Madrid es uno de esos lugares que, aunque suene a tópico, enamora a primera vista. En cualquier punto de la región nos encontramos no solo con una oferta cultural, gastronómica y de ocio en general sin parangón. También una población, la madrileña, que destaca por su carácter acogedor y que hace sentir a todo aquel que tenga la fortuna de visitar esta tierra como si estuviera en casa.
Su carácter multicultural; la belleza monumental y paisajística; el contraste orográfico, o el clima privilegiado, son algunas de las muchas virtudes que convierten a la Comunidad de Madrid en ese lugar que te deja marcado para siempre y del que despedirse, aunque sepas que vas a volver, es un mal trago.
Madrid, el corazón palpitante de todo un país
Hablar de Madrid es hacerlo, por supuesto, de su capital, que es también la de España. Ubicada en el centro geográfico de la Península Ibérica, su posición privilegiada le ha servido para ser, durante siglos, un cruce de caminos ineludible que ha forjado el espíritu abierto que hoy en día conserva.
En esta gran metrópoli podemos encontrarnos con una muralla árabe del siglo IX y, a pocos metros, con algunos de los edificios más modernos y sostenibles de Europa. Una mezcla de tradición e innovación que pocas otras ciudades en el mundo son capaces de conjugar. Pasear por cada una de sus calles implica descubrir, a cada paso, una muestra de estilos arquitectónicos y sociales que conviven en perfecta armonía.
Una parte clásica, castiza, representada por el centro histórico, con impresionantes muestras de las corrientes más arraigadas en el viejo continente, entre las que destacar una sería injusto para las demás. Porque no tiene mucho sentido comparar el Palacio Real, el más grande de Europa Occidental, con la Plaza Mayor. Lo mejor es disfrutar de ambas.
La cultura, parte intrínseca de la región
A lo largo de todo el territorio de la Comunidad se suceden los puntos de interés histórico y cultural. Incluidos, por supuesto, aquellos que son Patrimonio de la Humanidad, como el Monasterio de El Escorial. Una sobrecogedora obra de más de treinta mil metros cuadrados construida durante el reinado de Felipe II y que sirve de resumen palpable de una de las épocas más florecientes de la cultura española, el denominado ‘Siglo de Oro’.
También, volviendo a la urbe, encontramos algunos de los museos y pinacotecas más importantes del globo. El Prado, el Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza… albergan en su interior colecciones pictóricas y esculturales de valor incalculable, que pueden ser admiradas por cualquiera que quiera perderse en sus interminables pasillos.
De nuevo, en este caso, tenemos que dejarnos cosas en el tintero y “olvidarnos” de lugares indescriptibles como el Real Sitio de Aranjuez, la Catedral de la Almudena o cualquiera de los teatros que trufan las localidades madrileñas. Y es que, nunca mejor dicho, se podría escribir un libro con la cultura que atesora esta región.
Un oasis natural
Pero toda esta riqueza, que obviamente necesita de la mano humana, no está reñida con la enorme huella natural que se conserva en la Comunidad de Madrid. En un abrir y cerrar de ojos pasamos del “caos urbano” al aire más puro que nos podamos imaginar, con ecosistemas únicos y cuidadosamente preservados para que perduren en el tiempo y sobrevivan durante generaciones.
Basta con darse un paseo por los senderos, bosques y cumbres de la Sierra de Guadarrama y darse cuenta de todo esto. Allí nos trasladamos a lo más profundo de la naturaleza mientras observamos, a través de algún claro, el skyline de la capital dibujándose a lo lejos. Una sensación indescriptible, la misma que sin duda experimentamos en el Hayedo de Montejo, también Patrimonio de la Humanidad, en el que un caprichoso microclima ha conseguido crear uno de los escasísimos ejemplos de vegetación caducifolia centroeuropea fuera de esos confines.
Pero este “oasis”, como lo hemos definido, no es exclusivo de las altas montañas. También podemos encontrarlo al pie de los barrios más populosos. La Casa de Campo o el Parque de El Retiro son auténticos pulmones verdes que viven “puerta con puerta” con sus vecinos de hormigón. No hace falta desplazarse largas distancias para sentarse a disfrutar del rumor del Manzanares a su paso por Madrid Río o cobijarse del sol de verano bajo un frondoso pinar… que tiene una estación de Metro al lado.
Madrid es disfrutar de la vida
Emprender un viaje implica, necesariamente, exprimir al máximo cada minuto que se pasa fuera de casa. Pero en Madrid habrá que estrujar, literalmente, cada segundo, si se quiere sacar todo su jugo.
En la Comunidad de Madrid hay más de treinta mil bares y restaurantes en los que paladear y beberse toda la esencia culinaria de una región en la que, actualmente, hay 22 locales que lucen orgullosos la estrella Michelín. Locales llenos de historia, algunos con cientos de años de historia, en los que sentarse a la mesa se convierte en una experiencia para los sentidos y tabernas que rebosan vida donde “tirar una caña” es elevado a la categoría de arte.
También es verdad que hay que tener el estómago bien lleno para recorrer los más de cien centros comerciales que hay dispersos por la geografía madrileña, algunos con pista de esquí incluida como Xanadú y otros que marcaron un antes y un después en la construcción de este tipo de locales comerciales como La Vaguada. Se trata de uno de los primeros concebidos a nivel europeo como punto de encuentro multiservicio y está diseñado por uno de los arquitectos más prestigiosos de España, el canario César Manrique.
Asimismo, aunque no seamos aficionados al balompié, no debemos perdernos la visita a uno de los recintos deportivos que han trascendido el uso para el que fueron concebidos y pasar a ser un hito más en los mapas turísticos de la ciudad. Hablamos, por supuesto, del estadio Santiago Bernabéu, hogar del club de fútbol con más títulos del mundo, por cuyo museo pasan cada año cerca de un millón de visitantes y que, con su remodelación, se convertirá en uno de los complejos de este tipo más modernos que existen a nivel planetario. Un lavado de cara que marcará la apuesta definitiva por su diversificación, incorporando, entre otros elementos, un restaurante del chef Martín Berasategui, con 12 Estrellas Michelín.
Son, por tanto, cientos los argumentos para visitar Madrid, y miles los motivos para volver. Nosotros, como no podría ser de otro modo, os recomendamos que los descubráis vosotros mismos.
Foto de portada: Beatriz Durán Balda