No hay madrileño (ni ciudadano del mundo) que no se haya enterado de que, durante tres días, la capital de España ha sido el epicentro geopolítico del planeta al albergar la cumbre extraordinaria de la OTAN.
Sólo había que darse una vuelta por las calles de Madrid para darse cuenta de la importancia de un encuentro que ha dejado arterias como la Castellana o el Paseo del Prado completamente restringidas al tráfico, hoteles con fuertes perímetros de seguridad, o aviones y helicópteros sobrevolando los tejados para mantener la seguridad de los asistentes garantizada.
Un blindaje a la altura de las circunstancias, ya que en esta celebración excepcional se dirimía la estrategia a seguir, durante la próxima década, de la OTAN, la mayor capacidad militar del planeta. Un evento en el que en todo momento ha estado presente la guerra en Ucrania, que ha cambiado de la noche de la mañana todas las agendas.
De hecho, uno de los hitos históricos del encuentro de Madrid, la adhesión de Suecia y Finlandia a la Alianza Atlántica, ha llegado como consecuencia de la invasión rusa en su país vecino. Ambas naciones se han apresurado a cumplir a rajatabla el famoso dicho de «cuando las barbas de tu vecino veas cortar…», máxime cuando desde Moscú no son pocas las voces que hablan de una «tercera guerra mundial».
También ha sido la primera vez en la que se ha dejado ver de manera inequívoca el interés de la Organización en la región de Asia-Pacífico, con la invitación de los dirigentes de los mayores aliados occidentales en la zona, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur. Un aviso también a China que marcará los titulares de los próximos años.
Pero, tras este breve repaso por la política internacional, volvemos a lo local y nos detenemos en estos tres días que quedarán grabados para siempre en la retina de los «gatos», que se encontraron con estampas tan poco habituales como las que compartimos a continuación:
Imágenes: © Madrid es Noticia / Diego Radamés