24 de octubre de 2022. Sala de lo Penal del Juzgado nº. 3 de Fiscalización de la pandemia COVID-19, creado por RD-Ley 23/2021 del 9 de noviembre.
Comparece Margarita Caraballo Acuña, jefa de gabinete del Consejo de Gobierno.
Turno de la Fiscalía.
—Sra. Caraballo, comparece usted como jefa de gabinete que vivió de cerca las decisiones ligadas a las restricciones y medidas de prevención, así como a las principales líneas de atención hospitalaria e investigación para frenar la incidencia.
—Así es.
—Señora Caraballo, el 16 de enero de 2021 en declaraciones a Cadena 3 Noticias exigió usted al Gobierno que se decretara un confinamiento severo de al menos 15 días. ¿Diría hoy que habría sido entonces una medida apropiada?
—En absoluto. Pero entonces la sociedad corría un grave peligro.
—¿Se disculpó o pidió una rectificación a posteriori?
—No sabría decirle.
—Esta Fiscalía quisiera informar a este Tribunal que no consta ningún tipo de declaración en ese sentido. Prosigamos. ¿Podría usted decir que confía en la ciudadanía?
—(Abogado defensa). Protesto, señoría.
—(Jueza). Señor fiscal, ¿tiene alguna base la pregunta?
—(Fiscal). La tiene, la mostraré en breve.
—(Jueza). Prosiga en ese caso
—(Fiscal). Señora Caraballo, ¿podría usted decir que confía en la ciudadanía?
—La ciudadanía dio un ejemplo de extremado y ejemplar comportamiento durante la pandemia. Por tanto, sí. Confío en ella.
—Si eso es así, ¿por qué afirmó meses antes, el 15 de octubre de 2020 en la Cadena ESTAR que era inevitable un confinamiento domiciliario estricto, afirmación de la que tampoco se retractó nunca?
—(Pausa). ¿Ha servido alguna vez en algún hospital, señor fiscal?
—No.
—¿Ha servido alguna vez en una UCI?
—No, señora.
—¿Ha puesto alguna vez su vida en riesgo sabiendo que está en sus manos la vida de un paciente?
—No, señora.
—Nosotros tomamos decisiones. Tomamos decisiones o la gente muere. Así de simple, ¿está claro?
—Sí, señora. (Pausa). Señora Caraballo, solo otra pregunta antes de llamar a la ex consejera de Sanidad y al periodista especializado de La Retaguardia. Si ustedes han pedido madurez a la ciudadanía, y confían en su madurez a la hora de elegir a sus representantes políticos, ¿por qué iba a estar la ciudadanía en peligro? ¿Por qué iba a ser necesario imponer restricciones a sus ciudadanas y ciudadanos?
—(Silencio).
—¿Señora Caraballo?
—(Pausa). La española es una sociedad de muy bajo nivel. Se necesitaban restricciones porque…
—(El fiscal interrumpe). ¡Eso no es lo que ha dicho! Ha dicho que debía ser confinada porque corría un grave peligro. Puedo hacer que el taquígrafo le lea…
—(Irritada). Ya sé lo que he dicho, no hace falta que me lo lean como si fuera una niña.
—(Irritado). ¿Por qué las dos afirmaciones: madurez y confinamiento?
—A veces las personas toman decisiones de forma irresponsable.
—No señora. Ha dicho hace un momento que la sociedad actuó con una extrema madurez. Así que no debía correr tanto peligro, ¿verdad?
—¡Insolente fiscal bastardo!
—Quisiera obtener una respuesta, señora jueza.
—(Jueza). El tribunal esperará una respuesta.
—(Fiscal). Si su Gobierno tenía claro que la sociedad era responsable, ¿por qué habría de confinarla? Su Gobierno ordenó el confinamiento, ¡porque eso era lo que formaba parte del código del Estado de Miedo!
—(Abogado defensa). ¡Protesto!
—(Fiscal, prosigue). Y cuando todo salió mal siguió restringiendo la actividad. (Gritando). Se firmaron órdenes indebidas de cierres, de aforos y de horarios, se obligó a llevar mascarillas en todos lados de forma innecesaria, se limitó todo contacto de forma desproporcionada, ¡¡y ahora le pregunto, señora Caraballo!! ¿Aplicaron ustedes el Estado de Miedo?
—(Jueza). No tiene que responder a eso.
—(Margarita). ¡Responderé a la pregunta! ¿Quiere respuestas?
—¡Creo que la ciudadanía tiene derecho!
—(Gritando). ¿¿Quiere respuestas??
—(Gritando). ¡¡Quiero la verdad!!
—(Gritando). ¡¡Usted no puede encajar la verdad!! Vivimos en un mundo que tiene virus, y estos virus han de estar vigilados por personas con conocimientos. ¿Quién va a hacerlo? ¿Usted, fiscal? ¿Usted, jueza? Yo tengo una responsabilidad mayor de la que pueda calibrar jamás. Usted llora por la libertad y maldice las restricciones. Tiene ese lujo. Tiene el lujo de no saber lo que yo sé: que el confinamiento, aunque trágico, seguramente salvó vidas. Y que mi existencia, aunque grotesca e incomprensible para usted, salva vidas. Nosotros usamos palabras como transmisión, saturación, restricción o comorbilidad. Las usamos como una columna vertebral de una vida dedicada a salvar la suya. Usted las usa como gag. Y no tengo ni el tiempo ni las más mínimas ganas de explicarme ante un hombre que se levanta y se acuesta bajo la manta de la salud que yo le proporciono y después cuestiona el modo en que lo hago. Pediría que solo dijera gracias y me dejara en paz. De lo contrario le sugiero que se ponga una bata y defienda una UCI. De todos modos, me importa un carajo a qué crea usted que tiene derecho.
—¿Aplicó el Estado de Miedo?
—Hice el trabajo que me encargó la sociedad…
—(Gritando, interrumpe) ¿¿Aplicó el Estado de Miedo??
—(Gritando). ¡¡¡POR SUPUESTO QUE LO HICE, JODER!!!
(Silencio).
(Silencio).
(Silencio).
—(Fiscal). No hay más preguntas, señoría.
Hace dos semanas les invité a esta columna prometiendo que haría lo posible para que valiera la pena el esfuerzo. Espero que con este homenaje a uno de los guiones más perfectos del cine, el de la película Algunos hombres buenos, efectivamente haya sido al menos entretenido.
Pero la intención es que sea algo más que entretenido.
También prometí explicarles para qué se necesitan filántropos. Es muy sencillo: para que alguna vez sea posible una escena como la que acaban de leer, descontado el lenguaje cinematográfico y el derecho procesal español, bien distinto del norteamericano. ¿A alguien le ha sonado “aceptable”, realizable, posible, al menos necesario? Pues esa meta es perfectamente asumible, pero para eso se necesitan equipos multidisciplinares capaces de armar una operación que aúne documentación, impacto en la opinión pública, instrucción legal, y aportación de evidencias científicas y sanitarias.
Si hay alguna o algún filántropo en la sala, este es el momento de dar un paso al frente.
La sociedad sabrá recompensar su valentía.