De familia de artistas, Cecilia Gessa bebe el teatro desde muy pequeña. Su bisabuelo Sebastián Gessa, “el pintor de las flores”, deja parte de su legado en los frescos del Palacio de Linares y su abuela, Fina Gessa, es una talentosa actriz de teatro y zarzuelas. Se ha afianzado con su productora Gessas Producciones, con la que junto a Álvaro Longoria ha lanzado Relatos con-fin-a-dos, la serie española de antología multi-género para Amazon Prime.
Ahora se adentra en lo más profundo de la psique humana para mostrarnos una nueva aventura aún más transgresora, una, como ella misma define, tragicomedia distópica. Por ese motivo, ha concedido una entrevista a Madrid es Noticia, para profundizar en su obra Fahrenheit 108 que se está representando en la sala Lola Membrives del Teatro Lara.
¿Qué es Fahrenheit 108? ¿Qué temas trata y cómo lo hace?
Fahrenheit 108 es una tragicomedia distópica en la cual está prohibido, tanto mantener relaciones sexuales como procrear. Digamos que Fahrenheit 108 denomina al delito que supone realizar estas dos acciones. Se tocan una amplia variedad de temas; por ejemplo, la sexualidad, la natalidad y por otro lado de la pasión, el amor, la urgencia climática, el culto al cuerpo y también la doble moral… Digamos que todos estos temas están relacionados entre sí. A través de unas proyecciones que se emiten durante la función, se van encadenando todos estos temas.
La obra es un espejo de cómo el Covid ha dejado al descubierto las carencias sociales que tenemos
En principio la obra se iba a estrenar el 15 de abril, pero se canceló por el COVID-19. ¿Cómo vivió esa cancelación y cómo ha sido la espera hasta poder estrenar?
La verdad es que fue un shock, porque llevaba meses trabajando en el montaje y nos pilló, como a todos, muy desprevenidas. Yo en el momento en el que me enteré, sobre el 7 u 8 de marzo, cancelé automáticamente todos los ensayos y paré. Pasó un tiempo hasta que pude retomar la actividad vía zoom con las actrices porque sí que es verdad que necesité un tiempo para saber qué estaba pasando exactamente.
Fue duro porque cada vez que veía el telediario, para mí, era un Fahrenheit 108, porque muchos de los temas que tratamos, o cómo están abordados esos temas, se me mostraban en la televisión. De hecho, habla de pandemias, enfermedades mundiales y desigualdad, muchas de las cosas que ha traído el COVID. La obra también es un espejo de cómo el Covid ha dejado al descubierto las carencias sociales que tenemos. De todo esto trata Fahrenheit 108. De esta forma, para mí, fue como si pasara de la ficción a la realidad. Fue una sensación muy curiosa.
Posteriormente, todos estos meses me han venido muy bien para, una vez que he retomado el trabajo, verlo desde otra perspectiva. Sin cambiar absolutamente nada del montaje, pero sí es verdad que muchos de los temas que trato ya no me resultan tan lejanos, como la distancia social, por ejemplo. En Fahrenheit 108 existe esa distancia social y sexual. Todo esto ya no es tan sorpresivo en el montaje, pero aún así, sigue siendo Fahreinheit 108.
Es directora y productora ejecutiva de Gessas Producciones. Ha dirigido y producido teatro y cine, e incluso ha llevado a cabo durante tres años el Festival de cortometrajes “Gessas en Corto”. ¿Qué futuro le espera a la cultura, el teatro o el cine en estos tiempos de pandemia?
Es cierto que está bastante mal el asunto y hay muchos compañeros que lo están pasando muy mal y es cierto también que los rodajes están siendo complicados y constantemente se están anulando obras de teatro. Es así en todos los teatros, pero en el Teatro Lara, que es donde estoy yo, cada dos por tres hay funciones que no pueden hacerse porque alguien ha dado positivo. Está siendo bastante complicado, y si ya estaba mal la cultura, ahora está bastante peor. Está mal, pero es cierto que, por lo menos en mi caso en particular, y en lo que veo a mi alrededor, la cultura es oxígeno para todos. Necesitamos poder seguir creando y seguir trabajando para poder, además, llevar mucho mejor todo esto que está ocurriendo.
A mí me está sirviendo de terapia y la verdad es que me estoy volcando mucho. La verdad es que estoy muy creativa, mucho más si cabe, que antes de la pandemia. Creo que a partir de las crisis es cuando surgen con más profusión nuevas ideas y nuevas maneras.
