Hace 212 años el pueblo de Madrid se levantó contra los franceses que pensaban que, en su camino hacia Portugal, esta tierra era su cortijo. El pueblo de Madrid demostró coraje, determinación y orgullo, orgullo de local y nacional. Los héroes de entonces no eran hombres poderosos ni de histórico linaje, el héroe fue el pueblo de Madrid, sus gentes, de diferentes estratos y condición. Desde entonces Madrid ha contribuido a que nuestro país brille con fuerza. No somos un región con profundas y antiguas raíces históricas y culturales, pero nos sentimos profundamente orgullosos de ser parte de una gran nación que con luces y sombras ha asombrado al mundo muchas veces.
Hemos sufrido y celebrado victorias y tragedias propias y ajenas, porque si quien viene a Madrid ya lo consideramos unos de los nuestros, lo que ocurra en una región o país hermano también lo sentimos.
En esta etapa democrática, Madrid ha ido creciendo sobre la base de la libertad, las oportunidades y la solidaridad. Y eso nos ha convertido en la primera región de España, la más fuerte económicamente pero también, y lo digo con orgullo, en la más solidaria. Pero también tenemos marcas de dolor, marcas como el 11M en el que Madrid volvió a dar una lección de entereza y solidaridad.
Hoy estamos viviendo con sumo dolor otra tragedia que vive entre nosotros y se ha llevado ya a casi 13.000 personas en Madrid: el coronavirus. Es una batalla de una región, de un país en la que, igual que hace más de 200 años, muchos héroes anónimos están dando la batalla por nuestro futuro.
Hay héroes en cada hospital, en cada centro de salud. Héroes como mis compañeros de la Asamblea que también son médicos, héroes como mi compañero el Dr. Raboso, que por la mañana está en la asamblea, a medio día opera una traqueotomía en ese milagro que es el Hospital de IFEMA, luego se va a su centro médico y opera un cáncer de cuello y le da tiempo a llegar al final del pleno. Heroínas como mis amigas Marta y Rebecca, enfermera y médico que en condiciones muy adversas, como miles de profesionales sanitarios, lo están dando todo. Héroes como todos esos profesionales, del transporte, de la alimentación, del campo madrileño, de la limpieza o del sector servicios cuyo trabajo ha hecho que a los confinados y a los de primera línea no le falte nada. Héroes y heroínas en cada uno de los 179 municipios de Madrid, en la sierra norte, donde redes solidarias de voluntarios han ayudado a nuestros mayores o cosido mascarillas. Héroes como pequeños y grandes empresarios del sector textil, medicina, hostelería, turismo han colaborado y aportado una ayuda fundamental en los momentos más crítico. Héroes como nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, nuestras policías locales y nuestras Fuerzas Armadas, que una vez han demostrado su entrega y dedicación. Y sí, aunque a algunos les cueste reconocerlo, héroe el Gobierno de la Comunidad, con su Presidenta al frente, que tuvo la determinación para dar los primeros pasos -ojalá como dice ella hubiera sido antes- y despertar a un país que miraba Italia confiado de que aquí no pasaría lo mismo. Son los héroes que nos han salvado de un desastre todavía peor. Pero quedan otros héroes, los que deben, los que seguro, liderarán la recuperación: nuestros autónomos, emprendedores, pequeños y grandes empresarios. Hoy la incertidumbre y la desconfianza llenan sus pensamientos, pero es con ellos y gracias a ellos, como saldremos adelante si les damos las herramientas para volver con fuerza.
Estoy convencido de que así será. 212 años después de aquel 2 de mayo de 1808, Madrid se levantará de nuevo, porque siempre lo hemos hecho. No será fácil, pero porque lo hicimos lo haremos. Debemos creer en nosotros mismos, en nuestra fortaleza, en nuestras instituciones y en nuestros profesionales. Ayudar a quienes crean empleo y oportunidades, porque sólo así una administración puede ayudar a generar riqueza y mantener y mejorar nuestros servicios públicos. Madrid está herida, pero pronto volveremos a brillar con esa luz propia pero compartida con el resto de nuestros compatriotas. Porque España no se entiende sin Madrid. Pero Madrid tampoco sin España. Y hoy, 212 años después esa idea sigue tan vigente como entonces, porque cuando cae, Madrid siempre se levanta.