Era también un mes de mayo, pero de hace 115 años. Ese día, un 31 para más señas, en el número 88 (hoy 84) de la Calle Mayor de Madrid, se alojaba en una modesta pensión del inmueble el anarquista Mateo Morral Roca. No estaba allí por casualidad, ya que sabía perfectamente que, bajo su ventana, pasarían los recién casados Reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Fue en ese momento cuando, desde su balcón, arrojó una bomba envuelta en un ramo de rosas, que tropezó contra el tendido del tranvía y acabó estallando sobre la multitud que saludaba a los monarcas. Aunque los Reyes no sufrieron daños, el atentado ocasionó 24 muertos y más de un centenar de heridos.
Este episodio trascendental de la historia de nuestro país está íntimamente relacionado con uno de los lugares más castizos y emblemáticos de la capital. Hablamos de Casa Ciriaco, uno de los Restaurantes Centenarios de Madrid y que esa fecha, aún con el nombre de Casa Baliñas, fue testigo privilegiado de este suceso.
Y es que casa Ciriaco se encuentra en ese edificio desde 1887, cuando abrió sus puertas como almacén de vinos. Hubo que esperar, eso sí, hasta 1923, para que la licencia del establecimiento fuera adquirida por Pablo Muñoz Sanz, quien había trabajado en él junto a su hermano Ciriaco desde 1917. Unos años más tarde, en 1929, fue el propio Ciriaco quien abrió la sección del restaurante y dándole el nombre que conocemos hoy en día.
En 1967 tomaron el mando Ángel y Godofredo Chicharro, junto a la dirección magistral en cocina de Amparo Moreno, y juntos dieron días de gloria a Casa Ciriaco. Tras el fallecimiento en 2015 de Godofredo, la taberna vivió momentos complicados que incluso pudieron desencadenar su cierre, hasta que Alfonso Delgado y Daniel Waldburger, propietarios, respectivamente, de Casa Alberto y La Casa del Abuelo, además de presidente y vicepresidente de la Asociación de Restaurantes y Tabernas Centenarias de Madrid, pusieron remedio a la debacle.
Ahora, y después de un completo lavado de cara, Casa Ciriaco es una casa de comidas única en la que se aúna tradición con las técnicas de vanguardia, liderada por Carlos Figueroa, procedente del restaurante Lux Madrid y con Cristina Alonso al frente de los fogones.
La mejor cocina de siempre, hoy
Nombres ilustres de nuestra historia como Julio Camba, Antonio Mingote o Ignacio Zuloaga han sido clientes asiduos de los comedores de este restaurante centenario, que hoy lucen con aires renovados y una “sala de máquinas” descubierta para ver como se crea la magia en directo. No ha desaparecido, eso sí, la mítica barra ni por supuesto ninguna de las dos cuevas.
Del mismo modo que los platos son tan suculentos como lo han sido durante décadas. La imprescindible gallina en pepitoria, cuya receta es casi tan vieja como el propio restaurante, los exquisitos callos, el rabo estofado… o, cómo no el cocido completo en tres vuelcos, que se sirve todos los martes.
Todo regado con los mejores vinos del país y, sobre todo, ese aura de tradición que hace que cada cucharada sepa mejor. Porque no todos los días podemos sentarnos a la mesa de un lugar histórico, en todos los sentidos, de Madrid.