Esta pandemia nos está demostrando algo muy importante, que es que podemos trabajar relacionándonos de diferente manera. Utilizar las redes sociales y la gran cantidad de formas que tenemos para comunicarnos. A través de un ordenador, o de cualquier aparato, o el mismo móvil…
De hecho, durante la cuarentena hice dos series. La de ‘Relatos con-fin-a-dos’, con Morena Films, para Amazon Prime Video, esa como productora y luego ‘Diarios de la cuarentena’ para Televisión Española como actriz, con mi pareja desde casa y también para Morena Films. No nos van a frenar fácilmente, pero sí que es verdad que son muchas familias y muchas personas las que no están pudiendo pagar sus facturas.
La cultura nos da la capacidad de poder ver más allá de un Facebook o un Instagram, de esa falsa realidad en la que todos estamos viviendo.
En la obra, se mezclan dos conceptos como las relaciones sexuales y la visión femenina del mundo. De hecho, está dirigida e interpretada por mujeres. ¿Cómo trata la obra el feminismo y las relaciones sexuales?
Realmente, en este universo Fahrenheit 108 estos personajes no son mujeres. En realidad son mutantes, se supone que no hay diferenciación entre los sexos femenino y masculino. Lo que sí es cierto es que yo quería contarlo a través de mujeres puesto que yo soy mujer y siento más facilidad a la hora de contar mis historias, hacerlo a partir de mujeres, aunque también he trabajado con hombres.
Me parecía mucho más interesante que fueran figuras femeninas porque en un principio eran personajes masculinos y a mí me apetecía que fueran mujeres. Dentro de estos mutantes, hay algunos que tienen órganos interiores y otras, órganos exteriores. En la función se trata así, tal cual. No se trata de una obra feminista, es una obra que muestra un poco la sociedad en la que vivimos, porque se supone que estamos en el 2070. Yo aprovecho para transitar por todo lo que conocemos, por todo lo que vivimos.
De hecho, también tiene una vital importancia la urgencia climática, un poco, hacia donde podemos llegar si no solucionamos los problemas que estamos teniendo ahora mismo en la actualidad y que llevamos arrastrando desde hace años. Yo soy más de luchar por la igualdad, no la veo como una obra feminista.
Me llaman mucho la atención el título, el tema y los personajes de Fahrenheit 108. ¿Tienen algo que ver con la película de Truffaut o la novela de Bradbury?
Sí, sí, efectivamente tiene mucho que ver. No es lo mismo, pero sí tiene mucho que ver. Es algo que hablé ya hace tiempo con Javier y las influencias están ahí. Por eso, yo, mientras estaba con este montaje, no quise ver absolutamente ninguna distopía ni nada que se le pudiera parecer. Nada, porque no quería traer ningún tipo de influencia, quería que todo naciera de mí. Claro que tengo mis influencias, pero no quería “contagiarme” absolutamente de nada.
Una vez que tenía el montaje casi terminado, con todo clara, entonces sí. Volví a ver la película de Fahrenheit 451 y la disfruté muchísimo, me encanta. Comparten el sistema autoritario y la idea de cómo realmente la inteligencia y la sabiduría son poderes muy peligrosos. Por eso, algunas de las cosas que deberíamos cuidar muchísimo más en este país y fuera de España son la cultura, el arte y la educación. Hay que invitar a los niños y a los jóvenes a que consuman arte y cultura, que vayan a los teatros o a los cines porque es algo muy enriquecedor. Nos hace ser personas más sensibles y más inteligentes. Nos da la capacidad de poder ver más allá de un Facebook o un Instagram, a veces, como una falsa realidad en la que todos estamos viviendo.
Las relaciones sexuales son en la obra un delito, el delito Fahrenheit 108. Pueden penarse incluso con la muerte y no hay absolución posible. ¿Por qué ha decidido relacionar el sexo con el castigo, la muerte y la condena?
El texto original es de Javier San Román y surgió como un montaje corto, un micro-teatro hace dos años que también produje y me gustó tanto la historia que decidimos alargarla, precisamente, para poder explicar todos estos temas más en profundidad. Aquí lo que ocurre es que la naturaleza y los animales son enemigos de estos mutantes que viven en el 2070, porque no son seres que se puedan controlar. Lo que se hace es que se aniquila para poder ellos tener el control y que el rebaño no se rebele, hablando en términos del universo Fahrenheit. A raíz de eso surgen todas estas relaciones.
