó este término fue en la prensa de la capital, el 6 de junio de 1847 en el número 249 del periódico El Espectador. La crónica titulada Un cantante flamenco estaba dedicada a Lázaro Quintana y a su compañera Dolores, la gitanilla. También surgió la primera referencia a esta música en el diario La Nación, el 18 de febrero de 1853 y fue donde, en 1954, se abrió Zambra, el primer tablao inaugurado en España.
Ya en el Madrid del siglo XVIII, poblado de gentes venidas de todas las partes del país, seguidillas, fandangos y tonadillas animaban fiestas y reuniones. Autores como Ramón de la Cruz o Juan Antonio de Ia Zamácola y Ocerí Don Preciso, pregonaron las bondades de la cultura patria, ayudando a que lo popular comenzase a ser una referencia en la literatura, el teatro y la música.
El carácter singular del flamenco en Madrid es el resultado de diferentes circunstancias, siendo una ciudad donde los músicos que se dedican a este arte han podido trabajar desde el siglo XIX, que ha transmitido, recreado y transformado a lo largo de los años manteniendo sus raíces. Muchos de ellos se establecieron aquí manteniendo su uso en el ámbito privado. “Su historia se teje en Madrid, como la tierra de oportunidades que siempre ha sido, con la naturalidad y la libertad que nos son propias”, ha subrayado la presidenta.
La presencia de los tablaos en Madrid también es destacada en la actualidad, con el Corral de la Morería, Torres Bermejas, Tablao 1911 (antiguo Villa Rosa) y de la Villa (antiguo Café de Chinitas). Son los más antiguos, preservan su estructura arquitectónica y su decoración original desde los años 50 y 60. A estos espacios clásicos se unen otros más recientes como el Torero, Cardamomo o Café Ziryab.