Un año más llegó San Isidro. Pero lo cierto es que todos sabemos que en la situación actual, en los que muchos vivimos en un martes permanente, da igual. Este año no luciremos ni las parpusas ni los mantones en la Pradera. El Santo tendrá que esperar nuestra visita. No tendremos cargo de conciencia por habernos pasado con las tontas y las listas. Ni los chotis resonarán por allá donde vayamos.
Puede que algunos piensen que con la que tenemos encima “¡quién va tiene ganas de fiesta!”; pero yo creo que precisamente hoy tenemos mucho que celebrar y también agradecer. Es cierto que nos desbordan las ganas de volver a esa normalidad que nos parece lejana, de exaltar y brindar por la amistad, y de sentirnos festivos y unidos sin miedos ni precauciones.
Pero este año, las circunstancias a las que nos ha empujado esta maldita pandemia, está también sacando lo mejor de nosotros, los madrileños: la solidaridad, perseverancia y el esfuerzo que nos caracterizan. Precisamente todos esos valores que se celebran con nuestro Santo en el día de hoy.
Madrid siempre ha sido una ciudad abierta a todos. Una ciudad donde nadie es extranjero porque sus brazos están siempre esperándonos a todos los que venimos de fuera para hacer de sus calles nuestra casa.
Este San Isidro lo celebraremos en casa por todos aquellos que están en primera línea durante esta crisis, para demostrarles que su esfuerzo no va a caer en saco roto. Ellos nos han dado las pautas, han ayudado a nuestras familias y amigos que lo han necesitado, y ahora todos debemos devolverles ese esfuerzo para que culmine su labor y entre todos acabar con este virus.
Nuestras queridas fiestas de San Isidro Labrador y nuestra visita a la Pradera tendrán que esperar al año que viene. Pero les propongo que en el día de hoy celebremos la vida, la esperanza y agradezcamos el esfuerzo de tantos sanitarios, policías, bomberos, cajeros y transportistas, no solo con aplausos, sino haciendo lo que nosotros podemos hacer: respetar las normas que las autoridades nos dan. Solo así, al año que viene, la Pradera se volverá a llenar de chulapos y chulapas, de música y sobre todo de mucha alegría.