Derecha, izquierda, fachas, comunistas… Todos son términos que no nos son ajenos y, sin embargo, en pleno siglo XXI, inmersos en la era de la cuarta revolución tecnológica, se nos antojan como conceptos trasnochados, arcaicos, anacrónicos… Propios de un remoto siglo ya pasado, y que sin embargo aparecen hoy radicalmente vigentes en plena vorágine mediática, azuzados por irresponsables formaciones políticas que encuentran en el antagonismo con el contrario la única vía para justificar su propia existencia política.
En Ciudadanos respetamos las convicciones ajenas, porque no podríamos llamarnos liberales si no compartiésemos la famosa cita apócrifa de Voltaire: “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Y es que las ideas de tolerancia que iluminaron el siglo XVIII parecen haberse fundido en nuestro incipiente siglo XXI entre el albor de los gritos, los insultos y las amenazas que parecen querer acallar los nobles ideales que nos proporcionaron libertad, convivencia y paz.
Alexander Solzhenitsy proclamaba: “La Justicia es conciencia, no una conciencia personal, sino la conciencia de toda la humanidad. Por ello, los que reconocen la voz de su propia conciencia, por lo general, también reconocen la voz de la Justicia.”
Por eso apelamos a la conciencia de esos madrileños que se sienten huérfanos ante el plantel de soflamas vacías, de discursos del odio y de promesas vacuas. Y les conminamos a que alcen la voz, a que se rebelen contra la polarización social a la que pretenden arrastrarnos, a que luchen junto a los que todavía creemos en un futuro de progreso y concordia para nuestros hijos, a los que aspiramos a que la transición ecológica y la sostenibilidad ambiental sean las vías por las que ha de transitar el porvenir nuestro planeta, a los que sabemos que la mejor arma para ganar el futuro es la educación de nuestros jóvenes en valores de tolerancia, de respeto y de solidaridad.
Por eso os decimos a todos, bienvenidos a la Revolución pacífica. Bienvenidos a Ciudadanos.