Algo más de seis kilómetros separan el estadio Santiago Bernabéu, feudo del Real Madrid Club de Fútbol, de los últimos reductos del que un día fue hogar del Atlético de Madrid, el Vicente Calderón. Dos recintos míticos del balompié español y europeo, que hoy se encuentran más unidos que nunca por un nexo común: la maquinaría arrancando el hormigón de sus gradas. Pero este punto temporal de cercanía será efímero. De hecho, las líneas de evolución se están separando tanto que en muy pocas semanas lo único que habrá entre ambas será la historia.
El Calderón está viviendo sus últimas horas de agonía a orillas del Manzanares, aguas a las que ha mirado orgulloso desde hace 46 años. Hace muchos meses que el balón no rueda por el césped de ese estadio, pero la estructura seguía en pie, desmoronándose poco a poco pero simbolizando, en silencio, lo que hace no mucho tiempo fue.
Quien sabe, es posible que dentro de veinte años nadie se acuerde de que en esa bonita zona residencial que empezará a levantarse en breve jugaba uno de los clubes de fútbol más seguidos del planeta. Igual que no es descabellado pensar que ese joven, que va por primera vez a ver un partido del Madrid al nuevo Bernabéu en, pongamos, 2040, ni siquiera supiera que esa especie de nave espacial tenía una torre de acceso en cada esquina y su fachada era una mole de hormigón.
El siglo XX fue testigo del máximo esplendor de ambos coliseos. El Calderón, como se apuntaba, se inauguraba en octubre de 1966, diecinueve años después de que el 19 de diciembre de 1947 se disputara el primer partido en el templo blanco. En el Bernabéu, con más capacidad (para 81.044 espectadores, por los 54.907 con los que contaba el Calderón), se han disputado finales de casi todas las competiciones futbolísticas mundiales, tanto a nivel de clubes como de selecciones, incluida la mítica final de Copa Libertadores en 2018, jugada por primera vez fuera de América y con River Plate y Boca Juniors, dos conjuntos argentinos, como protagonistas.
Y si bien es cierto que el césped de la antigua catedral colchonera no ha acogida ninguna final internacional, no lo es menos que algunos de los conciertos más recordados de la historia reciente de nuestro país han tenido lugar entre esos muros. Muse, U2, David Bowie, AC/DC o unos Rolling Stones pasados por agua en un espectáculo que se recordará siempre, han comprobado de primera mano la magia del Vicente Calderón. La música también irá asociada a la memoria de todos los que recordaremos siempre este estadio.
Porque la memoria será lo único que nos quedará. Y las fotos. Las mismas que sacarán los turistas de un Bernabéu que, si todo va bien, en 2022 estará cubierto, tendrá 12 metros más de altura, cubierta retráctil, capacidad para más espectadores y una iluminación externa que puede cambiar de color. Unas instalaciones modernas y con la última tecnología, perfectas para la nueva forma de entender el deporte, pero sin ese aroma de domingo por la tarde que también se respiraba en el antiguo Manzanares.
Un entierro y una resurrección. Este es el futuro de dos de los más ilustres vecinos de Madrid que, como vemos, han corrido una suerte bien dispar.