Han pasado más de cien años desde que un grupo de mujeres trabajadoras salió a la calle exigiendo un trato salarial justo y unas condiciones laborales equiparables a la de los hombres.
Atrás quedó la época en la que a las mujeres no les estaba permitido estudiar en la universidad, votar, participar en competiciones olímpicas o firmar trabajos periodísticos con su nombre.
Y ha quedado atrás gracias a mujeres como Concepción Arenal, Clara Campoamor, Lilí Álvarez o Carmen de Burgos. Mujeres que, sin definirse como feministas, abrieron el camino que hoy recorremos, un camino por el que toda la sociedad ha ido avanzando a lo largo de este último siglo.
Un feminismo real, que apostaba por igualdad real y sin colectivismo, que nunca propició una lucha de sexos, porque creían que hombres y mujeres debían avanzar de la mano.
Sin embargo, y pesar de los grandes avances alcanzados, la situación en estos momentos en España, en relación con los avances feministas, es de verdadera preocupación.
Unos avances feministas a los que muchísimas mujeres a lo largo de la historia han contribuido con su esfuerzo, compromiso y dedicación para que tengamos una sociedad más justa e igualitaria y que hoy peligra con leyes nacionales como la Ley 10/2022 de garantía integral de la libertad sexual, más conocida como Ley del Sí es Sí.
Una ley que en nuestra Comunidad ha rebajado las penas a más de 70 condenados por agresión sexual, y en todo el país a más de 700. Estos datos pueden dispararse ya que comunidades como Cataluña, Valencia y País Vasco no han hecho aún públicas sus resoluciones.
Es verdaderamente preocupante que mientras el Gobierno se define como “el más feminista de la historia” y que, por primera vez, cuenta con un ministerio exclusivo -dotado con casi 600 millones de euros-, todo esto no haya servido para nada.
Hemos retrocedido en materia de igualdad como nunca en la historia y hemos pasado del puesto 5 con Mariano Rajoy, al 14 con Sánchez y Montero, en el ranking de mejor país para nacer mujer de la Universidad de Georgetown y la Universidad de Oslo. Además, vaticino que nos situaremos a la cola cuando se analice la situación de España tras la Ley del Sí es Sí o la Ley Trans, normas que atentan contra las mujeres.
Ese gobierno más feminista de la historia borra a las mujeres y nos cosifica reduciéndonos a procesos fisiológicos, denominándonos en su Ley Trans como “progenitoras gestantes” a las madres o “cónyuges supérstites gestantes” a las viudas, o eliminando todas las referencias a la palabra “madre” en los artículos del código civil relativos a la filiación.
Ese gobierno que dice ser el más feminista de la historia es el de los diputados que votan por la mañana abolir la prostitución y por la noche lo celebran junto a Tito Berni en un prostíbulo. Ese es el feminismo del Gobierno de la nación.
Por eso, hoy 8 de marzo, más que nunca, debemos poner en valor a todas esas mujeres que a lo largo de la historia han contribuido con su esfuerzo, compromiso y dedicación a que tengamos una sociedad más justa e igualitaria. Ese y no otro debería ser el espíritu de celebración del Día Internacional de la Mujer.
Pero, lamentablemente, la izquierda de este país ha demostrado que solo se preocupan de las mujeres para utilizarlas políticamente en su beneficio y hoy, 8 de marzo, más que ningún otro día del año.
Porque las mujeres no queremos retroceder ni un paso, queremos avanzar, pero avanzar sin enfrentamientos por ideologías. La igualdad no es de la izquierda, es de todos los españoles que cada día contribuimos con nuestro ejemplo a que mujeres y hombres tengamos las mismas oportunidades y los mismos derechos.