Noviembre, mes clave para unos negocios madrileños que se sitúan entre el fantasma del confinamiento y el impulso del Black Friday y las luces navideñas.
Llegamos al penúltimo mes de ese fatídico 2020 y todo son dudas e incertidumbres para la mayoría de los madrileños. Tras un mes de octubre con estado de alarma «madrileño», impuesto por el Gobierno Central, parece que las cifras de contagios y fallecidos nos dan un respiro en Madrid gracias a las medidas sanitarias adoptadas por la Comunidad.
Algo que debería servir para afrontar la recta final de año con algo menos de pesimismo. Pero sin embargo, la sombra del virus es larga y Madrid mira a Europa, y al resto de España, preguntándose si hemos pasado lo peor o, si por el contrario, todavía está por venir.
Noviembre suele ser un mes en el que la economía arranca en diésel, despacito pero acelerando hasta llegar al último viernes del mes con el Black Friday, el encendido de luces, y el CyberMonday. En un año normal, todo iría sobre ruedas con las compras navideñas, las cenas de empresa, las vacaciones, celebraciones y cotillones. Pero en este 2020 todo es distinto. La alegría es contenida por el miedo y el dolor. El miedo de quien no sabe si llegará a final de mes, de quien no sabe si mantendrá su puesto de trabajo, o de quien teme bajar por última vez la persiana de su negocio. El dolor de quien ha perdido su trabajo, de aquel que ya no tiene ahorros y el SEPE no responde; el dolor de quien ha despedido a un ser querido.
Por eso, este mes de noviembre, en el que la fría lluvia cae sobre Madrid, nada es igual. Cuando paseas por la capital, ya no respiras el ambiente a vida que siempre desprendía esta ciudad. Su gente en las calles, los bares repletos, los brindis con tercios de M roja de Madrid. Los cines y teatros iluminando y alegrando la noche madrileña. Los conciertos en Las Ventas, o en una pequeña sala de Malasaña. La odisea de encontrar un taxi libre que te lleve a casa tras largas horas de fiesta. Ese Madrid que nunca dormía ha sido borrado por la pandemia. Hoy sus calles son recuerdos de lo que no hace mucho fueron, y de lo que para muchos de los nuestros ya nunca volverán a ser.
Todavía estamos empezando el mes, y no sabemos si llegaremos al 27 de noviembre siendo libres o bajo confinamiento. Desconocemos si se encenderán las luces con la gente por la calle, corriendo de un lado para otro con las manos llenas de bolsas, o si por el contrario las bombillas iluminaran unas calles vacías, con bares, comercios y restaurantes cerrados.
Tal vez, cuando el día 9 finalicen los 15 primeros días de estado de alarma y el control recaiga sobre las comunidades autónomas, tengamos más pistas sobre el futuro más próximo. Tal vez, entonces sepamos si lo que hoy son rumores, pueden convertirse en realidad. Si la fría lluvia de noviembre congelará también nuestras esperanzas. O tal vez, la lucha por compaginar la economía con la salud, de algunas Comunidades como la de Madrid, venza al fantasma del confinamiento y noviembre sea el preludió de un diciembre esperanzador.
Fría lluvia de noviembre
Mientras resolvemos nuestras dudas, yo me aferro a la sabiduría de aquellas canciones 90 para este noviembre, en las que cuando ya “no hay nadie más a quien culpar, y no te preocupas de la oscuridad, aún puedes encontrar un camino. Porque nada dura para siempre, ni siquiera la fría lluvia de noviembre”.