El género de la obra es la Tragicomedia, ¿cómo se enlazan lo trágico y lo cómico en la historia?
En realidad, es muy trágico todo lo que se cuenta. Es un sistema totalmente autoritario en el cual nadie es libre; todos tienen que acatar las normas y no pueden rebelarse ni mucho menos. Partiendo de esa base, para mí, al final es una tragedia evidente, en la cual nadie puede reclamar absolutamente nada y la comedia viene, precisamente, su oscuridad. Es una comedia oscura; yo soy más de comedia negra, de humor negro más que de comedia al uso.
El montaje que he realizado mezcla las historias de la capitana y de la sargenta y, a través de ellas, vamos visitando todos estos temas. Pero al mismo tiempo, vemos también una serie de vídeos, gracias a los cuales creamos un clima con el que el espectador se genera una serie de preguntas.
De hecho, una de las cosas más interesantes es cómo la capitana le explica a la sargenta que quedarse embarazada es algo terrible. Que es dolorosísimo y que nunca más se puede volver a llegar a ese tipo de civilización. Llega un punto en el cual el espectador realmente se sumerge tanto en este universo, que de verdad, acaba viendo que realmente es algo grotesco, cuando nosotros realmente creemos que es algo hermoso, sano y bello. Traer niños al mundo es algo increíble y precioso. Sin embargo, en esta tragicomedia-distópica es todo lo contrario.
El trabajo de las actrices es excepcional
En la obra, algunos de los personajes se presentan como capitanas y sargentas. ¿Por qué esta nomenclatura militar?
Esto se produce porque ellas son bomberas y cómo encargadas, tienen que tener rangos. La capitana es la que explica y nos introduce en este mundo en el que viven y funciona como una representación del poder. La sargenta representa a la alumna, la nueva generación, la que quiere aprender, la que quiere ser como ella. Está totalmente abducida por cómo es esa capitana. Básicamente es una excusa para poder adentrarnos más en todos los temas que propone la obra.
Ha contado con las actrices Arlette Torres, Guiomar Puerta y Yara Puebla. ¿Qué opinión le merece su trabajo?
La verdad es que excepcional porque aparte, no es un trabajo fácil. Es una coreografía muy complicada desde el comienzo hasta el final. Por la manera de moverse, gesticular o declamar. Luego, aparte, hay muchísimos estímulos tanto visuales como sonoros y todo esto conjugado es lo que hace que sea un universo muy concreto que no es absolutamente nada fácil de tratar.
Conforme hemos ido evolucionando con el montaje, yo les he ido añadiendo nuevos elementos para que, poquito a poco, todo se fuera empacando hasta que finalmente llegó el estreno. La verdad es que no es nada sencillo y hacen un trabajazo impresionante las actrices. Estoy muy contenta, y de hecho, tenemos ya varias críticas buenísimas en las cuales resaltan entre otras cosas el trabajo de las actrices.
El texto original de Fahrenheit 108 es de Javier Román. ¿Cómo ha evolucionado desde que lo leyó hasta el resultado final que ve el espectador?
Pues como cualquier texto, muchísimo. Hay ahora mismo una octava versión desde aquella versión 0, a la que hemos llegado con muchos cambios que se han producido durante los ensayos. Yo soy muy meticulosa y poquito a poco se va forjando la obra. El proceso de creación del montaje para mí es mágico, lo mejor es ver cómo va cogiendo forma mientras trabajas poco a poco.
Es cierto que una cosa es verlo escrito y otra muy diferente es llevarlo a cabo. Por eso, sí es cierto que se ha ido limando y adaptando a lo que me iba pidiendo también a mí. Yo me guío mucho por lo que va sucediendo conforme vamos ensayando y luego es verdad que yo, casi prácticamente sueño con la obra que estoy preparando. Me levanto con una nueva idea y de repente tengo otra… Y mi forma de trabajar me lleva también a invitar a las actrices, ayudantes de dirección y todos los que forman parte del equipo a proponer ideas. Si me parecen bien y me gustan, vamos con ellas. A veces no funcionan, pero muchas veces sí. Quiero que se sientan libres para proponerme porque al final esto es un trabajo de equipo.
Por otro lado, tengo las cosas muy claras, sé lo que quiero y a dónde quiero llegar. También debo decir que Javier San Román está entusiasmado con el trabajo final y es el primer fan de lo que se está representando ahora mismo en el Teatro Lara.
