El paso de Filomena por la Comunidad de Madrid ha dejado innumerables daños y desperfectos que tardarán semanas, incluso meses, en ser saneados. La gran cantidad de nieve caída sobre la región ha hundido tejados, cerrado comercios e inutilizado calles y grandes avenidas, pero también ha sido la causante de una de las mayores catástrofes naturales a las que se han enfrentado los madrileños en los últimos tiempos.
Hablamos por supuesto del terrible saldo que deja en la población de árboles de la Comunidad. Las ramas caídas sobre los coches no son solo un engorro que nos haya arañado un poco la pintura; es el símbolo de una debacle medioambiental de la que tardaremos mucho tiempo en recuperarnos.
La estampa de las cuadrillas de operarios talando las ramas de los pinos, chopos… que no han soportado la nieve que la borrasca Filomena descargó hace diez días en la ciudad es habitual casi en cada rincón de Madrid. Solo en la capital, se estima que un tercio de los árboles se han visto afectados por este desastre que ha provocado el cierre durante al menos dos meses de grandes parques como El Retiro.
Los árboles de hoja perenne, como el piñonero, y las coníferas en general, han sido los más damnificados tras treinta horas ininterrumpidas de nieve que dejaron a su paso imágenes de ramas caídas y troncos partidos a lo largo y ancho de la ciudad.
«Estos árboles, como cualquier árbol típico de clima mediterráneo, no tienen unas estructuras adaptadas a estos eventos que realmente son históricos y muy singulares, que pasan muy de tarde en tarde», explicaba a Efe el subdirector general de Conservación de Zonas Verdes y Arbolado del Ayuntamiento de Madrid, Antonio Morcillo.
Dice que no tienen constancia «de ningún acontecimiento de tipo atmosférico, climático, que haya causado una afección tan importante en el arbolado» como el paso de Filomena.
«Evidentemente esos daños son muy variados, desde árboles que se han caído, se han tronchado, y que habrá que eliminar, hasta otros muchos que con los trabajos adecuados de poda y de mantenimiento, y con la evolución de los próximos años, se podrán recuperar«, comenta Morcillo.
Casi 750.000 árboles afectados
Como decimos, un total de 749.000 árboles de los 1,8 millones que hay en conservación municipal se han visto afectados: 150.000 de en el eje viario, 11.000 en El Retiro y 559.000 en la Casa de Campo.
Ahora mismo, los trabajos se centran en los árboles ubicados en las calles de Madrid y después pasarán a las distintas zonas verdes, para así poder tener unas cifras «más rigurosas y más exactas». «Se está trabajando de forma muy intensa» aunque «hay mucho trabajo por delante», afirma Morcillo.
Las ramas que van retirando del gran pino irán o al parque tecnológico de Valdemingómez o la planta de compostaje Migas Calientes, donde «se transforman para su recuperación en forma de compost» y darle así una «segunda vida a todos estos residuos».
Los trabajos de retirada se realizan con los medios del Consistorio y también con los que se han conseguido a través de un contrato de emergencia que entró en vigor el pasado día 14.
El contrato contempla la contratación de 1.100 efectivos que se dedicarán durante los próximos 50 días a las labores de revisión, poda y retirada del arbolado dañado, y se suman también 495 medios mecánicos adicionales como plataformas móviles para poda, camiones para retirada de restos o biotrituradores.
Con esa maquinaria, hasta el 5 de marzo operarán 110 equipos que se desplegarán en los 21 distritos de la capital, y, a la par, en el Ayuntamiento «estamos acumulando un volumen de datos y de información que tendremos que analizar y que procesar».
Cambio en el arbolado de la ciudad
Para Juan García Vicente, de Ecologistas en Acción, una de las lecciones es evitar los árboles de hoja perenne en los viales y propiciar en las calles el uso de las especies de hoja caduca, porque «se adecúan a la climatología», y en verano protegen del sol con sus sombras mientras que en invierno dejan pasar los rayos a través de sus ramas desnudas, y también potenciar la encina.
«No veremos ningún abeto, ningún cedro, con afecciones apenas. Los que más se han visto afectados es el pino piñonero», agrega García Vicente sobre esa especie que abunda en la Casa de Campo, donde «da grima echar un vistazo, aquello es terrible».
Define el paso de Filomena como una «catástrofe absoluta», al tiempo que reconoce que «tampoco se podía hacer nada» para evitarlo porque el arbolado es el adecuado a la meteorología mesetaria, si bien pone el acento en el «déficit de plantilla y recursos» histórico que hay que paliar, mientras apunta que «no hay capacidad para reciclar» el volumen de ramas y árboles perdido.
Por su parte, el secretario de la Asociación Retiro Norte, Félix Sánchez, subraya que «a nivel emocional» para la gente del barrio, «que ha crecido en El Retiro, que lo visita a diario y pasa sus horas libres» en él, ver cómo está el parque supone «un drama».
«Estamos muy desanimados», apunta, y también «preocupados» por los árboles singulares del parque, como el conocido como Ciprés calvo -un ahuehuete considerado el árbol de jardín más antiguo de la ciudad- del que «sabemos que se la ha roto alguna rama», y otros tantos especímenes distinguidos de los que aún no se conoce el estado.
El peligro de la lluvia y el viento
Por si todo esto fuera poco, los ingenieros forestales madrileños temen ahora que existe la posibilidad de una nueva caída de ramas y árboles provocada por las lluvias y rachas fuertes de viento anunciadas por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) a partir de este miércoles.
En una nota de prensa, el Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales (COITF) alerta ante dicha previsión y pide a la población que extreme las precauciones y adopte las medidas oportunas «para evitar que estas incidencias tengan alguna consecuencia fatal».
«Tras el paso de la borrasca Filomena son numerosos los árboles que han sufrido daños estructurales cuando no han caído en su totalidad. No ha dado tiempo aún a realizar las evaluaciones de riesgo pertinentes a la totalidad de los árboles afectados y es crucial para la retirada de ramas y hojas de los árboles dañados que aún se encuentra en curso», dicen los ingenieros forestales.
Según estos profesionales, muchos ejemplares han quedado debilitados y un nuevo evento meteorológico de estas características puede ser la puntilla para muchos de ellos.
Los forestales consideran que aunque la gestión que se realiza del arbolado urbano debe tener por objeto principal la salvaguarda de los ciudadanos y sus bienes, «siempre inevitablemente existe un cierto nivel de riesgo que no es eliminable».