Escribí poco antes de la pandemia un guion para mi documental (no de factura profesional) «Minería del carbón y despoblación«… guion al que di forma de artículo, ya con el coronavirus encima, con el título “Teoría psicológica de la despoblación”.
Comentaba ya que «es probable que el confinamiento por el Estado de Alarma haya hecho repensar a algunas personas si están mejor en una ciudad de lo que estarían en un pueblo, pero también es probable que eso sea solo algo temporal, ya que es de esperar que de aquí a unos meses todo vuelva a ser como antes… sin que siquiera hayamos aprendido la lección de respetar de una vez a los animales, y a la naturaleza en general».
Y, en efecto, pasado también el boom del teletrabajo, los pueblos seguimos como antes… así que os traigo de nuevo el artículo con algunos retoques, retitulándolo “Teoría psicológica de la superpoblación”, ya que al final la pregunta es la misma aunque se diga de distinto modo:
¿Por qué realmente la gente se va de los pueblos?
¿Por qué realmente la gente se aglutina en las ciudades?
Vamos allá, tomando como ejemplo mi municipio y mi pueblo, que podría ser casi cualquier otra pequeña población:
Folgoso de la Ribera, el municipio, tenía 1424 habitantes en 1999. En 2019: 1108.
Folgoso de la Ribera, la localidad, tenía 520 habitantes en 1999. En 2019: 382. Es decir, que en veinte años la población del pueblo descendió un 36%, a razón de unos siete habitantes menos al año.
La despoblación, que en el municipio es de unos dieciséis habitantes por año (28´5%), está ocurriendo despacio, como dando tiempo a que algo suceda para que haya una recuperación… pero puede llegar un punto de inflexión.
El problema es que si el municipio baja de la cifra de mil habitantes, habrá muchos menos ingresos públicos, y se complicará el mantener servicios, cosas que a su vez complicarán el que se asiente población y acentuarán el descenso de habitantes.
Para colmo, se pueden perder servicios de otras formas, como por ejemplo si la Junta de Castilla y León decidiera, como parece que ha estado sobre la mesa en algún momento, suprimir los consultorios médicos en los pueblos.
Curiosamente, por cierto, al mismo tiempo dicen que quieren hacer todo lo posible por el mundo rural…
Especialmente cuando hay elecciones.
O se pueden perder colegios, por ejemplo bajando el número de alumnos de la cifra de cinco… y ahí hay que reconocerle a la Junta que eso sí es aguantar. Incluso, mantienen colegios con hasta solo tres alumnos si hay previsión de que vayan a entrar más niños en cursos próximos.
Ojo al detalle este del colegio, porque el futuro de los pueblos depende de las políticas que se desarrollen, desde luego, pero sus propios habitantes también tienen que participar:
El colegio de Folgoso tenía en el curso 2019/2020 solo 7 alumnos, pero había en Folgoso más niños en edad escolar, que sus padres llevaban a otras localidades. Sus circunstancias tendrían para hacer así, aunque hay que hacer notar que algunos de los mejores alumnos del instituto de Bembibre han salido de aquí; y no trato de hacerles un juicio a esos padres, pero sí trato de llamar la atención sobre que ese tipo de cosas pueden tener también sus consecuencias: ya que si se pierden las escuelas, será aún más improbable que se instalen en el pueblo nuevas parejas con hijos… y se habrá avanzado en la dirección de la desaparición del pueblo.
Con cada servicio que perdamos, avanzamos hacia nuestra desaparición.
Debemos ser parte activa del pueblo, por nuestro propio beneficio.
Apunto otro factor con el que los propios habitantes de un pueblo perjudican a éste y, por tanto, a sí mismos:
Es la venta de propiedades a precios altos.
Hay quienes en los pueblos tienen cantidad de buenas propiedades pero o no venden o venden caro. Sea porque no necesitan dinero, porque conservan la esperanza de que sus hijos o nietos vuelvan al pueblo, por simple dejadez, o por otros motivos… lo que parece seguro es que no se están dando cuenta de que de paso están haciendo, que personas interesadas en vivir en el pueblo no encuentren dónde instalarse. Y no se están dando cuenta de que llegará un momento en que va a dar igual que se decidan y quieran vender o lo hagan barato, porque tendremos un pueblo sin posibilidades y ya nadie querrá venir.
Esos apuntes que he hecho sobre el colegio y demás, son ingredientes del suceso de la despoblación, que influyen y se juntan con otros más, conformando la problemática, pero:
¿Qué es lo que pasa realmente?
Bueno, lo que pasa está claro, y es que la gente tiende a irse a la ciudad; pero la cuestión es ¿Por qué?
No, no es solo una cuestión de falta de trabajo, aunque no discuto que sea el motivo primordial.
Fijáos, en 2019 había en este municipio solo 139 trabajadores en activo. La cifra de pensionistas era de más del triple (433).
