Los investigadores del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), cuentan con la colección de variedades de vid más importante de nuestro país. En tamaño, es la segunda explotación vitivinícola más grande de Europa y referencia a nivel nacional e internacional en investigación de este fruto. Está situada en la finca El Encín, en Alcalá de Henares.
La colección ha reunido cerca de 3.700 variedades repartidas en 15 hectáreas y es la única en el mundo que se conserva bajo cultivo ecológico. El Gobierno regional ha apostado por su estudio y mantenimiento y trabaja por la conservación de la uva para potenciar la industria del vino en la región e incrementar así, su competitividad en el sector.
La consejera de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Sostenibilidad, Paloma Martín, ha explicado cuáles son los fines de esta investigación y las razones por las que se ha adquirido esta sorprendente colección:
Estos trabajos de investigación son fundamentales para la calidad del sector vitivinícola madrileño, porque analizan la procedencia de las cepas y su evolución. De esta manera, aportan datos muy interesantes para lograr afianzar la calidad del vino de nuestra región.
Garantizar el patrimonio genético de las vides
Para evitar la pérdida de una sola variedad, los investigadores del IMIDRA han realizado tres copias de la colección. Dos de ellas -incluida la matriz- están cultivadas en suelo y la tercera está situada en una ubicación secreta. De esta manera se aseguran la conservación del patrimonio genético y la posibilidad de investigar y experimentar con ellas para obtener información sobre su evolución, calidad y viabilidad.
Hay que destacar que dentro de la colección se encuentran algunas variedades de incalculable valor por su antigüedad, como la denominada “teta de vaca” que data del siglo II d.C.
La historia y el origen de la colección
La colección de vid, también denominada científicamente Banco de Germoplasma de Vid, se inició a finales del siglo XIX, tras la importantísima pérdida de material autóctono que había causado la filoxera. El parásito, proveniente de Estados Unidos, arrasó en poco tiempo con más de un millón de hectáreas de vid en toda Europa, siendo a partir de entonces cuando comienza la recopilación, catalogación y caracterización de las variedades para conservar el patrimonio genético y evitar, de nuevo, su pérdida.
En España, se comenzó el trabajo de recolección en 1893 y continuó a lo largo del siglo XX, con diferentes figuras destacadas a las que se les debe el impulso definitivo para conservar este patrimonio genético.
La colección que la Comunidad de Madrid tiene en la finca El Encín tiene su origen en 1950, como fruto de la unificación de otras colecciones que existían en diferentes puntos de España. Desde entonces, se ha ido completando con envíos sucesivos de variedades de diversas zonas vitícolas nacionales e internacionales, hasta llegar a las casi 3.700 con las que cuenta en la actualidad.