El 2 de mayo es la fiesta de la Comunidad de Madrid. Y la Comunidad de Madrid tiene una historia peculiar. Y, aunque en los 80 el Congreso de los Diputados tuvo que activar una excepción constitucional para que esta provincia castellana se constituyera en Comunidad Autónoma por no tener “entidad regional histórica”, Madrid tiene mucha historia.
Un región que ha crecido alrededor de una Ciudad Universal fundada por los árabes (Magerit), conquistada y reconquistada por los cristianos y con una importante judería en Lavapiés, lo que demuestra que los madrileños siempre nacieron donde les dio la gana, pensaron cómo quisieron y muchas veces no tuvieron papeles (ni se los pidieron a sus vecinos).
Una región donde cabe un mundo, desde grandes urbes cosmopolitas a aldeas por las que parece que no pasan los siglos.
Una región capaz de enamorar al mundo, a la que mexicanos dedicaban chotis y cuyo himno es más bien una canción de Sabina o un rock de Rosendo que el oficial que compuso García Calvo y que, en cinco años de diputado, todavía no he escuchado nunca en un acto oficial.
Un región donde históricamente sus dirigentes no han estado a la altura de sus gentes, que ha sido asolada por la corrupción desde que el Duque de Lerma movía la capital en el S. XVI para hacer pelotazos urbanísticos hasta los tristes tiempos de la trama Púnica.
Y decimos que no han estado a la altura de sus gentes, porque lo mejor de Madrid siempre han sido sus gentes, que nunca se han callado ante la injusticia. Desde los Comuneros comandados por Juan de Zapata, cuya casa quemó el Emperador Usurpador como represalia por oponerse a sus atropellos; pasando por el pueblo que escuchó el llamamiento del alcalde de Móstoles para frenar al invasor y que fue traicionado por el Rey Felón que rodeó de cadenas su Constitución; hasta los años 30 en que la consigna fue el Madrid que Bien Resiste y el No Pasarán cuando gran parte del gobierno republicano se desplazaba a Valencia dando la situación por perdida y donde el General Rojo decía aquello de “No nos rendimos porque no nos da la gana”, un pueblo que consiguió detener, por primera vez en el mundo, el avance del fascismo y que sólo tuvo que soportarlo cuarenta años al son de la mentirosa tonadilla del “ya hemos pasao” de Celia Gámez (mentirosa porque no pasaron, el pueblo resistió hasta la rendición del gobierno).
Esa resistencia fue ejemplo para el mundo. Y, curiosidades extremas para estos tiempos, inspiró una canción china: ¡Defendamos Wuhan como defendieron Madrid!, entonada contra el fascismo nipón en la II Guerra Mundial. Dos pueblos que resisten hermanados por la historia, aunque muchos no lo sepan.
Hoy, en medio de la terrible pandemia, lo mejor de Madrid sigue siendo el pueblo. El de todos sus municipios, encarnado en sus profesionales sanitarios, en sus trabajadores de la limpieza, en sus cuidadores de nuestros ancianos tan golpeados por el horror que estamos viviendo. El Madrid mestizo, solidario, universal. El Madrid que, incluso en los peores momentos, aplaude y canta, porque nunca tuvo miedo.
Que este 2 de mayo sea el principio de un impulso para cambiar las cosas. Que la historia de Madrid no sea, como decía Gil de Biedma, la más triste de las historias porque acaba mal, sino que acabe bien porque, por vez primera, los gobernantes estén a la altura del pueblo.
La Comunidad de Madrid saldrá adelante sólo si se parece mucho a sí misma. Unida, como siempre. Sin miedo. Que nunca duerme, pero que siempre sueña. Y de aquí, de Madrid. Hayamos nacido donde nos haya dado la gana.