¿En qué momento decides que necesitas ayuda de una asesora para un plan de sueño infantil? Cuando ya no puedes más, las ojeras se ven a lo lejos y temes que llegue la noche, como si de una pesadilla se tratara.
Marcela estaba a punto de cumplir 2 años y nuestras noches, lejos de ir a mejor, iban a peor. Sabemos que el sueño infantil es un proceso madurativo y que es diferente en cada niño, pero nosotros habíamos llegado a nuestro límite.
Cuando nació y llegamos a casa, la única forma de que ella descansara era en nuestros brazos, así día tras día, noche tras noche. Pasaron los meses y esos brazos se convirtieron en dormir con nosotros en la cama. Y cuando cumplió año y medio, la pasamos a una cama en una habitación separada con la idea de que así quizás dormiría mejor, pero igualmente teníamos que dormir tumbados con ella.
A esto había que añadirle que tenía muchísimos despertares y que solo se calmaba con biberón. Se podía llegar a tomar dos o tres cada noche. A veces, se despertaba de muy mal humor, porque ella quería volverse a dormir y no podía.
Y ahí estaba la clave. Ella no sabía dormirse sola, y era lo que teníamos que solucionar. Nos aventuramos a dar el paso que necesitábamos y que tanto habíamos demorado. Buscaríamos una coach de sueño.
SIETE Y A DORMIR
Como todo padre desesperado, nos pusimos a buscar en Google, en redes sociales, preguntando a conocidos…
Fue ahí donde descubrimos a María, de ‘Siete y a dormir’. Hay que reconocer que, quizás por desconocimiento, o quizás por miedo a aplicar un método diferente con nuestra pequeña, no estábamos muy seguros de dar el paso.
Pero desde el minuto 1 en la primera reunión con María (que, por cierto, es sin compromiso), nos dimos cuenta de que era justo lo que necesitaba nuestra hija. Un plan de sueño progresivo, basado en unos pilares que, por muy obvios que resultaran, nosotros no estábamos llevando a cabo.
Ha pasado más de un mes desde que terminamos y podemos asegurar que nuestra vida y la de Marcela han mejorado notablemente. ¡No hay nada como descansar!
EN QUÉ CONSISTE EL PLAN DE SUEÑO
Cada niño tiene sus necesidades, sus dificultades, sus vicios. Por eso, es tan importante la primera reunión con María y el formulario que rellenamos para hablarle sobre nuestras rutinas diarias.
Pero para nosotros, sin duda, hubo dos factores clave:
– Nuestro compromiso y esfuerzo a la hora de llevarlo a cabo
– La profesionalidad y la cercanía de María en todo momento
El proceso suele durar entre dos y tres semanas. En nuestro caso, al ser Marcela una niña de dos años, se alargó hasta esa tercera semana.
Los principales cambios que realizamos fueron:
– Invertir la cena y el baño, ya que llegaba con hambre y se ponía más nerviosa y no había quien le bañara.
– Adelantar horarios. Para ello fue clave ambientar la casa y nuestras costumbres. Bajar persianas, nada de ruido…
– A la habitación solo se va a dormir. El momento del biberón y el cuento, en el sofá. Rebajando revoluciones y dándole todo el cariño que antes nos pedía en su cama.
– Junto a su cama (nunca dentro) y reduciendo progresivamente el tiempo de contacto. Le podemos dar la mano un rato, hacerle caricias, etc. Pero ese contacto irá a menos con el paso de los días.
Esto son solo cuatro puntos claves del Plan de Sueño y del cambio de rutinas, pero no lo podríamos haber llevado a cabo sin los consejos y recomendaciones que diariamente nos hacía María.
Cada plan de sueño es individualizado, no todos los niños ni todas las familias necesitan lo mismo.
Todos los días llevaba un registro de los despertares, los horarios de la siesta y la noche, el estado anímico de Marcela… Como decíamos al principio, nos hemos sentido muy acompañados.
¿Lo recomendaríamos a los demás? ¡Por supuesto que sí! Y nuestro consejo es que cuanto antes, mejor. No esperes a los dos años como hicimos nosotros, porque para ellos será más difícil. ¡Ojalá hubiéramos conocido ‘Siete y a dormir’ mucho antes!