Enrique Berlanas es director de la División Life Science de Merck España, la compañía científico-tecnológica internacional especializada en las áreas de Healthcare, Life Science y electronics. Están dedicados a la creación de productos especializados de gran calidad en los ámbitos de la atención sanitaria, las ciencias de la vida y los materiales de alto rendimiento.
Durante la última semana, Merck ha presentado en varios municipios madrileños el denominado Curiosity Cube®, un contenedor de transporte de 7×25 metros, que han transformado en laboratorio científico portátil, para descubrir a jóvenes estudiantes la belleza de la ciencia y, despertar así su curiosidad por esta rama, cuyo empleo se ha incrementado tres veces más rápido que el número total de puestos de trabajo de la UE. Este laboratorio seguirá girando por nuestro país para continuar con su labor de divulgación y creando afición por la rama científica.
Merck colabora con la comunidad científica global a través de la división que usted dirige. ¿En qué consiste la actividad de Life-Science?
Life-Science ha aportado un montón de aspectos que tienen que ver con la ciencia y la tecnología. La idea básica de nuestro trabajo es ayudar a toda la comunidad científica y a la parte industrial de manufactura de medicamentos y productos biotecnológicos. Hacer más fácil su trabajo proporcionándole los productos y los servicios que les hacen falta. Ese es nuestro objetivo y lo que hacemos en el grupo Merck, en todos los países en los que estamos.
Durante estos días han presentado Curiosity Cube en varios municipios madrileños. ¿Cómo surgió la idea de crear algo así?
Curiosity Cube es el desarrollo de una idea anterior. Llevábamos los Curiosity Labs, que consistían básicamente en hacer los mismos experimentos con los estudiantes, pero quedando con los institutos o con los colegios. Buscábamos un hueco con ellos y desarrollábamos estos experimentos de ciencia muy básica, para despertar su curiosidad y su gusto por la ciencia.
Lo que veíamos era que sólo los estudiantes de esos colegios eran los que tenían acceso, y se planteó la opción de crear un laboratorio portátil, para poder ponerlo en cualquier sitio público que nos dejen, y así cualquier estudiante o cualquier joven podrá tener acceso a divertirse y aprender con experimentos científicos.
«Es fundamental impulsar el sentido crítico entre los estudiantes»
El proyecto ha viajado por Estados Unidos y otros países…
Sí, el origen de este cubo está en Estados Unidos en 2017. Desde entonces más de 120.000 estudiantes lo han disfrutado y este año ha sido el primero que hemos podido tenerlo en Europa. Empezó en mayo con el tour, y ahora justo en septiembre, hemos tenido la oportunidad de tenerlo durante cinco días en Madrid. Lo que esperamos es poder disponer en el futuro de algún cubo más, por tanto, tener más disponibilidad para ir recorriendo más ciudades y territorios de España
¿Por qué es tan importante que la ciencia llegue a los más pequeños?
Pues hay dos motivos fundamentales. Cuando despertamos su curiosidad con la ciencia, despertamos algo que es muy general, el sentimiento crítico, el preguntarse por qué suceden las cosas. Qué hay detrás, que pasaría si lo modificamos o cómo podríamos mejorar, y eso les va a servir obviamente, para cualquier actividad científica o de tecnología, pero también en cualquier otra actividad a lo largo de su vida. Es fundamental despertar ese sentimiento crítico.
Y, por otro lado, con algo ya más relacionado con la ciencia y la tecnología, todos los estudios que estamos viendo dicen que en el futuro próximo va a haber una gran demanda de trabajo y profesiones relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas. Así que, el despertar ahora en los jóvenes ese gusto o ese gusanillo por estos temas, es un fomentar que en un futuro puedan dedicarse a estas profesiones y tener un futuro muy brillante.
Están trabajando en proyectos de medicina genética para curar la ceguera o el cáncer. ¿Cómo avanzan estos retos?
Como decía al principio tocamos muchísimos temas muy diferentes, desde lo que son reactivos muy básicos, hasta lo que son desarrollos genéticos punteros y que trabajamos en colaboración con investigadores de los más relevantes en todo el mundo. Uno de los desarrollos que tenemos ahora es el CRISPR que es una herramienta genética que permite a los investigadores cortar un fragmento de una secuencia genética, que es el responsable de un problema o de una enfermedad y poder modificarlo introduciendo el código correcto. De esta forma, se pueden revertir las enfermedades generadas por esa secuencia genética. El campo es muy amplio, lo que nosotros proporcionamos es apoyo con esta herramienta, para que ellos puedan investigar distintas enfermedades o problemas genéticos.
Millipore-Sigma trabaja en Estados Unidos y Canadá como líder mundial de la industria. ¿Cómo se ha desarrollado esa unión entre Merck y Sigma Aldrich?
Merck es una empresa que tiene más de 350 años, nació en una farmacia en 1668 y a partir de ahí desarrolló su potencial de crear sus propios medicamentos y sus propios reactivos y se fue transformando en industria. Al principio era muy químico, pero después se fue separando entre lo que era producción química y producción farmacéutica. La parte química ha acabado transformándose en lo que hoy llamamos Life-Science.