El día de la marmota en su mejor versión para Pedro Sánchez. Y en la peor para los militantes del Partido Popular.
Una guerra más entre la dirección nacional y regional. Una batalla por el poder del otro que se ha convertido en tradicional. Cambian los nombres pero permanecen las estructuras y el motivo.
Esperanza Aguirre. Ignacio González. Cristina Cifuentes. Ángel Garrido. Todos plantaron cara a la 7ª de Génova 13 o quisieron liderar la 1ª sin tutelas ni tutías; y todos perdieron.
Y ahora Isabel Díaz Ayuso.
El caso de la presidenta de la Comunidad de Madrid es similar, pero no igual. Ayuso cuenta con el respaldo de la militancia y de los votantes. Más allá del centro de España. Su discurso en clave nacional. Su enfrentamiento directo con Sánchez la ha convertido en un referente para propios y extraños. Oposición a Moncloa desde la Puerta del Sol.
Y ahora qué.
Tras la rueda de prensa de Teodoro García Egea, y de la entrevista de Pablo Casado a Carlos Herrera se puede llegar a la conclusión de que Isabel Díaz Ayuso está sentenciada como militante del PP.
Presidente y secretario general marcaron tres caminos para la resolución final: la ilegalidad, la inmoralidad o la deslealtad. Tres opciones para un mismo final.
Se antoja difícil que los madrileños vuelvan a ver a Isabel Díaz Ayuso en un cartel electoral para la Asamblea de Madrid. Su guerra ya es por la Moncloa. Dentro o fuera del PP.
Los barones miran a su compañero Alberto Núñez Feijóo, pero el corazoncito del militante popular late Ayuso. Ahora. La vida nos demuestra que todo pasa y todo queda.
Se antoja quasi imposible que Isabel Díaz Ayuso vuelva a aparecer en un cartel electoral con las siglas de un PP en el que habiten Casado y Egea.
Tampoco de un sucesor que no sea ella. La vía Feijóo es incompatible con los protagonistas de una guerra que ha llegado cuando el PP aspiraba con muchas posibilidades al Gobierno de España.
Las heridas personales no cicatrizan cuando se mezclan con las políticas.
Pedro Sánchez lleva desde el jueves durmiendo a pierna suelta.
Malos tiempos para la POLÍTICA.