Estado de Derecho y Derechos Humanos

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Si aceptáramos las injusticias en nuestra cotidianidad, entonces asumiríamos vivir en una sociedad desigual, excluyente, que no cree que todos y todas merezcamos disfrutar de los mismos derechos. En este contexto, la solución no sería la justicia en el sentido legal, sino la justicia social. Cada 20 de febrero se celebra el Día Mundial de la Justicia Social, establecido en el año 2007 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como una forma de reivindicar una sociedad libre de injusticias. 

La justicia social promueve el respeto igualitario de los derechos y las obligaciones de las personas. Se asienta sobre la convicción de que todos merecemos un trato basado en los derechos humanos, así como una distribución justa de los recursos en esta sociedad cada vez más digitalizada y global. De hecho, el tema para este 20 de febrero es “un llamamiento a la justicia social en la economía digital”. 

Así pues, con el paso del tiempo, este concepto ha evolucionado y ahora abarca enfoques que van más allá de la distribución equitativa de la riqueza y su vinculación al estado de Bienestar. Enfoques como el respeto a la diversidad, y la participación activa en el estado de Derecho, los cuales, lamentablemente, tienen que seguir siendo reivindicados por diversos actores, como son el colectivo LGTBI, las personas con discapacidad, la población migrante o el pueblo gitano. 

Según el informe anual del Ministerio del Interior del año 2019, los delitos de odio por causas racistas aumentaron un 21% en nuestro país y han protagonizado dolorosas situaciones durante el estado de alarma. Recordemos el ataque a un joven estadounidense de ascendencia china a mediados de marzo de 2020 en Madrid, que le llevó a pasar dos días inconsciente. O los numerosos bulos que se han difundido por medios digitales culpando a la población gitana de la propagación del coronavirus, acusándola de incumplir los protocolos sanitarios, cuestión que fue desmentida por la propia Guardia Civil. Todo esto pone en evidencia el trato desigual y discriminatorio que se sigue ejerciendo hacia determinados colectivos, o sectores de la población, marcados y estigmatizados por su condición racial, cultural o de diversidad sexual.

No obstante, la decisión de promover la justicia social siempre estará en última instancia en manos de cada individuo. Es por ello por lo que el papel de la educación en este asunto es fundamental. La escuela alberga en sí misma la capacidad de educar en la justica social como espacio de convivencia que es. No se trata de ser tolerante y aceptar al diferente silenciosamente, sino de saber vivir y convivir, incluyendo a todos sin excepción en nuestras vidas. Porque tal y como dijo Martin Luther King, la máxima tragedia no es la opresión y crueldad de las malas personas, sino el silencio de la buena gente.

Desde Ciudadanos, plenamente convencidos de la necesidad de seguir trabajando para una justicia social real, defendemos que la legislación estatal ha de avanzar en la supresión de injusticias. Por ello, hemos presentado en el Congreso de los Diputados una iniciativa para prevenir, corregir y eliminar de manera integral toda forma de discriminación en los espacios públicos y privados. La igualdad y el trato igualitario de todos los seres humanos es una cuestión de Estado.

Quisiera en este Día Mundial de la Justicia Social recordar también a nuestros mayores que nos dejaron durante esta pandemia, a todos y cada uno de los héroes que afrontaron el último adiós sin sus familias, a los valientes de una generación pionera que fundamentaron nuestro Estado de derecho cuyo legado hoy disfrutamos. Vaya mi reconocimiento a todos ellos, porque es de justicia hacerlo.

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