Pero cuando se va que gente, aunque sea por trabajo, a Bembibre o Ponferrada, dos lugares también con problemas de despoblación que tenemos a 10 y 20 minutos en coche respectivamente; cuando se va gente prejubilada o jubilada… es que pasa algo más que el tema trabajo-servicios.
En mi opinión el problema es que todo está enfocado a que acabemos en ciudades, cuanto más grandes mejor.
Pero lo apunto más en dirección a la psicología que al hecho por sí solo de que las políticas tiendan a la concentración de trabajo y servicios en poblaciones grandes.
La psicología.
Esas políticas de concentración, por cierto, están quitándose el problema de la dispersión de servicios, lo cual sale caro, pero están creándose otro problema que es la masificación de la población.
Pero a lo que iba: en las ciudades hay más servicios…… o puede que ni eso, ya que de momento al menos tenemos consulta médica, escuelas y otras cosas básicas. Pero en las ciudades hay más oportunidades, digámoslo así.
Hay escuelas de idiomas, de piano, … de casi lo que se quiera. Hay supermercados, hay cines, museos, ….
Pero a ver: ¿Cuántas veces en la vida vamos al museo, aunque lo tengamos al lado? ¿Y al cine? ¿Es tan importante tenerlo al lado? Ojo, que en la ciudad tienes hipermercados y todo lo que quieras, pero igual te lleva más tiempo llegar a ellos que lo que se tarda en ir de Folgoso al centro comercial, con su cine, de Ponferrada.
De la parte alta de Ponferrada al hiper de Ponferrada, no hablemos ya de ciudades grandes, se tarda más o menos lo mismo que de Folgoso al hiper de Ponferrada, en efecto, porque tenemos la autovía aquí al lado.
Lo mismo es aplicable a los trabajos. Hay personas en ciudades que tardan más de una hora en llegar a su puesto de trabajo: más que si vivieran en pueblos de la periferia.
Bueno, pues ya tenemos visto que la despoblación no es una cuestión de tiempo.
Si a mí me apetece ir al cine me planto en él en veinticinco minutos. Si quiero llenar mi despensa aún lo puedo tener más fácil: recordemos que Internet lo está cambiando todo y también en los pueblos podemos hacer un pedido de lo que nos dé la gana sentados en el sofá de casa y nos lo traen.
Las asociaciones, o simples grupos vecinales, consiguen traer al pueblo también muchas de esas clases extraescolares, o gimnasia o lo que sea que se eche de menos respecto a la ciudad.
Vemos que la despoblación no es tampoco una cuestión de falta seria de oportunidades.
-Que es que en un pueblo se sabe todo y no quiero que se metan en mi vida. O que no se ve gente por la calle, especialmente en invierno, y eso es deprimente-, apuntan algunas personas…. Bueno, ahí ya tengo poco que decir, porque eso va con el carácter de cada cual. También hay quien se agobia del barullo de la ciudad.
Ah, sí os digo que si vives en un pueblo y quieres ver gente por la calle un día que no la haya, te coges el coche y te vas a una población mayor y sí, por mal que esté el tiempo es más probable que haya gente por la calle.
En las ciudades vas a tener que desplazarte si lo que quieres es tranquilidad.
Y la diferencia está en que en la ciudad la depresión puede venirte porque a nadie le importa lo que te pase y hasta puedes morirte en tu piso y tarden días o semanas en encontrarte.
Y está el tema de la economía.
En este municipio están todos los impuestos al mínimo.
¿Cuánto se paga en una ciudad de IBI? ¿Cuánto de comunidad de vecinos? A veces además en un piso que no podemos poner ni música porque molesta; o nos toca un vecino problemático.
Bueno, sé que en realidad no es todo tan sencillo como estos comentarios que he hecho, pero las presuntas desventajas del pueblo no son tales realmente, o no son para tanto.
¿Por qué la despoblación realmente, planteaba?
Pues yo recalco que es por causas psicológicas, pero causas psicológicas que nos inducen mediante una especie de mercadotecnia.
La felicidad a menudo la buscamos fuera, pero está en nosotros mismos.
La mayoría del tiempo lo pasamos trabajando, durmiendo, comiendo, viendo la tele, leyendo, … en definitiva, la mayoría del tiempo lo pasamos de formas que lo mismo da que nuestra casa esté en un pueblo que en una ciudad.
Pero si nos convencemos, o nos convencen, de que estar en un pueblo y no poder pedir una pizza recién hecha y que nos la traigan a casa, es una desgracia, pues nos fastidiará. Y si nos convencemos de que eso no tiene ninguna importancia, pues no padeceremos por ello.
Es un ejemplo un poco tonto, pero lo que quiero decir es que nuestra felicidad al final está en que valoremos lo que tenemos por encima de lo que no.
