Faltan casi dos meses, pero los nervios ya están instalados en los estómagos de millones de madrileños. ¿Cómo será la Navidad este año? A día de hoy hay muchas dudas y pocas certezas, salvo aquellas que nos dicen que no habrá ni cabalgatas, ni uvas en la Puerta del Sol, ni multitudinarias cenas de empresa o amigos.
Nada será normal, con las viejas tradiciones adaptándose a lo que nos traen los nuevos tiempos: codos en vez de abrazos, mascarillas, gel hidroalcohólico y ventilación en los hogares.
Tampoco sabemos si serán presenciales o por Skype. De hecho, la mayor incertidumbre consiste en saber si podremos viajar fuera de nuestras ciudades o provincias para visitar a la familia y celebrar con ellos las fiestas. Los cierres perimetrales decretados en la práctica totalidad de las comunidades pretenden en parte controlar la creciente propagación del virus y que lleguemos a las fechas señaladas con posibilidad de movernos, «salvando» así las Navidad.
Sea como fuere, lo que sí parece imposible es reunir en una mesa a abuelos, tíos, nietos, primos y sobrinos, quizá lo más complicado de asumir en estas fechas. Y los que nos juntemos, si finalmente podemos, tendremos que asumir las muchas limitaciones a la hora de celebrar estas fiestas.
En numerosas regiones se ha limitado a seis el número máximo de personas que pueden reunirse, una cifra que obligará a muchas familias a dividirse y renunciar a cenas y comidas en familia.
Las que se celebren deberán contar con una nueva invitada -la mascarilla– y guardar la necesaria distancia interpersonal. Es más que una recomendación teniendo en cuenta que la mayoría de las reuniones serán en espacios cerrados y poco ventilados y es precisamente en esos contextos donde se registra el mayor número de contagios.
Este año no habrá cotillones, con toda seguridad se reducirán las cenas de empresa y cuesta imaginar cómo sonarán las doce campanadas en una madrileña Puerta del Sol posiblemente vacía.
Las cabalgatas de los Reyes Magos penden de un hilo y a lo mejor este es el año para dejar la escalera en casa, comprar un roscón de Reyes, preparar un chocolate caliente y asistir a la llegada de los Magos de Oriente a través de la televisión.
Tampoco habrá largas colas en los centros comerciales para que los más pequeños entreguen sus cartas a Papá Noel y le cuenten al oído cómo se han portado este difícil año y qué juguetes esperan recibir.
Lo que posiblemente podamos visitar son los Belenes que ayuntamientos e iglesias coloquen al aire libre y también podremos recorrer las calles de nuestras ciudades para ver la iluminación navideña. El Ayuntamiento de Madrid ya ha dicho que este año tan complicado necesitamos unas navidades «que iluminen más que nunca«.
En un 2020 tan complicado, muchos quizá confíen en la suerte y el Sorteo del Gordo de Navidad podrá suponer un paréntesis entre tanta mala noticia pero, de nuevo, esto tampoco será como lo recordamos de anteriores años.
Las celebraciones con cava en las administraciones de Loterías tendrán que hacerse en grupos pequeños, aunque es difícil de imaginar que no se escape algún que otro abrazo entre los agraciados.
En cualquier caso, las de 2020 serán, con toda seguridad, unas Navidades que difícilmente olvidaremos.