Tragicomedia distópica define perfectamente lo que es esta obra, pero ya lo han definido también como ciencia ficción.
Sobre la escenografía, hablamos de una obra minimalista. Todo transcurre en un despacho con dos bancos enfrentados y una mesa. ¿Por qué han decidido optar por esta alternativa?
Porque el montaje, la estructura como tal, propone mucha imagen, mucho vídeo y mucha música. He querido contar, no solamente, a partir de estos dos personajes, sino también a través de imágenes. Para mí la imagen es muy potente, así que he hecho una mezcla entre el teatro más puro y las visuales. Por eso no he querido recargar en exceso, porque no era necesario.
En el escenario se representa la oficina de la capitana, y podría haber hecho una oficina increíble, pero no es necesario porque con la música, las luces y los efectos está ya bastante recargado. Tenemos luces estroboscópicas… Una gran banda sonora a cargo de Juan Antonio Simarro, que es maravillosa y que también acompaña a las actrices. Quiero decir que hay un largo trabajo en la búsqueda de las imágenes que se proyectan y no creo que necesite recargarse más el escenario.
Durante la representación se proyectan imágenes en una pantalla y tienen gran importancia la música y la iluminación. ¿Qué es lo más interesante de mezclar estos distintos formatos? ¿Se puede decir que ha tenido importancia su amplio bagaje en el mundo audiovisual?
Si, sin duda alguna, entre mis influencias están el cine, las series y los documentales. Hay momento de esta obra que se pueden parecer mucho a un documental. Es verdad, que viendo las imágenes te transportas a otros lugares. Eso, creo que tiene un gran mérito, cuando tú, junto con el texto, las actrices, las luces y el sonido; todo bien mezclado al final se hace una única cosa. Al estar tan bien empacado, lo interesante es que no te distraigas con la música, con las imágenes o con cualquier otro estímulo, que al final, lo veas como un todo.
Creo que eso ha sido también un trabajo muy de encaje. Ha sido un proceso muy interesante, y muy complicado en otros momentos, pero muy satisfactoria.
Hace poco, un espectador que vino, me dijo que él consideraba que la obra era ciencia ficción. Yo estoy de acuerdo con él y eso hace que sea muy difícil hacerlo en teatro y que quede creíble. Lo que a mí me pidió la obra desde el momento cero, es que hubiera imágenes, que hubiera música… Al principio la obra sólo tenía música en el comienzo y el final, pero era necesaria en toda la obra. Necesito todos esos elementos para crear la atmósfera necesaria, porque sino es imposible que en una sala de teatro funcione algo así.
Tragicomedia distópica define perfectamente lo que es esta obra, pero ya lo han definido también como ciencia ficción.
En esta distopía los seres humanos se rebelan contra la propia naturaleza y se creen más inteligentes que ella, ¿No sería esto una contradicción? Al fin y al cabo nosotros somos parte de la naturaleza.
Sí, pero esto es un trabajo de guion que a mi me sirve para “chinchar”, como digo yo, un poco para picar. A mí me gusta traerlo a la realidad. Hay muchísima gente que de verdad no es consciente de lo importante que es cuidar nuestro planeta; es nuestra propia casa y nos da absolutamente igual. A mí no, desde luego, pero yo veo a mucha gente que es totalmente incívica y le da absolutamente igual el planeta. Son gente que piensa a corto plazo, no piensa en un futuro que va a llegar.
Esta obra representa eso. Los personajes, lo que quieren es tenerlo todo bajo control, entonces, como lo natural, lo salvaje, lo animal, no es capaz de pensar ni de acatar las normas deciden destruirlas y ellos no son humanos. Ellos han destruido absolutamente todo, de hecho, no hay animales ni ha nada. En el escenario sí tenemos una pava cristatus, a tamaño natural, increíble, que también juega, en un momento dado, un papel muy interesante. Aparte de los dos bancos tenemos una pava cristatus.
Sí es una contradicción, pero precisamente en esta obra jugamos con eso, queremos descolocar al espectador, incomodarlo, que se replantee si individualmente hace bien por él, por los suyos y por el planeta. Que se plantee qué tipo de pensamientos nos pasan por la cabeza. Sí que se busca que la gente se haga preguntas. Más que responder, lo que se busca con este montaje las personas se hagan preguntas. Funciona, porque este género crea unos debates muy interesantes que se producen siempre después de la función.