El Real Jardín Botánico de Madrid (RJB) alberga un herbario permanente con 400 ejemplares de vides de 200 variedades diferentes, procedentes de la colección recogida en la finca experimental El Encín de Alcalá de Henares. El objetivo es preservar este patrimonio genético vegetal, facilitar el estudio de la influencia del cambio climático, adelantar posibles soluciones a su cultivo y aumentar la rentabilidad del sector vitivinícola.
El gerente del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, agrario y Alimentario (IMIDRA), Sergio López, junto con el director del RJB, Esteban Manrique, ha participado este lunes, en el acto simbólico de entrega de la muestra vegetal. Allí, ha remarcado “la importancia que el Gobierno regional da a la colaboración entre instituciones para sacar adelante proyectos que fortalecen y benefician a la investigación y a sectores económicos fundamentales para nuestra región como el vino”.
López ha anunciado que tras la digitalización de toda la información del herbario “estará disponible de forma online en las páginas web de la Comunidad de Madrid y del RJB para su consulta, y se instalará un duplicado físico en el Museo Ampelográfico de la finca experimental El Encín, en Alcalá de Henares, que podrá ser visitado”.
La muestra comenzó a fraguarse en 2018, año en el que los expertos del grupo de Enología y Viticultura del IMIDRA iniciaron la recolecta en dos tiempos. Uno para la recogida de brotes jóvenes con racimos en flor y otro para la de hoja madura. En una segunda fase del trabajo, el equipo procedió al secado, ordenación, clasificación, etiquetado, montaje y numeración de las mismas, ya en colaboración con expertos del Real Jardín Botánico.
La segunda mayor colección de vid de Europa
Todas las variedades que conforman la muestra permanente, que dan como fruto el vino madrileño, provienen de las cerca de 3.700 que se conservan en El Encín. Se trata de una recopilación de referencia nacional e internacional entre centros de investigación que permite a los técnicos del IMIDRA saber con exactitud la autenticidad de cualquier variedad.
Además, este trabajo es fundamental para el sector vitivinícola madrileño porque se asegura de dónde provienen las cepas y cómo evolucionan, datos fundamentales para afianzar la calidad de los vinos y mantener los ecosistemas de la región que tienen como centro la vid.
Para evitar la pérdida de una sola variedad, los investigadores del IMIDRA han realizado tres copias de la colección. Dos de ellas -incluida la matriz- están cultivadas en suelo y la tercera está situada en una ubicación secreta. De esta manera, se aseguran la conservación del patrimonio genético y la posibilidad de investigar y experimentar con ellas para obtener información sobre su evolución, calidad y viabilidad.