Podemos tener un coche de gama media y pasarlo mal porque queremos uno de lujo. O podemos ser perfectamente felices con ese coche normalito que cumple las mismas funciones que el de lujo.
Otra cosa es tener verdaderas escaseces; eso es otra historia. Pero ya sabéis lo que dicen, con total razón, los psicólogos: y es que, cubiertas ciertas necesidades, no se es más feliz cuanto más se tiene: la felicidad está en nuestra actitud hacia la vida.
Perdonad estas clases de psicología de alguien que no es psicólogo, pero sabéis lo que quiero decir ¿A que sí?
Si las políticas y las empresas y los medios de comunicación te quieren convencer de algo, lo harán. Y nos tienen convencidos de que en el pueblo hay carencias y la ciudad es lo guay, por eso no nos importan las desventajas de la ciudad y desdeñamos las ventajas del pueblo.
Dejadme poner un ejemplo que trato en uno de los libros que he escrito; os sonará extraño pero lo entenderéis: el músico Vangelis sacó un álbum («1492») que es fantástico pero pasó sin pena ni gloria por las listas de ventas en su momento. Nada menos que tres años después, un campeón de boxeo alemán empezó a usar música de ese disco en sus presentaciones, y entre él y los medios de comunicación colocaron «1492. La conquista del paraíso», como un superventas en media Europa.
¿Os dais cuenta? ¿Acaso era menos bueno ese disco tres años antes?
¿Os habéis parado a pensar en la cantidad de veces que hemos acabado comprando cosas inútiles, inducidos por modas o lo que nos hacen creer que es guay o que se debe hacer?
Pues así con todo. Nos hacen caer.
Y así ocurre también con los pueblos: vivir en la ciudad es lo ideal, llevar a nuestros hijos a escuelas grandes y saturarlos con tropecientas actividades extraescolares es lo que tiene que ser o serán un fracaso.
Eso es lo que nos venden, y eso es lo que acabamos comprando, sin pensar siquiera en si es lo que nos conviene.
La burbuja de las ciudades tendrá que estallar, y habrá un retorno a lo rural fomentado entonces por políticas y medios de comunicación, cuando la masificación urbana sea insostenible e inaguantable.
Hay atisbos de esto, pero ¿Aguantaremos hasta entonces los pueblos? Porque el pueblo lo hacemos los que estamos aquí todo el año, no los que vienen solo de vez en cuando: bienvenidos son, pero si no hay población estable un pueblo sencillamente no se sostiene.
Lo vamos haciendo, gracias en buena medida a esos jubilados y prejubilados que tenemos en alto porcentaje y que mantienen la economía. Pero desgraciadamente eso no es para siempre.
La escasez de trabajo, o de iniciativas y expectativas por ese desánimo que nos calan hasta los huesos por vivir en un pueblo, nos están poniendo al límite de nuestra resistencia.
La minería, que era el principal motor económico de esta zona, terminó y hasta creo que debió hacerlo aún antes el empeño que hubo aquí por mantener el carbón. Lo que hubo que hacer fue gastar bien el dinero de ayudas, en dar nuevas fuentes de trabajo. Y no se hizo.
La agricultura hoy día o es intensiva o no sirve para sostener una familia, y en el Bierzo Alto ni siquiera hay un clima favorable para la agricultura. En nuestra comarca hay productos de exquisita calidad, como el vino, los pimientos, las peras, las manzanas, las castañas… pero todo más bien en el Bierzo Bajo, e incluso en esa parte está supeditado a una temporalidad y a eventualidades como que no vengan heladas tardías, cosa frecuente, que den un mazazo a la producción.
El turismo rural en El Bierzo, pues al menos en paisaje sí somos privilegiados, aún tiene margen para unas cuantas empresas, pero para empresas de pocos trabajadores. Importantes, por supuesto, pero nos falta algo grande.
Las grandes empresas, que al final son las que dan trabajo para sostener una zona, se instalan donde les interesa, desde luego, por eso las políticas deben hacer que les interese instalarse en zonas rurales… y hace falta que los políticos y los medios de comunicación se impliquen de una vez.
Supongo que lo harán primero los medios de comunicación, como está ocurriendo con el tema del medio ambiente, respeto a los animales, etcétera…. y después lo harán, por presión, los políticos.
Pero las personas que vivimos en los pueblos tenemos que ser los primeros en cambiar esa psicología: vivir en el pueblo es bueno, no somos menos que quienes viven en ciudad. Se vive de forma un poco distinta en un pueblo, pero no peor….
Tenemos que interiorizar la visión positiva del pueblo, creérnoslo, para vivir mejor nosotros. Y tenemos que exteriorizar la visión positiva del pueblo, para animar a que venga gente.
Es fundamental, porque los cambios empiezan por uno mismo.
Si eres de pueblo: Que no te minen la moral. Sé feliz.
Si eres de ciudad ¿Sabes lo que te estás perdiendo?