Si tuviéramos una máquina del tiempo y pudiéramos trasladarnos al Madrid de 1892, muy probablemente no reconociéramos ni un cinco por ciento de la ciudad que es hoy en día… y viceversa. Sin embargo, y tal y como estamos viendo en nuestra serie de reportajes sobre los doce restaurantes centenarios de la capital, por aquel entonces ya había locales en los que reponer fuerzas que aún se conservan en la actualidad.
En esta ocasión, vamos a detenernos en “La Ardosa”, un establecimiento archiconocido por gatos y foráneos, que entre sus paredes llenas de solera e historia no solo podemos degustar unas deliciosas tapas, sino también refrescarnos con la (reconocida) mejor cerveza Pilsen de España.
Pero, como decimos, su origen a finales del siglo XIX es bien distinto. De hecho, “La Ardosa” era en realidad una cadena de bodegas, promovida por el empresario Rafael Fernández, que adoptó este nombre de la comarca vitivinícola homónima de Toledo. Hasta más de dos docenas de establecimientos llego a haber en Madrid, donde se vendía, además de en barra, a granel y en botellas el vino producido por los viñedos de Fernández.
Tras un periodo en el que el negocio fue apagándose poco a poco, en 1970, Gregorio Monje, carnicero de profesión, adquirió La Ardosa. Solo unos años después, en 1979 y acompañado de su mujer, Conchita, puso en marcha el negocio tal y como lo reconocemos en 2021.
Más de cuarenta años en los que llevamos degustando su deliciosa tortilla, que acompaña a la perfección a la especialidad líquida de “La Ardosa”, la cerveza. En este sentido, Ángel Monje, hijo de Gregorio, continúa a la perfección con el legado de su padre, siendo este punto de referencia para las mejores marcas del mundo, encontrándose, por ejemplo, el grifo más antiguo de ‘Guinnes’.
De lo que no cabe ninguna duda es de que aquí nos sumergimos en un pedazo vivo de la historia de Madrid.
Foto: rtve.es