Durante muchos años ser un gamer era sinónimo de perder el tiempo. Sólo unos pocos ganaban dinero, pero la gran mayoría se entendía que perdían el tiempo frente a una pantalla de televisión con un mando en la mano y otros frente a la pantalla de un ordenador, teclado en ristre. La pandemia ha cambiado un poco esta visión de las cosas y ha hecho que el uso de los videojuegos se haya disparado entre miles de millones de personas.
Ahora se valora positivamente que los jugadores de videojuegos desarrollen determinadas habilidades que parece que son importantes para afrontar nuestro futuro. Habilidades como poner en duda las visiones comúnmente aceptadas para, a continuación, ensayar nuevas formas de afrontar el mismo problema, o trabajar codo con codo con otros jugadores, para alcanzar determinados objetivos, o aprender a tomar decisiones tomando en cuenta los errores cometidos y la experiencia adquirida.
El aumento del uso de las nuevas tecnologías, el avance de la digitalización, la automatización de muchas tareas, han puesto en valor a quienes pasan horas en un videojuego. Adquieren capacidades que, de otra forma, serían muy difíciles de adquirir.
Son muchas las empresas que comienzan a pensar seriamente que los gamers deben formar parte de sus plantillas, incluso tomando en cuenta la experiencia adquirida con determinados videojuegos, porque es cierto que no todos los videojuegos permiten la adquisición de las mismas habilidades. No es lo mismo especializarse en juegos de rol, que en juegos deportivos, de carreras, o de acción.
Unos juegos contribuyen a desarrollar capacidades de resolución de problemas, otros permiten una mayor socialización, otros favorecen el trabajo en equipo, enseñan a competir, o desarrollan la creatividad. Muchas de estas habilidades pueden ser aprovechadas en trabajos de construcción, o en tareas de análisis, atención personalizada, ingenierías, diseño.
Al igual que los hackers han pasado a ser elementos esenciales en la seguridad de las redes digitales de numerosas empresas que quieren evitar ataques informáticos, o salir airosos de los mismos, los gamers se convierten también en esenciales para el desarrollo de algunas actividades económicas.
Hay empresas especializadas en dar valor y poner nota a los jugadores en función de los videojuegos que juegan y el tiempo dedicado a los mismos. No es lo mismo Minecraft, que League of Legends, o que Assasin´s Creed. No es lo mismo Pokemon que Monster Hunter, Call of Duty, Guitar Hero, o Just Dance.
Un buen día podemos encontrarnos que, al elaborar el currículum para trabajar en un empresa, además de nuestros títulos y nuestra experiencia profesional, tengamos que incluir los videojuegos que hemos practicado y el tiempo que hemos dedicado a cada uno de ellos.
Cosas de los tiempos que vivimos.