Gioacchino Gammino, miembro de la mafia de la Stidda, se fugó de la cárcel en 2002, aprovechando el rodaje de una película. Como si de otro filme se tratara, una captura realizada por Google Maps frente a una frutería del municipio madrileño de Galapagar, ha permitido este pasado mes de diciembre, que sea detenido.
Vivía en España bajo el nombre falso de Manuel y en su país de origen fue condenado a cadena perpetua por asesinato. Los detalles de su arresto en Madrid los reveló este jueves el diario romano La Repubblica.
Las autoridades italianas sospechaban desde hace tiempo que Gammino vivía en España en la clandestinidad. Hacía dos años que le habían empezado a investigar y, ya entonces, lo habían ubicado precisamente en este pueblo madrileño, tal y como han confirmado fuentes policiales transalpinas.
Una imagen de Google Maps, la prueba definitiva
Una imagen de la citada aplicación confirmó las sospechas. Gammino se escondía como cocinero y gestor de una tienda de productos hortofrutícolas (llamada La Huerta de Manu, hoy cerrada según confirma El Periódico), y de un restaurante, que tampoco estaba a su nombre.
La Policía encontró una página de Facebook de este restaurante, llamado ‘Cocina de Manu’ que ofrecía de menú, platos típicos de Sicilia y que estaba muy cerca de la frutería. Esa página ofrecía fotografías que permitieron identificar a Gammino por una cicatriz en su barbilla.
El pasado 17 de diciembre, momento en el que se encontró su escondrijo, y según informa ABC, espetó a los agentes italianos de la DIA (Dirección Investigación Antimafia) que lo arrestaron, en colaboración con los especialistas en Fugitivos de la Udyco Central española: «¿Cómo habéis hecho para encontrarme? ¡Ni siquiera he llamado a mi familia durante diez años!».
Bien conocido por los vecinos
El capo italiano era bien conocido por los vecinos del pueblo. Primero trabajó de cocinero en un establecimiento del que le despidieron por una bronca relación con sus compañeros. Posteriormente, montó su propio restaurante. Lo cerró y reabrió como una frutería, hasta que en verano lo reconvirtió en una peluquería, que, a día de hoy, lleva su pareja.